ELECCIONES-IRAQ: Entre la calma y el caos

Las próximas elecciones parlamentarias en Iraq son consideradas una medida del avance del país hacia la estabilidad, pero también podrían ser un factor desestabilizador, mientras Estados Unidos se prepara para retirar parte de sus tropas del territorio que invadió en 2003.

Un país volátil y dividido, Iraq intenta recuperarse con desesperación tras décadas de guerra y dictadura. Washington fomenta las elecciones con la esperanza de que se conviertan en el medio que resuelva los conflictos políticos.

Estados Unidos espera que tras las elecciones de marzo surja un Iraq más estable que permita el retiro a tiempo de sus soldados en agosto, pero la creciente tensión en partes del territorio iraquí amenazan con sumarse a la infinidad de problemas del país.

La decisión que tomó la Comisión de Responsabilidad y Justicia (CRJ) de Iraq el 7 de enero de impedir la participación electoral de 14 grupos políticos, en su mayoría representantes de árabes sunitas, en los próximos comicios podría transformarlos en un vehículo de mayor inestabilidad.

La CRJ, encargada de asegurarse que antiguos y actuales dirigentes del Partido Baath, del ex presidente Sadam Hussein, no vuelvan al gobierno, señaló que su decisión se basó en nuevas "evidencias" que demuestran conexiones entre los 14 grupos y el partido.

El más destacado de esos grupos es el Frente del Diálogo Nacional, dirigido por el político sunita Salih Mutlak, que ha participado en la política del país en los últimos siete años a pesar de sus complicadas relaciones con muchos grupos árabes chiitas y kurdos.

Las elecciones se consideran fundamentales para reintegrar la minoría árabe sunita al proceso político iraquí, al otorgarle representación proporcional en el sistema de gobierno del país y así obligarla a renunciar a la insurgencia.

El territorio de los árabes sunitas – que ocupaban la mayoría de los cargos jerárquicos en el gobierno de Sadam Hussein – se transformó en el campo de batalla principal de una lucha sangrienta entre los insurgentes, por un lado, y el gobierno iraquí y las fuerzas de Estados Unidos, por el otro.

Central para los planes de reconciliación nacional, como espera Washington, es el retorno de elementos más moderados del Partido Baath a la política. Aunque prohibido en Iraq, se cree que el partido está presente fuera de sus fronteras, especialmente en Siria.

Si la comisión electoral la aprueba, la exclusión de los comicios de los 14 partidos podría alienar a sectores importantes de la población árabe sunita, especialmente dada la creciente popularidad que Mutlak tiene entre los electores sunitas, como demostraron las elecciones de fines de 2008.

La organización de Mutlak también tuvo éxito en las elecciones provinciales de 2009, quedando segundo entre varios grupos sunitas.

La exclusión de los 14 partidos "tendrá graves consecuencias y limitará la representación sunita, y cambiará especialmente su actitud hacia las autoridades", dijo a IPS Joost Hiltermann, de la organización International Crisis Group, que publicó varios informes sobre los conflictos internos de Iraq.

Desde fines de 2007, importantes grupos sunitas abandonaron la insurgencia con la esperanza de encontrar su lugar en la política iraquí, pero la tensión sigue caracterizando sus relaciones con el gobierno dirigido por chiitas desde Bagdad.

Al calificar la decisión de la CRJ de ser "política y vinculada a la voluntad foránea", Mutlak pareció acusar implícitamente al primer ministro Nuri Al Maliki de ser el responsable de la misma.

El presidente de la delegación del Parlamento Europeo para las relaciones con Iraq, el legislador escocés Struan Stevenson, mencionó las "posturas intransigentes" de Mutlak contra la "injerencia" de Irán en Iraq como la "verdadera" razón tras la decisión.

En una estrategia ambiciosa, Mutlak sumó fuerzas con el ex primer ministro laico Ayad Allawi, un árabe chiita, y con el actual vicepresidente Tariq Al Hashemi, un árabe sunita, y formó la poderosa coalición Al Iraqia, para las futuras elecciones.

