GUATEMALA: Un millonario puerto inútil

«Ahora es muy peligroso entrar al mar por el gran oleaje. Los pocos que se animan lo hacen para subsistir», lamentó el pescador Venancio Morales, uno de los tantos afectados por el frustrado nuevo puerto de Champerico, situado 224 kilómetros al sudoeste de la capital guatemalteca.

"La empresa no terminó la construcción del puerto, y el canal de entrada al mar se llenó de arena, y ahora para llegar al océano tenemos que arrastrar las embarcaciones y atravesar los tumbos que a veces voltean las lanchas", relató Morales, presidente de la Asociación Pesquera y de Turismo de Champerico.

"Por eso nos quedamos trabajando apenas 20 por ciento de los barcos", aseguró a IPS.

Más de 3.000 personas vinculadas a la actividad pesquera soportan esta situación. "La economía se vino abajo porque muchos compañeros se fueron y eso afecta el trabajo de comercialización", explicó.

Todo se remonta a 2008 cuando el gobierno de Guatemala comenzó la construcción de un nuevo puerto en Champerico, en sustitución del derrumbado muelle de 140 años de antigüedad.
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La obra, cuyo costo supera los 65 millones de dólares, se hizo con recursos de Holanda y contrapartida guatemalteca, mientras la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) cobró arriba de un millón de dólares por administrar los fondos.

El puerto, que consta de dos muelles, cuatro espigones y un rompeolas, fue inaugurado el 17 de agosto de 2009. Pero apenas llegó a funcionar con éxito tres meses y en abril pasado fue clausurado por su inutilidad, según los pescadores del lugar.

El proyecto, construido y supervisado por las firmas holandesas Van Oord y Royal Haskoning, era visto con grandes expectativas por los 20.000 habitantes de Champerico, de vocación pesquera, pues abriría posibilidades no solo en esa actividad, sino también en la industria turística.

"Tendrán un verdadero corredor económico a través del cual vamos a rescatar no sólo los manglares de varias partes de la costa del océano Pacífico, sino que será un estímulo para la explotación marítima, así como la pesca comercial y deportiva", dijo a los lugareños el presidente Álvaro Colom, en su inauguración el 17 de agosto de 2009.

Pero todo fue un fiasco. El canal de ingreso al puerto, que debería contener más de 490.000 metros cúbicos de agua salada para dar paso a las embarcaciones de pescadores al océano, se rellenó con la arena arrastrada por las olas. "Ahora para entrar con nuestras lanchas al mar aprovechamos unos 20 centímetros de profundidad del agua cuando sube la marea, porque las fuertes lluvias que cayeron en esta zona arrastraron todavía más arena al canal", lamentó Morales.

Los pescadores artesanales, además, deben destinar recursos generados por la pesca del día para pagar a un grupo de "jaladores" por arrastrar las lanchas por el canal y cruzar las olas para hacerse a la mar.

Todo este infortunio obligó a las autoridades a presentar una denuncia penal en abril pasado contra los encargados de la obra, las firmas holandesas, la OIM y la gubernamental Empresa Portuaria de Champerico.

"No sirve, esa obra no es funcional", dijo hace pocas semanas el vicepresidente de Guatemala, Rafael Espada, quien reconoció que entre 65 y 78 millones de dólares destinados a esta construcción "fueron tirados a la basura".

El desacierto portuario generó rechazo en el empresariado nacional que veía en el nuevo puerto una serie de oportunidades de desarrollo para este país, que tiene a la mitad de sus 14 millones de habitantes viviendo en la pobreza y 17 por ciento en la indigencia, según datos de la Organización de las Naciones Unidas.

"La interrupción de la obra atentó también contra las expectativas generadas y la oportunidad de desarrollo turístico del sudoeste del país", dijo a IPS Alfonso Muralles, de la Comisión de Turismo Sostenible de la Asociación de Exportadores de Guatemala.

"Generó expectativas para el desarrollo turístico con la posibilidad de ser un puerto de parada de cruceros, a cuyos visitantes se les ofrecería la visita a fincas de café, cacao, macadamia", sitios arqueológicos y manglares, lamentó el empresario.

Los comerciantes y empresarios del puerto también han resentido la inutilidad del muelle. Manuel Rodríguez, un hotelero de Champerico, dijo a IPS que la situación económica del lugar está deprimida. "Antes no alcanzaban los espacios de estacionamiento de vehículos en el hotel los fines de semana, pero ahora se mantiene vacío", confesó.

Rodríguez sostuvo que lo que su sector desea es que los trabajos de construcción del puerto "se terminen como se tenían que hacer, porque no hicieron ni siquiera la tercera parte de lo que se había contemplado".

Además, se quejó del "pésimo" estado en que se encuentra la carretera que llega al pueblo, algo que también impide la presencia de turistas.

Oscar Marroquín, presidente de la Federación Nacional de Pesca Artesanal, dijo a IPS que esta situación vulnera aun más la situación de la pesca en el país, amenazada también por la minería, las camaroneras y otras actividades que "arrojan sus desechos al mar".

Según el activista, los pescadores de Champerico esperan que la construcción del nuevo puerto sea concluida por el gobierno en funciones para que cumpla así los ofrecimientos de desarrollo económico para la localidad.

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