RUANDA: ONU recuerda lo imposible de olvidar

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, prometió que la comunidad internacional nunca más se quedaría de brazos cruzados ante una masacre como la perpetrada hace 16 años contra la población civil de Ruanda.

La resistencia de numerosos miembros del Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) dificultó la labor de la Misión de Asistencia a ese país, lo que impidió salvar la vida de cientos de miles de personas.

"Qué diferente habría sido todo si la comunidad internacional hubiera actuado de forma correcta y a tiempo", señaló Ban.

"La mejor forma de recordar a quienes perdieron la vida de forma trágica en Ruanda es comprometer nuestra determinación a evitar otro genocidio", declaró el martes, cuando la ONU rememoró la masacre de 1994.

El 6 de abril de ese año, la guardia presidencial, el ejército, la policía y conocidos empresarios ruandeses llamaron a matar a integrantes de la etnia tutsi y a hutus moderados. Unas 800.000 personas fueron asesinadas con machetes, pistolas, palos y la mera fuerza bruta en menos de 100 días.
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La ceremonia de este año, organizada en conjunto con la Misión Permanente en Ruanda, contó con velas y un espectáculo musical en el que actuaron jóvenes ruandeses y músicos internacionales y se proyectó el filme documental "As We Forgive" (mientras perdonamos).

Los sobrevivientes y los ruandeses, en general, siguen sintiendo las consecuencias del genocidio 16 años después, subrayó Eugène-Richard Gasana, representante permanente de Ruanda en la ONU.

"Todavía es necesario expandir la capacidad de los programas para tratar problemas psicológicos e invertir en nuevos que ayuden a superar traumas subyacentes", apuntó. "Afrontamos el desafío de la reconciliación de nuestro pueblo, de reconstrucción de nuestra economía y de restauración de nuestra dignidad y amor propio", añadió.

La comunidad internacional debe aprender de sus fracasos en Camboya, Ruanda y la oriental localidad bosnia de Srebrenica, señaló Edward Luck, asesor especial para responsabilidad de proteger.

"Tenemos que entender que la responsabilidad de proteger es permanente, es de los gobiernos, de los grupos armados, de las organizaciones internacionales y de las personas", apuntó.

"Tener que reconocer que todavía nos esforzamos por encontrar formas más seguras de evitar un genocidio y promocionar la responsabilidad de proteger da para pensar", añadió.

Ban divulgó en enero de 2009 un documento que detalla tres elementos importantes de la responsabilidad de proteger: la del Estado, la asistencia internacional y la construcción de capacidades y saber dar una respuesta decisiva en el momento preciso.

"El debate sobre los tres pilares seguirá. Pero la comunidad internacional adopta una postura firme y solidaria contra el genocidio, los crímenes de guerra y contra la humanidad y la limpieza étnica", señaló Ban.

Antes de prevenir hay que crear sistemas de control y mecanismos de alerta temprana para intervenir de inmediato, dijo a IPS Gasana, refiriéndose a los tres pilares.

"Es una cuestión de liderazgo. Tenemos que involucrar a todo el mundo pues vivimos en una aldea global. Sólo es sentarse a hablar, tan simple como eso, sin prejuicios", apuntó.

El Tribunal Penal Internacional para Ruanda dictó los tres primeros fallos de la historia para un órgano de ese tipo.

"Esa y otras medidas judiciales enviaron un mensaje claro a los genocidas y a quienes intenten perpetrar acciones similares. Sencillamente, sus atroces delitos no quedarán impunes", añadió Gasana

También da esperanzas a sobrevivientes de masacres como la ruandesa Jacqueline Murekatete, quien perdió a su familia cuando tenía nueve años.

Murekatete compartió su experiencia de una integrante de la etnia tutsi que vivió en un país donde su origen era un delito que se castigaba con la muerte.

"Hoy recuerdo el inolvidable día en que me enteré que mi familia había sido sacada a la fuerza de la casa y arrastrada hasta un río cercano donde asesinaron a todos como si fueran animales", relató.

"Hoy recuerdo las noches en que escuchaba el llanto de niños y niñas porque les habían arrancado brazos y piernas", añadió.

La matanza dejó más de un millón de huérfanos en Ruanda.

Tras el genocidio, ese país tuvo la mayor proporción de jefes de familia menores, unos 42.000 hogares donde se críaron unos 101.000 niños y niñas.

Entre 100.000 y 250.000 mujeres fueron violadas en los tres meses que duró el genocidio y muchas se infectaron con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).

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