Mutlak prometió buscar la anulación de la decisión a través de la Corte Suprema o, de ser necesario, la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Otros dirigentes de Al Iraqia amenazaron con boicotear las elecciones si se mantiene la postura de la CRJ, algo que podría alejar a los sunitas de la participación electoral.

La tensión entre los grupos políticos en Bagdad no es nada nueva, pero las elecciones la han recrudecido también en la zona más segura y estable del país: Kurdistán.

En las últimas semanas, la tensión entre el partido del presidente iraquí Jalal Talabani y el principal grupo opositor kurdo, Gorran (Cambio), alcanzó un grado alarmante. Varios militantes de Gorran fueron atacados por desconocidos, y uno fue asesinado en la provincia de Sulaimaniya, la sede del poder de Talabani.

Las declaraciones de los encargados de prensa de ambos partidos son cada vez más hostiles, así como las reuniones donde Talabani y el actual líder de Gorran, Noshirwan Mustafa – que en el pasado fuera su segundo al mando –, se acusan mutuamente de sus actitudes pasadas y actuales en la política kurda.

Las tensiones hacen temer por un brote de violencia en Kurdistán. Los dirigentes políticos kurdos convocaron una reunión urgente el domingo 10 para discutir la situación, y exhortaron a los partidos hostiles a ejercer el autodominio y cesar la guerra mediática.

"No permitiremos que un kurdo derrame la sangre de otro kurdo. Es verdad que tenemos opiniones distintas, pero estas diferencias deben resolverse en el Parlamento… y no profundizarse para perturbar la situación (de seguridad) de Kurdistán", señaló una declaración de la oficina de Barzani tras la reunión del domingo.

La población kurda sufrió una sangrienta guerra civil a mediados de los años 90 entre distintos grupos, especialmente entre la Unión Patriótica de Kurdistán (PUK), de Talabani, y el Partido Democrático de Kurdistán (KDP), que provocó miles de muertes.

Aunque los kurdos evitaron que Kurdistán quedara atrapado en la turbulencia que afectó a Iraq tras la invasión dirigida por Estados Unidos en 2003, las elecciones amenazan con más inestabilidad, ya que los partidos titulares no parecen dispuestos a entregarle el poder a grupos nuevos como Gorran.

Gorran, una coalición de personas con diversos antecedentes políticos, sorprendió a muchos en Kurdistán y en el exterior cuando derrotó a la alianza de la PUK y el KDP en Sulaimaniya, durante las elecciones parlamentarias kurdas en julio pasado.

Sulaimaniya es la mayor y más poblada de las tres provincias que conforman la región autónoma de Kurdistán. Ha sido la base de poder de la PUK de Talabani durante décadas. Su rival en el pasado y actual aliado, el KDP, domina las otras dos provincias y está menos amenazado por Gorran.

Ahora, a medida que se aproximan las elecciones parlamentarias de Iraq, Gorran está decidido a repetir la victoria, mientras la PUK pretende evitar otra pérdida. Un mal resultado para la PUK limitaría seriamente las posibilidades de Talabani de recuperar la presidencia iraquí y también podrían llevar al partido a los márgenes de la política kurda.

El resentimiento popular por la administración conjunta del KDP y la PUK en la región en los últimos 18 años abonó el terreno para el surgimiento de Gorran. Este grupo, que ahora cuenta con 25 bancas en el parlamento kurdo de 111 legisladores, prometió darle más transparencia al gobierno y combatir la corrupción y el nepotismo político, endémicos en la zona.

Por el momento, a pesar de las irregularidades y las innumerables quejas, con la ayuda y la intervención de Estados Unidos y la ONU, los iraquíes han celebrado elecciones cuyos resultados fueron en gran medida aceptados por la mayoría de los grupos.

A menudo, durante estos períodos de tensión, Estados Unidos actuó como intermediario y mantuvo el proceso político en funcionamiento. La cuestión, como señala Hiltermann del ICG, es si los iraquíes podrán celebrar elecciones justas una vez que los soldados de Washington se hayan retirado.

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