ISRAEL-PALESTINA: La paz depende de máquinas demoledoras

Los enfrentamientos en la disputada Jerusalén oriental volvieron a estallar luego de que Israel aceleró sus planes de demolición de viviendas, dejando a unos 1.000 palestinos sin techo.

Además, Israel continúa despojando de su calidad de residentes a cientos de habitantes de Jerusalén oriental.

Cuatro miembros del Consejo Legislativo Palestino de Jerusalén recibieron la orden de abandonar el país.

Dentro del caldero a presión en que rápidamente se convierte la parte oriental de la ciudad, el barrio de Silwan en un crucial escenario de fricciones.

Esto ocurre tras la aprobación, por parte de la municipalidad jerosolimitana, de la demolición de 22 casas palestinas —otras 66 se encuentran en lista de espera— con el objetivo de dejar espacio para un parque temático judío y una ampliación de los barrios judíos. Todo esto es ilegal bajo el derecho internacional.
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La municipalidad sostiene que las viviendas palestinas se edificaron sin contar con permisos de construcción. Pero los palestinos enfrentan una batalla burocrática casi imposible para obtener esos permisos, pese a una escasez crónica de viviendas.

Simultáneamente, las autoridades israelíes facilitan los asentamientos judíos en Jerusalén oriental, aunque esto viola resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El Comité de Planificación y Construcción Distrital de Jerusalén publicará en breve un nuevo proyecto para la expansión de los barrios judíos en la zona oriental de la ciudad, la mayoría de ellos en tierras que pertenecen a palestinos.

Los soldados israelíes "pueden pasar con las aplanadoras sobre los cadáveres de mis familiares. No abandonaremos nuestros hogares. Prefiero morir antes que ver a mis hijos sin techo. No estoy preparado para vivir en una tienda de campaña", dijo a IPS el contador Fakhri Abu Diab, portavoz del Comité del área de Bustan, en Silwan, que intenta combatir las demoliciones.

Abu Diab, padre de cinco hijos y cuya casa echarán abajo los israelíes, agregó que las demoliciones "dejarán a unos 1.500 palestinos sin lugar adonde ir. Sesenta y dos por ciento de los sin techo serán niños".

Los habitantes de Bustan han intentado cumplir en parte con la municipalidad de Jerusalén. Contrataron arquitectos a un costo elevado para poder presentar un plan alternativo que incorpore áreas verdes a su barrio, y también salvar las viviendas.

"Los planes fueron rechazados de plano porque no encajaban con los planes de judaizar el vecindario", dijo Abu Diab.

La municipalidad de Jerusalén es categórica en cuanto a destruir casas palestinas y desalojar a los habitantes de Silwan, pero no ha mostrado la misma determinación con respecto a los colonos a los que tribunales israelíes les ordenaron abandonar los alrededores.

En 2008, la Corte Suprema de Israel ordenó a un grupo de colonos que desalojaran el edificio de apartamentos Beit Yonatan, ubicado en Silwan.

El alcalde derechista de Jerusalén, Nir Barkat, se negó a sellar Beit Yonatan o a expulsar a los colonos judíos ilegales.

En cambio, los residentes de Beit Yonatan planean contratar a guardias de seguridad privados para desalojar a varias familias palestinas que viven en una antigua sinagoga yemenita ubicada en esa zona.

Otro importante punto de fricciones son las órdenes de expulsión emitidas contra cuatro miembros de Hamás (acrónimo árabe del Movimiento de Resistencia Islámica) radicados en Jerusalén e integrantes del Consejo Legislativo Palestino tras haber sido liberados de prisiones israelíes.

Habían sido encarcelados como represalia luego que, el 25 de junio de 2006, combatientes de Hamás secuestraron al soldado israelí Guilad Shalit.

Tres de los cuatro miembros del Consejo Legislativo Palestino se atrincheraron en la sede de la Cruz Roja en Jerusalén luego que les ordenaron irse del país para esta semana. Ellos dijeron que no abandonarán la oficina hasta que haya una resolución política o diplomática a la crisis.

El cuarto integrante está arrestado por no haberse ido del país hace varias semanas.

Entre quienes los apoyan está la Autoridad Nacional Palestina (ANP), en una inusual muestra de solidaridad con Hamás.

El presidente de la ANP, Mahmoud Abbas, del moderado partido Fatah, recibió a los miembros del Consejo Legislativo en su oficina de Ramalah. Los líderes de algunas congregaciones cristianas de Jerusalén también apoyan a los cuatro palestinos.

Mientras, otros cientos de habitantes de Jerusalén oriental continúan viviendo con temor a perder la residencia, a medida que las autoridades israelíes despojan de la misma a palestinos que vivieron o estudiaron en el exterior durante más de siete años.

Las autoridades israelíes también advirtieron que los palestinos que participen en manifestaciones pueden correr la misma suerte.

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