Objetivos del Milenio requieren desarrollo, no caridad

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) vieron la luz en el lugar adecuado, la ONU, pero en el momento más inoportuno, en septiembre de 2000, cuando todavía imperaban en el mundo las ideas económicas sobre la supremacía del mercado.

Ese nacimiento ha signado en gran parte la suerte de las metas del milenio, ideadas para eliminar, o reducir drásticamente, en 2015, algunas de las rémoras sociales y económicas, como el hambre, la pobreza extrema, el analfabetismo o la desigualdad de géneros, que impiden la consolidación de sociedades más avanzadas e igualitarias en el mundo.

Esa plataforma fue adoptada en una sesión especial de la Asamblea General de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) y suscripta, con sus respectivas metas e indicadores, por los gobiernos del mundo.

A pesar de la deficiencia original, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (Unctad) reconoce que los ODM son la mejor política de desarrollo que el foro mundial haya concebido en sus 65 años de vida.

"Los ODM son una cosa maravillosa", se entusiasmó este viernes Supachai Panitchpakdi, secretario general de la Unctad.
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Sin embargo, los expertos de la Unctad sostienen que los ODM sólo están fundados en el credo del mercado dominante en las décadas de 1980 y 1990 y regido en los preceptos del llamado Consenso de Washington, que prescribía el debilitamiento del Estado y el dominio económico de las fuerzas del mercado.

Supachai recordó que esa concepción aseguraba que el mercado resolvería todos los problemas económicos de los ODM.

"Si haces lo correcto, te comportas bien, pones orden en tu presupuesto y comercias de manera adecuada, tendrás tu recompensa. Eran los mandamientos de ese ideario", dijo el jefe de la Unctad. "Pero nada de eso ha ocurrido", comprobó.

De los ocho objetivos, solo dos se ocupan claramente de aspectos económicos. El primero se propone reducir a la mitad, para 2015, el porcentaje de personas que en 1990 tenían ingresos inferiores a un dólar por día.

A esta primera meta se le agregó posteriormente, por presión de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el compromiso de lograr empleo pleno y productivo, y trabajo decente para todos, incluyendo a las mujeres y los jóvenes.

El octavo objetivo aspira a acrecentar el desarrollo de un sistema comercial y financiero abierto, basado en normas, previsible y no discriminatorio. También contiene cláusulas en favor de los países menos adelantados y de otras naciones marginadas y endeudadas.

El resto de los ODM se refieren a los aspectos sociales, como la enseñanza primaria, la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer, y a cuestiones primordiales de salud, además de una meta de sostenibilidad ambiental.

De acuerdo con la concepción de la época, el mercado se encargaría de los objetivos de índole económica y sobre la ONU recaerían las responsabilidades de las metas sociales.

Por esa razón, las asignaciones de fondos provenientes de la ayuda oficial al desarrollo (AOD) dejaron de orientarse hacia las actividades económicas, como las inversiones en agricultura, en industrialización y en infraestructura, y se encaminaron hacia las áreas sociales.

"Eso no fue equivocado; pero el error consistió en que no hubo un equilibrio, se produjo un desplazamiento total de la inversión en las actividades económicas hacia las sociales", dijo Supachai.

La Unctad examinará los días 8 y 9 de junio, en la sesión anual de su Junta de Comercio y Desarrollo, el órgano de control de la institución, un estudio que fijará su posición ante los ODM.

El documento de la Unctad será presentado a una reunión de alto nivel de la asamblea general de las Naciones Unidas, que en septiembre analizará los progresos alcanzados por los ODM.

Supachai observó que se han alcanzado varios logros en áreas como la matriculación de la enseñanza primaria y también en cuestiones de género. Acerca de la reducción de la pobreza, Asia ha obtenido avances decisivos, amplió.

También África presentó mejoras en reducción de pobreza hasta que se desató la crisis financiera, alimentaria, energética y ambiental. Ahora, con una cifra cercana a 30 millones de nuevos desempleados, ese continente ha vuelto a retroceder.

Pero del estudio de la Unctad se desprende que los países de Asia que alcanzaron avances claros contra la pobreza no habían invertido solamente en las áreas sociales, sino también en actividades productivas.

De esas observaciones, los expertos deducen que los ODM pueden haber fallado en una cuestión importante: carecen de metas en materia de crecimiento económico y de empleo.

Si vamos detrás de todo tipo de metas sociales sin haber atendido los objetivos de crecimiento y empleo, ¿cómo vamos a financiarlas?, cuestionó Supachai.

Ante esa encrucijada, los países pobres dependen de "las limosnas de los donantes, pero ésta no llega". El déficit de la AOD, de unos 20.000 millones de dólares anuales, se remonta al compromiso asumido en 2005, en Gleneagles, Escocia, por los siete países más poderosos, integrantes del Grupo de los Ocho (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia).

La suma faltante se eleva ya a centenares de miles de millones de dólares y no será saldada en el futuro inmediato, vaticinó Supachai.

La Unctad entiende que la AOD tiene un comportamiento cíclico y que para contrarrestar sus efectos se necesita una asistencia anticíclica, que se ponga en funcionamiento cuando los donantes se retraen.

Otra recomendación de la Unctad es la orientación de las inversiones, públicas y privadas, como también las políticas monetarias y fiscales, hacia las áreas productivas, "porque necesitamos vincularlas con la creación de empleo".

A la agencia de la ONU le preocupa el aumento de las desigualdades, un factor que se ha deteriorado hasta el punto de que puede conducir al desorden social, según Supachai.

La Unctad pretende que los ODM sean presentados ahora a la luz del "crecimiento con inclusión", un estadio que los expertos de la institución definen como "círculo virtuoso", que puede ser alcanzado mediante inversiones en actividades económicas que luego se traducirán en inversiones en actividades sociales.

De lo contrario, no habrá círculo virtuoso ni tampoco se alcanzarán los ODM, advierten los expertos.

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