MUJERES: Sociedades armadas, otra tragedia de género

Kairobis Arcia, de 25 años, murió al recibir un balazo en la cabeza, disparado por su esposo, Oswaldo Mendoza, de 32, según adujo cegado por los celos en medio de una discusión avivada por el consumo de alcohol y drogas.

Una de las 5.000 armerías ilegales de Darra Adamkhel, en Pakistán Crédito: Ashfaq Yusufzai/IPS
Una de las 5.000 armerías ilegales de Darra Adamkhel, en Pakistán Crédito: Ashfaq Yusufzai/IPS
Fue uno más de los 468.000 homicidios que se cometen cada año en el mundo, 42 por ciento con armas de fuego. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), la tasa global es de 6,9 por 100.000 habitantes, 11,9 para el caso de los hombres, 2,6 para las mujeres.

IPS investigó el impacto sobre las mujeres de la proliferación de armas personales con expertos de tres países con violencias diferentes y paradigmáticas: México, cooptado por los carteles de tráfico de drogas, Pakistán, enclave de luchas políticas y religiosas, y Venezuela, sumido en una desbordada criminalidad.

El asesinato de Arcia ocurrió en una cárcel, Mendoza es un preso que no debería acceder a licor, drogas, armas o municiones. Ella estaba "de visita" fuera del horario reglamentario, y ambos participaban en una francachela colectiva y armada, según la fiscalía, con la complicidad de policías custodios.

Si episodios como este, la noche del 27 de noviembre, en la cárcel de una comisaría de Ciudad Guayana, sudeste de Venezuela, ocurren en un recinto controlado, se comprende el peligro que viven en calles y hogares los 29 millones de habitantes de un país donde podría haber, según estimados de distintas organizaciones, tres, seis o quizá más de 10 millones de armas ilegales.
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"Noventa por ciento de los 17.000 a 19.000 homicidios anuales en Venezuela se cometen con armas de fuego y una de cada 10 víctimas es mujer", recordó el sociólogo Luis Cedeño, de la no gubernamental Paz Activa.

La amenaza crece porque "en los estratos de población con menores ingresos y educación, y en los municipios más violentos, aumenta la posesión ilegal de armas, mientras estudios de la Organización Panamericana de Salud indican que en 30 por ciento de hogares se sufre algún tipo de violencia intrafamiliar", observó.

La fiscal general de Venezuela, Luisa Ortega, dijo que en 2010 se recibieron 96.145 denuncias por violencia de género, lo que organizaciones de mujeres consideran solo un pequeño subregistro, porque son muchas miles las que no denuncian.

Aviva el peligro "la fuerte relación entre el concepto de masculinidad y el porte de un arma de fuego. Para los hombres, portarla es una forma de imponerse, especialmente frente a las mujeres", apuntó la activista de derechos humanos África Matute.

Este sábado 10, Día Internacional de los Derechos Humanos, culminan 16 jornadas mundiales de lucha contra el maltrato de género, comenzadas el 25 de noviembre, Día de la No Violencia contra la Mujer.

En regiones del mundo donde se libran con armas luchas políticas y religiosas, como en Pakistán y su frontera con Afganistán, "la ascendente cultura de las armas ha puesto a toda la sociedad al filo de la navaja, en especial a las mujeres que soportan sus efectos", dijo Shabina Ayaz, de la no gubernamental Fundación Aurat.

El problema "se exacerbó porque los hombres querían tener armas en los hogares. Esas armas se usan a menudo contra las mujeres en una sociedad machista en la que se considera que golpear a una mujer por cualquier pequeño asunto es una cuestión de honor", dijo Ayaz, cuya fundación promueve los derechos femeninos.

"La población femenina tiene miedo a las armas que hay en cada hogar porque sabe que pueden ser usadas en su contra. Pero son los hombres quienes deciden tenerlas o no", puntualizó Amina Khan, de la organización islámica Awaz.

