Minorías en peligro en Sudán, Rusia y Filipinas

Las amenazas a las minorías étnicas o culturales, muchas veces víctimas de masacres y genocidios, se incrementaron notoriamente en tres países: Sudán, Rusia y Filipinas.

Así lo señala un nuevo estudio presentado este martes por la organización Minority Rights Group International (MRG), según el cual "los gobiernos con más probabilidad de matar a su propio pueblo son los que ya lo han hecho antes".

El informe anual, titulado "Pueblos bajo amenaza", indica que esas tres naciones fueron las que más escalaron en el ranking mundial 2010.

"El que más avanzó en la tabla este año fue la Federación Rusa, saltando siete lugares", dijo a IPS el director ejecutivo del MRG, Mark Lattimer.

Se trata del quinto estudio anual de la organización, con el que busca identificar a los pueblos y grupos sociales más vulnerables ante posibles genocidios, masacres o represiones sistemáticas.
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Somalia, Sudán, Iraq y Afganistán lideraron en ese orden el ranking general de 2010. Pakistán, uno de los que más creció en los últimos dos años, quedó sexto detrás de Birmania.

A pesar de que sus gobiernos afirman haber hecho progresos últimamente, Somalia e Iraq permanecen entre los primeros tres.

Tanto la etnia bantu como la gaboye en Somalia, y numerosas minorías en Iraq, siguen sufriendo persecución.

Aunque reconoce carecer de suficientes informes, el estudio señala que la situación para las minorías se ha agravado tanto en la república separatista rusa de Chechenia como en las vecinas Ingushetia y Dagestán.

Tras los recientes atentados con bomba en trenes subterráneos de Moscú, la situación en Chechenia es peligrosamente similar a la que prevalecía en 1999, antes del inicio de la segunda ofensiva rusa, que causó la muerte de por lo menos 25.000 civiles.

Consultado sobre el papel del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la protección de las minorías, Lattimer destacó que ese órgano había criticado el desempeño de esos tres países.

Pero para adoptar cualquier medida punitiva o sanción se necesita una resolución del Consejo de Seguridad, puntualizó

Tras el envío de una misión de la ONU a Sudán, el Consejo de Seguridad derivó el caso de ese país a la Corte Penal Internacional, que ordenó el arresto el año pasado del presidente Omar Al Bashir.

Pero, como miembro permanente y con poder de veto en el Consejo de Seguridad, Rusia puede bloquear cualquier tipo de sanción contra Jartum, señaló Lattimer.

No obstante, Moscú "es sensible a las críticas de instituciones europeas, como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que ha censurado a Rusia por su conducta en la guerra chechena", añadió.

El estudio también señala que, desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, los conflictos en todo el mundo son vistos como guerras religiosas, incluso luchas de minorías que llevan décadas.

"Se trate de Sudán del Sur, del norte del Cáucaso, de Mindanao, de Yemen o de Xinjiang, hay una tendencia, particularmente en Estados Unidos, a destacar los aspectos religiosos de situaciones que hace apenas unos pocos años eran regularmente descritas como conflictos étnicos", indica.

De hecho, podría decirse que las diferencias étnicas y religiosas han sido en realidad exacerbadas por los políticos, a nivel nacional e internacional, tanto para movilizar poblaciones como para estigmatizar a determinadas comunidades, concluye la investigación.

Pero las verdaderas raíces de esos conflictos no son la religión, sino la marginación económica prolongada de determinadas comunidades y sus aspiraciones a una mayor autonomía.

Desde los atentados de 2001, gobiernos de diferente tinte político se han vuelto más proclives a justificar la represión contra las minorías bajo la bandera de la guerra al terrorismo, particularmente, pero no exclusivamente, contra las minorías musulmanas.

Finalmente, el estudio alerta que si los gobiernos creen que los conflictos se tratan puramente de religión, entonces efectivamente se convierten en tales.

"Y una vez que las divisiones religiosas se afianzan más, los conflictos se vuelven más difíciles de resolver", alerta.

Consultado sobre la efectividad del Consejo de Derechos Humanos, Lattimer sostuvo que seguía siendo un foro útil para examinar el desempeño de un país en materia de respeto a las minorías, pero opinó que se movía lentamente y estaba limitado a realizar críticas en vez de actuar.

"Es también un organismo constituido por estados, donde los poderosos pueden usar su influencia para apagar las críticas", indicó.

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