Talento de artesanas indígenas en la moda mexicana

Reina Pérez, una indígena otomí, inserta la aguja en la tela en su hogar de una localidad del central estado de Querétaro, en México, y sus dedos diestros dibujan grecas con hilos de diferentes colores, cuyo destino son vestidos, faldas y blusas.

Reina Pérez muestra uno de sus manteles bordados, fuera de su vivienda Crédito: Emilio Godoy /IPS
Reina Pérez muestra uno de sus manteles bordados, fuera de su vivienda Crédito: Emilio Godoy /IPS
"Una greca me puede tomar una semana, depende del pedido. Si es un mantel o un individual puede tomar más tiempo", relató a IPS Pérez, de 37 años, en su vivienda en la comunidad de Yosphi, de unos mil habitantes, situada en el municipio de Amealco, a unos 200 kilómetros al norte de Ciudad de México.

Pérez, quien aprendió el arte del tejido otomí de su madre y su abuela, es una de las 820 artesanas indígenas de los 18 municipios de Querétaro que trabajan en el proyecto MäKA, que significa "santo" en las lenguas otomí y ñahñü.

El proyecto fue lanzado en agosto de 2010 por el gubernamental Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) del estado.

La línea de ropa, creada por el diseñador Alejandro Medina y las propias bordadoras, suma ya dos colecciones. La segunda participó en noviembre con éxito en la Fashion Week México, la mayor muestra de la moda local y la integran 440 prendas, entre blusas, faldas y vestidos de lino y livorno, un tejido parecido a una gabardina muy fina.
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"Las artesanas producían desde servilletas a blusas, y pensamos cómo se les podía apoyar para su estabilidad económica", dijo a IPS Carolina García, coordinadora del programa "Qué-Arte", uno de los ocho que ejecuta el DIF y del que forma parte MäKA.

El proyecto comenzó con 40 tejedoras, a quienes se les entregaba cada mes paquetes con tela, hilo y el diseño para coser, en una mecánica que se mantiene.

Personal del DIF llega a las comunidades indígenas con los encargos y los textiles se venden en sus tres tiendas a precios que oscilan entre 12 y 37 dólares. MäKA no tiene fines de lucro y los ingresos se reinvierten en comprar insumos, ampliar el proyecto e incorporar a más artesanas.

La confección de ropa se completa en un taller donde se ensamblan los componentes de cada prenda, que también pertenece al DIF y donde laboran otras 14 mujeres.

El objetivo de MäKA es dar a las bordadoras un trabajo seguro, en buenas condiciones y con una retribución adecuada, sin que tengan que abandonar sus hogares y dejar de atender a sus hijos.

Doce de los 112 millones de habitantes de México son indígenas, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Los 62 pueblos originarios padecen discriminación, marginación, desempleo y pobreza, según la Encuesta Nacional de Discriminación de 2010, en una situación que afecta en mayor medida a las mujeres.

En Querétaro hay 60.000 indígenas, pertenecientes a los pueblos otomí, chichimeca, pame, jonace y ximpece, según la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. Sus actividades principales son la siembra de maíz y frijol, además de la artesanía.

"Creo que la termino en dos días. Como nos traen el material, ya no gastamos en pasaje. Nos dijeron que esta semana llegan los nuevos paquetes", contó Rosa Andrés a IPS, mientras se coloca los anteojos y comienza a bordar una pieza. Andrés, de 57 años, tiene cuatro hijos y dos hijas, una de las cuales también trabaja para MäKA.

El pago del DIF a cada artesana varía según su producción, pero en promedio es de unos 25 dólares mensuales. Su ingreso se completa con pedidos que reciben de la gubernamental Casa Queretana de las Artesanías y de compradores privados.

Las otomíes hilvanan en los tejidos las peculiares y refinadas figuras ancestrales de su pueblo, en un saber transmitido de generación a generación, y luego las bordan a punto de cruz. "Con MäKA se da valor a nuestro bordado y hemos mejorado el arte de la puntada, sobre todo las más jóvenes", dijo Pérez.

En una zona con alta emigración masculina, alcoholismo y violencia machista, el proyecto busca asegurar a las mujeres un sustento propio, como un primer paso para promover su autonomía.

Pérez convoca a las artesanas cuando llegan los paquetes con los pedidos y vuelven a reunirse a la hora de la entrega, en una autorganización todavía incipiente. "Todas nos sentimos mejor que antes, las que ya trabajábamos en esto y las que no, son ventajas para nosotras y nuestras familias", explicó.

Antes, cada artesana producía y vendía por su cuenta, casi siempre en las esquinas de la capital de Querétaro, del mismo nombre, de donde la policía las echaba y requisaba su mercancía. "Ahora vamos a lo seguro, podernos quedarnos en nuestra casa, atender a nuestra familia, y no tenemos que invertir nada", abundó Andrés.

En México hay unos 6,8 millones de artesanos, según la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), y enfrentan dificultades en materia de financiamiento, incentivos fiscales, comercialización y difusión.

"Creemos que hay mucho talento, pero pocos apoyos y espacios donde los artesanos puedan mostrar sus productos y tener contacto con compradores nacionales y extranjeros", dijo a IPS Eduardo Maurín, director general de Expo Home Artesanal, una plataforma de negocios que impulsa esa actividad y que realiza una feria anual en la noroccidental ciudad de Guadalajara.

Para superar estas carencias, el Congreso legislativo mexicano estudia un proyecto de ley de Fomento a las Artesanías, que incluye la creación del Instituto Mexicano del ramo y de una comisión parlamentaria de seguimiento de las políticas para ese sector.

Adicionalmente, el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías planea la ampliación de su tienda virtual para facilitar la oferta de las creaciones.

En medio de esta coyuntura, MäKA ha comenzado a dar los pasos para llevar su línea de ropa a Estados Unidos y Portugal, donde hay interesados en sus prendas. El DIF trabaja ya en completar los requisitos para la exportación.

"El proyecto ha sido exitoso. Las artesanas han visto el producto final y han aprendido mucho", evaluó García, quien valoró especialmente que las mujeres "puedan conservar su esencia, permanecer al cuidado de sus familias y lograr autonomía económica".

MäKA estudia la expansión al diseño de joyas, aprovechando la riqueza del estado en piedras como el ópalo, el ónix y la cantera. La producción inicial sería de aretes, collares y pulseras y las artesanas se encargarían de armar los adornos.

"No sabemos si nos van a tocar joyas, tienen que ayudar a toda la gente", dijo Pérez, quien tiene tres hijas y un hijo y cuyo esposo prácticamente perdió la visión por un desprendimiento de retina, lo que la convirtió en sostén única de la familia.

"Nunca habíamos imaginado que nuestro trabajo iba a estar en todos lados", comentó Andrés orgullosa y sonriente, sin perder el hilo de su bordado.

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