ELECCIONES-CHILE: Celebración en los extremos

«No sabemos cómo gobierna la derecha elegida democráticamente, pues no la tenemos desde 1958», dijo la feminista María Pía Matta, tras conocerse el triunfo en las elecciones de Sebastián Piñera, que lo habilita a competir en segunda vuelta con muchas posibilidades de llegar a la presidencia de Chile.

"Lo otro fue un golpe de Estado", comentó Matta a IPS, marcando una posible diferencia entre lo que fue la dictadura de Augusto Pinochet (1915-2006), apoyada por la derecha civil, y un eventual gobierno de la coalición liderada por el millonario Piñera si logra superar el 17 de enero al candidato de la gobernante Concertación de Partidos por la Democracia, Eduardo Frei-Ruiz Tagle, que quedó segundo el domingo.

Matta, directora de la Corporación de Desarrollo de la Mujer La Morada, niega que exista temor en Chile por un eventual gobierno de la derecha, pese a que acompañó los 17 años de la dictadura que derrocó al socialista Salvador Allende (1970-1973). "No sabemos cómo gobierna esta nueva derecha", insistió.

Mientras la derecha fue la gran ganadora pese a que no pudo alcanzar el sillón presidencial, en las elecciones para renovar el parlamento fue el Partido Comunista el otro que festejó, al lograr su ingreso a este cuerpo por primera vez desde la recuperación de la democracia.

Los chilenos se pronunciaron confirmando las proyecciones de las encuestas, resultando ganador un candidato de derecha repitiendo así lo hecho en 1958 por Jorge Alessandri (1896-1986).
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Ninguno de los candidatos obtuvo la mayoría absoluta requerida para acceder directamente a la presidencia, posponiendo así la batalla final, en la cual Frei-Ruiz Tagle corre serio riesgo de dejar fuera del gobierno a la Concertación tras 19 años de ejercerlo.

El Ministerio del Interior con el conteo primario de votos en su página de Internet indica que Piñera recoge 44,05 por ciento de los más de 6,9 millones de votos válidos, seguido del democristiano Frei-Ruiz Tagle con 29,60 por ciento, del independiente Marco Enríquez-Ominami con 20,13 y del candidato de la izquierda extraparlamentaria, Jorge Arrate, con 6,21 por ciento.

Nataly Orozco, estudiante de pedagogía que sufragó en el centro de Santiago, señaló a IPS que su "esperanza es que valga la pena" un triunfo de la derecha. "Yo creo que hay mantener lo que está y mejorar muchas cosas, como la educación, la salud, porque en Chile estamos claros que no mejora todo", señaló la universitaria.

Para Sandra Aguilera, en cambio, Frei-Ruiz Tagle encarna lo que el país necesita. "Se han hecho muchas cosas, el país ha estado estable y en crecimiento, ha pasado por una crisis económica muy fuerte en la cual nosotros no hemos sido grandemente impactados", enfatizó ante la consulta de IPS.

"Hay cosas que hay que hacer, hay que darle oportunidad más a los jóvenes y a nuevas generaciones de políticos, pero eso lo podemos hacer a través de la Concertación", conformada por los partidos Socialista, Demócrata Cristiano, Por la Democracia y Radical Socialdemócrata, añadió.

ROMPIENDO LA EXCLUSIÓN

Analistas destacan que el alto apoyo a la candidatura de Enríquez-Ominami, apartado del socialismo por el que llegó al Congreso, ha sido una muestra del descontento de una parte de la población que en el pasado había votado a la Concertación. Pero que también da luces de nuevas fuerzas políticas que podrían reconfigurar la escena nacional.

"Enríquez-Ominami tiene un contingente que, si él lo organiza y si pone recursos pertinentes y lo trabaja orgánicamente, puede ser un nuevo referente político en el país", indicó a IPS Gustavo Martínez, cientista político de la estatal Universidad de Chile.

Pero los comicios también comprendieron la renovación parcial del Senado y la totalidad de la Cámara de diputados, a donde pudo ingresar por primera vez desde el retorno de la democracia el Partido Comunista (PC), con tres representantes.

"A romper la exclusión", fue una de las consignas de la coalición Juntos Podemos, liderada por el PC junto a otras fuerzas de izquierda de menor caudal electoral, que el sistema binominal (sólo los dos más votados por distrito) les había cortado hasta ahora toda posibilidad de acceder al Congreso legislativo.

Ante el fracaso de los intentos por reformar este sistema para permitir uno realmente representativo, la Concertación llegó a un acuerdo con Junto Podemos para que este último intercalara candidatos propios en las listas oficialistas.

Los izquierdista que finalmente lograron llegar al parlamento por esta vía son el abogado activista de los derechos humanos Hugo Gutiérrez, quien obtuvo la mayoría de los votos en la norteña ciudad de Iquique, el presidente del PC, Guillermo Teillier, quien será diputado por una zona de Santiago, y Lautaro Carmona, secretario general del PC, que fue electo por Copiapó, también en el norte del país.

La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, resaltó precisamente la representación alcanzada por la izquierda extraparlamentaria en su mensaje al país al finalizar la jornada electoral.

"Aunque no se ha logrado modificar aún el sistema binominal, se ha derrotado la exclusión y esta es una señal inequívoca de que la democracia se consolida en la medida que se da espacio a todas las sensibilidades", declaró. Luego llamó a derogar esta norma.

Asimismo, Bachelet recordó que en "los próximos comicios parlamentarios tendrán un padrón electoral distinto, habrá inscripción automática y voto voluntario", ya que la última reforma constitucional dejó sin efecto la obligatoriedad del voto. Sin embargo, esa disposición no entrará en vigencia hasta la aprobación de la ley orgánica que lo norma.

Para Martínez, efectivamente "un sistema proporcional beneficiaría a los partidos políticos que hoy día no están representados en el parlamento". Sin embargo, observó que es muy difícil avanzar en un consenso hacia el cambio del sistema binominal. "No lo va a haber porque, mientras el sistema electoral no perjudique a la derecha, no va a cambiar esto", afirmó.

Según Matta, no se trata sólo del desafío legislativo referido al sistema electoral, sino a los ámbitos de participación social que debe profundizar la democracia chilena.

"El problema es cómo le damos espacio y lugar a la sociedad civil en un país que se dice democrático y que tiene sólo dos actores desarrollados plenamente: la empresa y el Estado, o el gobierno que lo administra de turno. La sociedad civil es un lugar todavía ínfimo", puntualizó.

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