"La presencia de armas de fuego en el entorno de la vida cotidiana y familiar implica siempre una mayor posibilidad de violencia extrema, que suele darse encaminando a las personas indefensas que, en estructuras patriarcales, son las mujeres y los menores", dijo en México el presidente del no gubernamental Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales, Luis Gutiérrez.

Una comisión legislativa sobre el feminicidio en México cifró en 34.176 las mujeres asesinadas por razones de género entre 1985 y 2009, más de 40 por ciento de ellas por armas de fuego. De estas, se estima hay ilegalmente unos cuatro millones de unidades, principalmente contrabandeadas desde el vecino Estados Unidos.

En México, asolado por la acción de bandas que trafican drogas y personas, no existen datos precisos sobre la correspondencia entre presencia de armas de fuego y feminicidios, pero "hay mayor violencia contra las mujeres donde se concentra una mayor cantidad de esas armas, registradas o no", sostuvo Gutiérrez.

Los pakistaníes obtienen con relativa facilidad armamento ligero en Darra Adamkhel, "un descontrolado centro de fabricación y venta de armas" en su frontera noroeste, según denuncian organizaciones contra la violencia de género.

Un resultado, destacó Khan, es que "65 por ciento de las mujeres asesinadas son víctimas de armas de fuego en Pakistán" y la violencia de género armada "es común en todo el país. Incluso en zonas urbanas las mujeres son asesinadas sin piedad".

En países marcados por elevadas tasas de criminalidad, como El Salvador y Colombia, el "Estudio Global del Homicidio", publicado por la ONUDD en octubre, encontró altos porcentajes de muertes en las calles y producto del crimen organizado, mientras en las naciones de bajas tasas, como Australia o Noruega, esas muertes ocurren dentro del hogar.

La mitad de las mujeres asesinadas en Europa, Australia, Canadá, Estados Unidos, Israel y Sudáfrica perecieron en sus hogares, en 35 por ciento de los casos el agresor fue el marido o exmarido y en 17 por ciento otros parientes.

En cambio, solo cinco por ciento de los hombres asesinados fueron muertos por esposas o exesposas, y en 10 por ciento por otros familiares.

Para la ONUDD estas tasas de homicidio con las mujeres como víctimas se asocian "a los niveles de tensión subyacente en la sociedad (…) desempleo del miembro varón de la pareja, posesión de armas, uso de alcohol y drogas, la amenaza de la separación, celos sexuales, dominancia masculina extrema y otros factores de riesgo".

En países como Venezuela "la correlación entre el aumento del número de armas de fuego en manos de la población y el de los homicidios es evidente", sostuvo Cedeño. La media anual de homicidios a finales del siglo XX era de 5.000 y en los últimos años pasa largamente de 15.000.

A diferencia de países que padecen conflictos civiles, religiosos o entre carteles internacionales del delito, en Venezuela es la criminalidad desbordada –con 1,5 millones de delitos anuales reportados, otro subregistro– la que generalizó la posesión de armas y municiones con las que se delinque.

Según Cedeño, el monopolio estatal Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares produce anualmente 36 millones de balas, pero la demanda es aun mayor e importa más municiones, con acceso fácil: numerosos crímenes son cometidos descargando sobre la víctima 10, 20, 30 o más disparos.

"El Estado es quien importa más de 80 por ciento de las armas que hay en Venezuela. Hay 25.000 armas registradas legalmente", mientras 30 por ciento de encuestados indican que quisieran poseer una, "lo que da una idea de la extendida posesión de quizá millones de armas ilegales", dijo.

Víctimas de esta proliferación, el hogar y las mujeres. Entre 60 y 80 por ciento de las llamadas de auxilio recibidas por policías regionales y municipales venezolanas son por violencia de género, recordó Cedeño. Una violencia provista de armas de fuego.

* Con aportes de Ashfaq Yusufzai (Peshawar) y Emilio Godoy (Ciudad de México)

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