Traumas de la deuda argentina

La voluntad del gobierno argentino de reestructurar una porción de su deuda externa en cese de pagos desde 2001 coloca al país en vías de regresar al mercado de capitales, pero el trayecto será largo.

"La propuesta de un nuevo canje de deuda es buena y tendrá una alta adhesión, pero no alcanza", dijo a IPS el economista Diego Giacomini, de la firma consultora Economía y Regiones, para quien la iniciativa lanzada el jueves 15 fue tardía.

La propuesta de reestructuración que anunció el Ministerio de Economía "hubiera tenido un mejor resultado en 2006", precisó Giacomini en referencia al período en que Argentina tenía mayor holgura en sus cuentas fiscales.

Ahora, con la economía apenas recuperándose después de un año de retroceso y con una inflación que estimaciones privadas colocan en 30 por ciento anual, pocos creen que se produzca un salto en la inversión aunque sí un mayor endeudamiento.

Debido a la liquidez que domina el mercado internacional tras la crisis global de 2008 y 2009, es probable que Argentina vuelva al mercado del crédito, pero para que la recuperación sea vasta se necesitan otras medidas, dicen los expertos.
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"Resolver el problema de los ‘holdouts’ (los tenedores de bonos que no tomaron parte en la reestructuración de la deuda en 2005) es una condición necesaria pero no suficiente", dijo a IPS un economista que asesora a bancos y grandes empresas, pero que elige hablar con los medios de comunicación desde el anonimato.

"Es una medida beneficiosa, pero aún hay que resolver los atrasos de la deuda con el Club de París", recordó aludiendo al endeudamiento con países industrializados que, con intereses asciende a unos 7.500 millones de dólares y sigue pendiente de pago.

"Es probable que se facilite un poco el acceso a los mercados internacionales de crédito, pero dudo que este acceso sea lo suficientemente amplio para solucionar las necesidades de financiamiento del gobierno y atraer nuevas inversiones", añadió.

Para lograr esas metas, dijo la fuente, el gobierno debe adoptar "otras medidas que contribuyan a solucionar los problemas fiscales, que resuelvan las distorsiones de precios relativos y que ataquen la inflación", remarcó.

En esos puntos coincidió Giacomini. "Argentina necesita inversiones en volúmenes que le permitan aumentar la oferta, pero para eso se necesita credibilidad, reglas claras y un discurso amigable con el capital privado", dijo.

Argentina se declaró en cese de pagos en diciembre de 2001, poco después del colapso económico, social y político del país que se manifestó en la renuncia del entonces presidente, Fernando De la Rúa, que gobernaba desde 1999.

Semanas antes de esa dimisión, el gobierno había encontrado enormes dificultades para afrontar vencimientos, y el 23 de diciembre de ese año, el mandatario en funciones Adolfo Rodríguez Saá, que se mantuvo en el cargo apenas una semana, anunció el cese de pagos.

La decisión, recibida con alivio en este país, tuvo sin embargo un alto costo. Argentina quedó excluida del mercado voluntario de deuda hasta ahora, pese a los esfuerzos por volver a tomar créditos.

En 2005, con la economía ya en franca recuperación, el entonces presidente Néstor Kirchner (2003-2007), lanzó una propuesta de reestructuración mediante un canje de bonos, una quita de capital y el aplazamiento de los pagos.

La oferta fue aceptada por 76 por ciento de los tenedores de bonos que representaban una suma de 81.800 millones de dólares. Pero 24 por ciento de los bonistas no aceptaron las condiciones. La prensa argentina ya popularizó un nombre, los holdouts, tenedores individuales e institucionales.

En 2006 Kirchner canceló la deuda con el Fondo Monetario Internacional.

Pero la desconfianza persistió por el remanente de bonos impagos y el endeudamiento con el Club de París. Desde el cese de pagos, el único país que aceptó colocar bonos argentinos fue Venezuela, y lo hizo a una tasa de interés de 15 por ciento.

La nueva oferta para tenedores de unos 20.000 millones de dólares implica una quita de 66 por ciento para bonistas institucionales—que son mayoría— y arrancará en 10 días. A los inversores minoristas, los intereses se pagarán en efectivo y sin quitas.

Este nuevo canje, que distribuirá los tres tipos de papeles que se emplearon en 2005, comenzará una vez que los entes reguladores de Europa y Japón habiliten el canje, y se mantendrá abierto por 30 días.

El ministro de Economía, Amado Boudou, explicó que la nueva propuesta apunta a reinsertar al país en el mercado voluntario de deuda y a bajar el costo del financiamiento para las empresas.

"Este canje no es una cuestión exclusiva del sector financiero porque impulsará una baja de tasas de interés, la posibilidad de potenciar la inversión y los puestos de trabajo", auguró.

La idea es que las empresas accedan al financiamiento internacional a tasas en torno de 8,7 por ciento, para aumentar la producción y de esa manera lograr la baja de precios. "El próximo paso", adelantó, será regularizar la deuda con el Club de París.

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