Un ecosistema mexicano, clave para explicar el desarrollo de la vida en el planeta, podría extinguirse si no se frena la extracción de agua, alertan científicos.
El valle de Cuatrociénegas, con 200 kilómetros de extensión y ubicado unos 1.000 kilómetros al norte de la ciudad de México, es un complejo sistema milenario de pozos, ríos subterráneos, manantiales, lagos y pantanos, rodeado de una cadena montañosa de más de 3.000 metros de altura sobre el nivel del mar.
Es "la única ventana para entender el pasado del planeta, por qué la vida está aquí, y no lo estamos cuidando como debiéramos", denunció Valeria Souza, investigadora del Instituto de Ecología de la estatal Universidad Nacional Autónoma de México.
"En lugar de entender cómo funciona el ecosistema, las autoridades se han dedicado a explotarlo y sacar todo lo posible a cambio de nada", señaló a IPS esta científica, ganadora de varios premios ecológicos y que ha hecho de la zona su objeto de estudio desde 2000, al igual que otros colegas suyos tanto mexicanos como del exterior.
Similar a las islas Galápagos por su riqueza biológica, Cuatrociénegas, que consta de un área natural protegida de 84.350 hectáreas, alberga a más de 70 especies endémicas, entre ellas muchas variedades de peces, la lagartija dorada y las tortugas de concha blanca y acuática de bisagra.
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"Se saca mucha agua para llevarla a otros valles con el fin de producir alfalfa, que demanda mucho líquido", explicó a IPS el ambientalista Francisco Valdés, profesor del estatal Instituto Tecnológica de La Laguna, en la ciudad de Torreón, cercana al sitio natural.
"Aunque de 2000 a la fecha hemos tenido varios años húmedos y se recargaban los acuíferos, el agua se escurría por dentro. Pero este año ha estado muy seco", alertó.
La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad considera que el valle está amenazado por el aumento de la extracción de agua superficial y subterránea para irrigación, la transformación del hábitat, la propagación de especies exóticas, el pastoreo de ganado, la tala de árboles, la extracción ilegal de cactos, la caza furtiva de reptiles, la explotación de yeso y el turismo no regulado.
Los expertos acusan de agotar el caudal hídrico de Cuatrociénegas a los productores agrícolas y, especialmente, a la industria láctea de la zona, que cuenta con unas 500.000 vacas, con una producción de siete millones de litros de leche diarios para el mercado doméstico y las exportaciones.
Cada litro de leche requiere de aproximadamente 2.500 litros de agua, según el reporte "Huella hídrica de las naciones", elaborado por el Instituto para la Educación Hídrica de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
La Comisión Nacional del Agua (Conagua) indica que en la región existen nueve acuíferos, todos sobreexplotados y que aportan anualmente 1.237 millones de metros cúbicos, mientras que su recarga se ubica en solo 868 millones.
Cuatrociénegas es uno de los 55 humedales prioritarios en México dentro de la Convención sobre los Humedales de Importancia Internacional, conocida como Convención de Ramsar, vigente desde 1975.
La desecación del pozo Churince, el más antiguo del ecosistema, trae malos presagios para el sitio, como lo atestiguó el profesor Evan Carson, del Departamento de Biología de la estatal Universidad de Nuevo México, el fronterizo estado de Estados Unidos.
Luego de dos visitas en marzo y mayo pasados, Carson, quien ha estudiado el ecosistema desde 1998, certificó en su reporte "Estado de la fauna acuática del Sistema Churince" la extinción de esa laguna.
El experto concluyó que, "a esta altura, el Sistema Churince es esencialmente un sistema muerto, al menos en cuanto a su condición previa". De esa cuenta, tres especies de peces y dos de caracoles marinos endémicos pudieron haber desaparecido.
"Más especies ambientalmente también han decrecido últimamente en tamaño de la población y cambiado en su distribución geográfica en el sistema", resaltó Carson.
A pesar de que desde 2007 el presidente de México, Felipe Calderón, prometió la inversión de unos 75 millones de dólares, a la fecha sólo se han erogado unos ocho millones.
En septiembre, Conagua firmó un convenio con la Comisión Nacional de Áreas Protegidas para trasladar 100 litros de agua por segundo a Churince, con un incremento a 300 litros en diciembre, pero el acuerdo se suspendió, presumiblemente por presiones de los grandes agricultores.
Los científicos, que empezaron a emitir alertas en 2006 y cuyo llamado sólo cayó en las profundidades del ecosistema, recomiendan una veda a la extracción de agua y la ejecución de proyectos agrícolas alternativos, para maximizar el uso del recurso.
El problema de las autoridades "es que piensan en el agua no como un elemento esencial para la vida sino como algo que se puede vender y comprar", planteó Souza.
"Eso ha causado un ecocidio. Revertir el daño es imposible, pues el agua antigua desapareció. Esa agua profunda está agotándose y sin ella Cuatrociénegas no es nada", afirmó.
La investigadora, quien estima que el sitio no sobrevivirá más de dos veranos boreales en esas condiciones, inició una recolección de apoyo por Internet, que ya superó las 3.000 firmas, para pedir al gobierno el rescate del hábitat.
Souza inició en septiembre de 2010 el inventario de la biodiversidad, a través de un proyecto patrocinado por la oficina mexicana del Fondo Mundial de la Naturaleza y la Fundación Carlos Slim, para "entender quién vive y dónde, desde el más pequeño virus hasta los coyotes, y quién le da a comer a quién".
"Hay intereses económicos muy fuertes de por medio. Que ya no se cultive alfalfa en Cuatrociénagas, porque no rinde beneficios económicos para la comunidad, y que haya una reconversión productiva", arengó Valdés.
La Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés) lanzará el 25 de este mes un cohete con un laboratorio de exobiología llamado Curiosity y que explorará un cráter del planeta Marte, semejante a Churince. Por eso Souza asistirá al despegue.