ARGENTINA: El cuidado sigue como tarea de las mujeres

Con el objetivo de colocar en la agenda pública el tema del cuidado de niños, niñas, enfermos y adultos mayores, un estudio realizado en Argentina reveló que 76 por ciento de la atención de los menores de 13 años en el hogar recaía sobre las madres.

"A pesar de la fuerte irrupción de las mujeres en el mercado laboral, la mayor parte de la carga del cuidado sigue recayendo sobre ellas", ratificó a IPS Laura Pautassi, coautora de la investigación junto con Clara Zibecchi.

El informe "De eso no se habla. El cuidado en la agenda pública" fue publicado al concluir 2011 por el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) para visibilizar el impacto que tiene la actual división sexual del trabajo en las familias.

Según el reporte, el cuidado es un trabajo que no está reconocido como tal pese a que requiere de tiempo, energía y que genera valor. Abarca las necesidades físicas, biológicas, afectivas y emocionales de niñas, niños, adultos mayores y enfermos.

"Quisimos tener un diagnóstico de la percepción que tienen las familias sobre si el cuidado, que para nosotros es un tema central por las tensiones que provoca, era un problema generalizado, y vimos que sí", reveló Pautassi.
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El trabajo incluyó una reveladora encuesta realizada en la capital argentina y los distritos de sus alrededores. "Queríamos saber también cómo resuelven las familias el cuidado y colocar el tema en la agenda pública", añadió.

Para las autoras, ubicar el cuidado en la agenda implica no sólo presionar al Estado para que cumpla sus obligaciones sino también empujar una demanda sindical sobre el tema y un debate sobre la corresponsabilidad dentro del hogar.

El informe reconoce que en las últimas décadas hubo "avances innegables" en el reconocimiento de derechos de las mujeres como, por ejemplo, la ley de cuotas para cargos legislativos o la de salud sexual y reproductiva, entre otras.

Sin embargo, en base a estudios anteriores de ELA, se señala que hay "nudos problemáticos persistentes", que hacen que las mujeres sigan siendo minoría en puestos de máxima jerarquía en ámbitos públicos y privados.

Las autoras remarcan que el cuidado puede estar resultando "un obstáculo". "No se ve como una obligación del conjunto social", sostienen, y advierten que esa falencia pone "trabas a la autonomía, la independencia y el empoderamiento de las mujeres".

Según Pautassi y Zibecchi hay una "creencia errónea de que las mujeres están naturalmente mejor dotadas" para el cuidado, y no se ve que los varones también son capaces de cuidar y tienen una responsabilidad común en este sentido.

Desde el anonimato, una mujer que trabaja como docente en un cargo directivo comentó a IPS que se levanta a las seis de la mañana para dejar la casa limpia, lavar ropa y preparar el almuerzo para los hijos adolescente antes de "irse a trabajar".

Pese a que podría pagarlo, no cuenta con la colaboración de una empleada para que trabaje por horas en la limpieza porque al marido "no le gusta tener gente extraña en la casa", aunque se queja de que ni él ni los hijos colaboran con las tareas de cuidado.

La legislación que regula estos temas, como licencias por maternidad o por enfermedad de los hijos pequeños, "refuerzan estereotipos y roles, asumiendo la doble función de las mujeres", dicen.

Por ejemplo, la licencia por nacimiento otorga tres meses a las mujeres y dos días a los padres. Para 56 por ciento de los varones consultados en la encuesta, ese beneficio "es insuficiente". Hay además 19 por ciento que desconocía este derecho.

Respecto de las posibilidades de cuidado fuera del hogar, se detecta falta de suficiente infraestructura y de servicios para menores entre 45 días y cinco años, tanto desde el Estado como desde otras organizaciones de la comunidad. "Hay un déficit de oferta del Estado e inclusive hay listas de espera de hasta un año en iglesias evangélicas y otros centros sociales que tienen guarderías para bebes o jardines para niños de tres o cuatro años", ejemplificó Pautassi.

La autora recordó que Argentina tiene una ley nacional que permitió la creación de Centros de Desarrollo Infantil para niños y niñas de entre 45 días y cuatro años, pero la oferta es muy inferior a la demanda, denunció. Este problema no es exclusivo de Argentina. Todos los países de América Latina lo reconocieron en las últimas conferencias regionales sobre temas de la mujer y se comprometieron a encarar políticas para resolverlo.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) reconoció en 2009 que existe una "crisis de cuidado" por la persistencia de una rígida división sexual del trabajo en los hogares que atenta contra las opciones laborales de las mujeres.

Pautassi aseguró que solo en Costa Rica y Uruguay existen "experiencias interesantes" de avance en el tema. En Uruguay, detalló, se creó un sistema nacional de cuidados de niños y adultos mayores que articula la oferta pública, privada y de la sociedad civil.

En otros casos los progresos son más lentos. En Brasil se realizarán encuestas sobre el uso del tiempo que son clave para visualizar la dedicación de hombres y mujeres al cuidado y en Argentina "estamos rezagados", señaló.

En general, el problema permanece sin visibilizar "porque ocurre en el ámbito privado" y porque "al tener un componente afectivo y moral tan importante es complejo reconocerlo como un trabajo", subrayan las autoras.

En la encuesta realizada en Buenos Aires y los populosos distritos de los suburbios, al consultar quien cuida a los menores de 13 años cuando están en casa en una semana típica, 76 por ciento dice "la madre" y 22 por ciento "el padre".

En menor medida aparecen como cuidadores otras personas que viven en el hogar o no y que son familiares, la mayoría mujeres. Solo cinco por ciento apela a personas contratadas para realizar las tareas de cuidado y limpieza del hogar.

Esta alternativa es exclusiva de sectores de clase media y alta donde las mujeres, con mayor nivel de instrucción, logran puestos mejor remunerados en el ámbito laboral. Pero en sectores socioeconómicos más modestos esta posibilidad no existe.

Los hombres se involucran más que décadas atrás, escriben las autoras, pero lo hacen fundamentalmente en las actividades que se desarrollan en el espacio público. Llevan a los hijos a la escuela, al médico, o a dar paseos.

Respecto del cuidado de adultos mayores, las autoras sostienen que es un reto que crece por el aumento de la expectativa de vida. El cuidado de ancianos, que tampoco está previsto en la oferta de servicios públicos, recae mayormente sobre ellas.

El trabajo finaliza con una serie de temas sugeridos para reivindicar una agenda de cuidado en los que se señala la necesidad de producir más información sobre este tema a partir de encuestas de uso del tiempo.

También se reclaman más servicios e infraestructura que permitan ampliar la cobertura de educación desde el período más temprano de la vida y una extensión horaria en esta oferta.

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