CAMBOYA: Esperanzas pese a resistencia al paludismo

En la provincia de Pailin, un rincón del occidente de Camboya conocido por las batallas que libró el Jemer Rojo, tiene lugar una nueva guerra, esta vez contra una variante del paludismo que es resistente a los fármacos.

En la primera línea están los equipos de voluntarios que se despliegan allí, cerca de la frontera con Tailandia, para brindar a las comunidades vulnerables "servicios gratuitos de diagnóstico y tratamiento tempranos", en esta región infestada por la malaria.

"Los trabajadores contra el paludismo en aldeas de Pailin son parte de los 3.000 voluntarios que operan en el país y que han sido capacitados para ayudar a detectar tempranamente la enfermedad en las comunidades locales", dijo Nguon Sokomar, del Centro Nacional para el Control de la Malaria, con sede en Phnom Penh.

"Cada aldea tiene dos voluntarios, a menudo procedentes del mismo hogar", agregó.

En el último año esos activistas han trabajado en siete aldeas de Pailin para ayudar a analizar a cerca de 3.000 personas, dijo Nguon en una entrevista telefónica desde la capital camboyana.
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"Son importantes para frenar y eliminar el parásito resistente a la malaria", agregó.

Su trabajo no ha sido en vano. Los análisis realizados por estos voluntarios —algunos de los cuales son agricultores y otros pequeños empresarios— están ayudando a hacer retroceder la resistencia del paludismo a la artemisinina, el componente activo del artesunato, medicamento que se usa contra la enfermedad.

De las 2.782 personas analizadas en las siete aldeas, hubo solamente dos con "falciparum malaria", la cepa que se volvió resistente a la artemisinina, reveló la oficina camboyana de la Organización Mundial de la Salud. (OMS).

El año pasado, estas aldeas formaron parte del área fronteriza afectada por el paludismo, según los funcionarios.

Hasta ahora, lo que ha resultado clave en el avance de la campaña contra este mal es la celeridad con la que se extrajeron las muestras de hombres, mujeres y niños en aldeas como Krochab Krom, Phnom Dambang y Krachab Leu, que se enviaron por taxi al Instituto Pasteur de Phnom Penh, donde se realizan los análisis, señaló la OMS.

Las muestras "se analizan usando tecnología sofisticada —‘reacción en cadena de la polimerasa’— que puede detectar incluso un parásito" del paludismo, señalan los documentos de la OMS.

"El nuevo e intenso programa de análisis es parte de una herramienta recién introducida (en la región) que aspira a hallar —y tratar— todos los casos ocultos de malaria resistente" en esas aldeas, agregan.

"El nuevo régimen de análisis intenta encontrar el parásito, no el síntoma de la malaria", dijo Steven Bjorge, quien está al frente del equipo de la OMS que combate el paludismo en Camboya.

"En el Instituto Pasteur podemos hacer pruebas genéticas masivas, a una escala nunca antes hecha", explicó.

El uso de un taxi para transportar las muestras insume un día de viaje desde Pailin a Phnom Penh, y la velocidad con que se obtienen los resultados de los análisis hace que los aldeanos puedan saber si tienen o no paludismo en por lo menos cuatro días, dijo Bjorge a IPS.

"Esto es importante para tratar a las personas antes de que se vayan de sus aldeas", agregó.

El proyecto en curso, que aspira a eliminar la malaria resistente a los fármacos a ambos lados de la frontera entre Camboya y Tailandia, es parte de un programa de 22,5 millones de dólares financiado por la Fundación Bill y Melinda Gates.

En 2008 se reportaron 247 millones de casos distribuidos en 109 países, según la OMS. Ese año también hubo casi un millón de muertes por paludismo, mayoritariamente entre niños que viven en África.

Actualmente, la artemisinina, que se obtiene de la planta de ajenjo en China, es el antídoto más potente contra la variante más mortal de la enfermedad.

Este producto reemplazó a la otrora potente cloroquina, que luego se volvió resistente al parásito de la malaria. Científicos chinos aislaron la artemisinina en 1972, lo que permitió producir artesunato.

Lo que vuelve tan decisiva a esta zona de Camboya en la lucha contra la enfermedad es que, aunque ahora este país del sudeste asiático tiene una baja incidencia de la misma –en 2009 fue de 6,16 casos por cada 1.000 personas—, se considera que el cinturón que se extiende a lo largo de la frontera con Tailandia es "el epicentro mundial de la malaria resistente a los fármacos".

De hecho, la resistencia a la cloroquina se desarrolló por primera vez en Pailin y en áreas cercanas a la frontera entre Tailandia y Camboya, antes de propagarse por el mundo. Esto se sumó a la notoriedad que Pailin ya tenía como último baluarte del Jemer Rojo, responsable de las muertes de 1,7 millones de camboyanos entre 1975 y 1979.

Pero al mismo tiempo suena la alarma dentro de la comunidad de salud pública, tanto en el ámbito nacional como internacional, ante la necesidad de impedir que también se desarrolle la resistencia a la artemesinina, que ya surgió en la frontera a inicios de 2009.

"Es una preocupación y tenemos que eliminar este problema particular", dijo a IPS François Nosten, profesor de medicina tropical en la Universidad de Oxford.

"No hay evidencias de tal resistencia en ninguna otra parte del mundo", señaló.

"Es muy específica de la frontera camboyana occidental. Hasta ahora no hay pruebas de que haya comenzado a propagarse", añadió.

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