La economía de Paraguay crece a un ritmo inusitado que la coloca a la cabeza de América Latina, gracias al repunte en la demanda y los precios de los rubros agrícolas y en particular de la soja, su mayor motor. Pero la duda es si esa bonanza goteará hasta la mayoría pobre de la población.
El Banco Central situó el incremento del PIB durante el primer semestre en 11,7 por ciento respecto a igual periodo de 2009, después que en el segundo trimestre del año la economía paraguaya se puso zancos y creció en 12,2 por ciento, respecto al mismo lapso del año anterior.
"El modelo económico del país es abierto y más de 80 por ciento del PIB se genera en la exportación e importación", dijo a IPS la analista Lila Moliner, al explicar las bases que sustentan un crecimiento económico superior a los esperados en Argentina, Brasil y Uruguay, sus socios en Mercosur (Mercado Común del Sur).
El mayor impulso proviene de una cosecha récord de soja, que en su zafra 2009-2010 alcanzó 7,5 millones de toneladas, 1,5 millones más que la anterior, según informó el lunes 25 la Asociación de Productores de Soja. El ingreso por exportaciones de la oleaginosa alcanzaría los 2.300 millones de dólares.
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Paraguay es el cuarto exportador mundial de soja, por detrás de Brasil, Estados Unidos y Argentina.
Para el economista Manuel Alarcón, las condiciones climáticas favorables jugaron un papel importante en la producción, además de las inversiones inyectadas al sector agropecuario. El crecimiento de 2010 significa una gran corrección respecto a 2009, cuando el PIB cayó en un 3,8 por ciento, debido especialmente a la contracción en 25 por ciento del sector agrícola por graves inclemencias climáticas y por la crisis financiera global.
Para 2011, los pronósticos internos y de organismos internacionales son que la economía retorne a la normalidad, con un crecimiento de cinco por ciento, apenas unas décimas por encima del aumento promedio del PIB paraguayo los últimos seis años, excluyendo 2009.
Pero para los cientistas sociales y los economistas no es claro que esta bonanza llegue a la mayoría de la población de un país que junto con Haití y Nicaragua aparece como la más desfavorecida del continente y donde las desigualdades sociales alcanzan niveles insospechados.
"Esta buena racha no está mal, lo malo es que no tenemos un sistema de protección social sólido que esté ligado a este sector (agropecuario) y carecemos de un mercado interno fuerte", apuntó Moliner.
La analista recordó los bajos salarios en el área agrícola, que se acompaña con reducida cobertura social y médica, lo que deja el amparo social mayoritariamente en manos del Estado.
En Paraguay, con 6,2 millones de habitantes, la población económicamente activa (PEA) está en cerca de tres millones, de los que solo 17 por ciento cuenta con seguro social. Un 30 por ciento del empleo se concentra en el sector primario.
A esto se añade que el sector agropecuario aporta muy poco al fisco, lo que hace que su bonanza represente limitados ingresos para el Estado.
De hecho, la carga tributaria de Paraguay es la más baja de América: 12,4 por ciento, lo que genera muchos ricos con un Estado pobre, una distorsión que el FMI y otros organismos mundiales y regionales insisten que debe corregirse, para ayudar a la mejora de la situación social del país.
En particular el FMI y los demás organismos insisten que es urgente que Paraguay deje de ser la excepción del continente, en no contar con un impuesto a la renta de las personas.
Pero el proyecto para instaurarlo está paralizado en el parlamento, donde el gobierno de izquierda moderada de Fernando Lugo está en minoría. La bancada mayoritaria del derechista Partido Colorado, al que en 2008 el mandatario desplazó del poder tras 61 años de hegemonía, se resiste a aprobar el tributo.
Moliner recordó que los actuales impuestos por exportaciones y de la renta a las actividades agropecuarias son de tan solo 2,5 por ciento, pese a las grandes extensiones de terreno que ocupa.
Datos del Censo Agropecuario 2008 indican que el cultivo de soja ocupa más de 2,4 millones de hectáreas, de un total de 3,3 millones de hectáreas dedicas a la agricultura. El avance de la soja ha desplazado cultivos tradicionales y básicos de la dieta paraguaya, lo que despierta voces alarmadas entre los campesinos.
"Este crecimiento impacta en los intereses para los bancos, en los réditos para grandes exportadores de maquinarias e insumos agropecuarios, pero no impacta en la fuerza de trabajo como debiera", concluyó Moliner. Lugo volvió a insistir este mes en la necesidad de que se apruebe el Impuesto a la Renta Personal, "porque nos permitirá ingresos como para encarar inversiones sociales". Pero el Senado, dominado por los colorados, ya planteó su postergación hasta 2013.
El parlamento también pone trabas al proyecto de presupuesto presentado por el gobierno, que fija el gasto en 8.000 millones de dólares en 2011, con un incremento de mil millones respecto al de este año, en parte para hacer frente a deuda contraída durante la crisis de 2009 y a la instrumentación de nuevos programas sociales.
Paraguay es un país marcado por las desigualdades sociales. Un 20 por ciento de su población sobrevive en pobreza extrema, con menos de un dólar al día, a lo que se suma otro 36 por ciento en pobreza relativa.
En tanto, 80 por ciento del territorio se concentra en manos del uno por ciento de la población. Así que hablar de auge económico, suena a algo muy lejano para la mayor parte de los paraguayos, aunque este año en términos del PIB este país del cono sur de América esté a la cabeza del continente.
