URUGUAY: Cajas de ilusiones

Regla en mano, Fabiana tira líneas con un lápiz sobre una cartulina naranja, mientras aparta su cabello rizado del rostro. A su lado, Fernanda se las ingenia para armar una cajita de cartón, prototipo de las que esperan producir a gran escala cuando el proyecto que integran se transforme en cooperativa.

Las mesas están repletas de lápices, tijeras, escuadras y cartones de colores. No es un taller como tantos sino uno de "Diseño, producción y comercialización de packaging (empaquetado) artesanal", de un proyecto para promover la inserción laboral de la comunidad trans en Uruguay.

Se trata de la segunda experiencia de este tipo en América Latina, que le sigue los pasos a la que se desarrolla en Argentina.

La iniciativa surgió de organizaciones que promueven una política activa de capacitación para el trabajo y luchan contra la discriminación por orientación sexual e identidad de género, como lo hacen la cooperativa Mujer Ahora y el no gubernamental Colectivo Ovejas Negras.

Cuenta con el apoyo del estatal Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop), del programa Proimujer del Ministerio de Trabajo y de la fundación holandesa Mama Cash.
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En Uruguay no hay un estudio pormenorizado de la población trans o con "incongruencia de género" como le llama la Asociación Americana de Psiquiatría, que entiende que el término transexual ha caído en desuso. Pero expertos que trabajan en el área estiman que son unas 5.000 personas y que tienen una expectativa de vida de apenas 35 años.

Los y las trans, que viven y sienten de manera diferente al sexo que les fue asignado, conforman el grupo considerado más vulnerado en su derecho a la salud y al trabajo de toda la diversidad de lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT).

Por años han cargado con el estigma de no ser varones ni mujeres, de ser trabajadoras sexuales sin educación y sin modales, además de las arremetidas de los sectores más conservadores de la Iglesia Católica y de otras organizaciones religiosas contra las operaciones de reasignación de sexo.

Todo ello atenta contra los derechos de la comunidad transexual a la hora de encontrar trabajo digno y la dejó en buena medida recluida a las zonas más oscuras de la ciudad y a las calles para ejercer la prostitución.

Para la socióloga Tania Aguerrebere, integrante de Mujer Ahora, "el curso presenta una alternativa de trabajo real con un perfil de salida de empleo para trabajar en forma dependiente, independiente o mediante un emprendimiento colectivo o cooperativa".

Sin embargo, la experta reconoció que "la inserción laboral no está asegurada, ya que dependerá de cómo el tema se trabaje con la sociedad". Señaló a IPS que la idea es hacer un poco de lobby en ese sentido entre el sector empresarial.

ASIGNATURAS PENDIENTES

Ovejas Negras recorrió los sitios de Montevideo donde se concentra la prostitución para contactarse con trans en esa actividad y darles a conocer el curso de capacitación laboral.

"Aunque muchas no se anotaron, empieza a funcionar dentro de su horizonte de expectativas el hecho de que existen otras alternativas reales al comercio sexual", contó a IPS Diego Sempol, integrante de Ovejas Negras.

"Todavía hay mucha desconfianza, miedo y cuesta creer en algo. Cuando las primeras 20 valientes vean que el proyecto funciona van a dar el empujoncito para que mucha más gente se anime", agregó.

Por su parte, Mujer Ahora se encargó de analizar varias posibilidades, realizar estudios de mercado y elegir un rubro.

La elección del curso de packaging (empaquetado) fue porque eso cobra importancia en un mundo cada vez más dominado por la imagen, en el que los productos entran primero por los ojos, explicó a IPS la educadora social Giselle Rodríguez, integrante de Mujer Ahora. "Además comprobamos que hay demanda importante de estos productos", indicó.

El programa de capacitación incluye 430 horas de clases de diseño, proyecto ocupacional, salud ocupacional, informática, derecho laboral, diversidad y género. Las alumnas tienen un viático de 4.800 pesos (250 dólares) mensuales si cumplen con la asistencia requerida.

Entre los objetivos también figuran la reflexión en conjunto sobre los modelos de feminidad y masculinidad. Los conflictos y las vivencias son compartidas con psicólogas en un espacio de plenario y, al término de la capacitación técnica, se dan clases de estética y arreglo personal, en la que se les instruye en cómo mejorar la imagen de acuerdo a su estilo.

"No se trata sólo de hacer cajitas", narró Fabiana a IPS. "También nos enseñan cómo presentarnos cuando viene un cliente, la forma de presentarse para encontrar un buen trabajo e ingresar al mercado laboral", detalló.

Para "Manteca", como se identifica una de las alumnas, la experiencia es como "volver a la escuela". "Es bueno que tengamos otro punto de vista de la vida y que la gente nos vea de otro modo, todo lo cual nos da ganas de superarnos", dijo a IPS.

A su vez, Florencia, de 21 años, contó a IPS que trabaja como prostituta y que se acercó al curso buscando un nuevo medio para ganarse la vida. El "simple hecho de estar estudiando te cambia la actitud como persona, empezás a ser una mujer totalmente distinta", comentó. Si todo sale bien tiene pensado abandonar el trabajo en la calle.

"Es histórico, es la primera vez que existe una política pública orientada a una población vulnerable y eso es muy auspicioso. Estamos construyendo democracia en un sentido real", dijo Sempol, en referencia al plan que sustenta el Inefop y el programa Proimujer desde el pasado gobierno izquierdista de Tabaré Vázquez (2005-2010).

Rodríguez destacó que mediante este programa los derechos salen del discurso para cumplirse de manera real. "Esto no habría sido posible si el Estado uruguayo no reconociera que se requieren políticas focalizadas de inclusión social a través del trabajo", puntualizó.

Uruguay dio un paso importante en 2009 con la promulgación de una ley que habilitó el cambio de nombre y sexo, pero todavía resta dar otros tantos. "La gente está entendiendo que hay que darle un espaldarazo a esta parte de la población", concluyó ante IPS la activista trans y coordinadora del curso, María Paz Gorostizaga.

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