La desigualdad social es la principal razón por la que la mitad de las casi 500.000 muertes maternas anuales del mundo se registran en Asia Pacífico, señaló una alta funcionaria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Casi 15 años después de la histórica Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, realizada en 1995 en Beijing, el panorama en la región es contradictorio, dijo a IPS Noeleen Heyzer, secretaria general adjunta de la ONU y directora de la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas Para Asia y el Pacífico (Cespap), con sede en Bangkok.
Las mujeres educadas en el mundo "pueden llegar tan lejos como quieran", pero la realidad es diferente para sus pares asiáticas, más pobres, que se cuentan por millones, señaló la ex directora del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem).
IPS dialogó con Heyzer tras una reunión de alto nivel que finalizó el jueves en Bangkok y en la que se evaluó el progreso regional en materia de igualdad de género, cuando están por cumplirse 15 años de la Conferencia de Beijing.
IPS: ¿Todos los países de Asia Pacífico han abrazado un cambio de políticas en relación a las mujeres e ido más allá de promesas vacías?
NOELEEN HEYZER: En buena medida. Primero, en esta región, todos los países excepto cuatro han adoptado la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer. Lo que también ha sido muy bueno es que (algunos) han avanzado para dar forma a sus propios planes de acción nacional a fin de combatir la violencia contra las mujeres. Ellos son Australia, Bangladesh, Camboya, Filipinas, India, Nepal y Tailandia. Esto es muy diferente de lo que ocurría hace 15 años, cuando poner fin a la violencia contra las mujeres no estaba en la agenda de nadie. Había mucho silencio en torno a este tema. Estaba estigmatizado.
[related_articles]
IPS: ¿Se puede decir que actualmente hay más espacio para debatir temas relativos a las mujeres que no se podían discutir abiertamente a mediados de los años 90?
NH: Sí. La violación como arma de guerra y la violencia sexual durante los conflictos están en buena medida incluidas en la agenda de hoy. Pero también se reconoce y acepta que es necesario invertir en las mujeres cuando se está buscando construir la paz en situaciones posteriores a conflictos.
Las mujeres tienen que estar en la mesa de negociaciones. No se trata simplemente de llevar a los señores de la guerra a las conversaciones de paz, porque las mujeres ayudan a construir las comunidades y la paz en el plano local. Ahora son parte de la solución para colaborar en el proceso de recuperación post-conflicto.
IPS: Pero llegar a este punto no fue fácil, como admiten muchas activistas feministas. ¿En qué área de esta región hubo mayores obstáculos para garantizar los derechos y libertades de las mujeres: política, cultural o social?
NH: El panorama cultural ha sido más desafiante. Se usa la cultura como excusa para la violencia contra las mujeres. Es por esto que el secretario general (de la ONU, Ban Ki-moon) ha liderado los esfuerzos para una campaña mundial que ponga fin a la violencia contra las mujeres. Está llamando a los hombres a asumir un rol fuerte y a encabezar esta iniciativa.
IPS: ¿Cómo se recibe esta campaña en Asia?
NH: Hay muchos países donde se acepta cada vez más la redefinición del rol de la masculinidad y de la cultura. En Indonesia hay comunidades donde los hombres están saliendo a hablar sobre cómo prevenir la violencia contra las mujeres y cómo aumentar sus voces en esta materia. Pero mientras no se implementen las leyes y no haya recursos, esto no será un éxito total.
IPS: Uno de los objetivos que surgieron de la conferencia de Beijing fue aumentar la representación femenina en el parlamento, fijando como objetivo que mujeres ocuparan 30 por ciento de los órganos legislativos de los países. Pero, en los hechos, esta representación ronda el 18 por ciento. ¿Por qué?
NH: La región no se está desempeñando bien en esta área. Hay solamente dos países —Nepal y Nueva Zelanda— que tienen parlamentos donde más de 30 por ciento de los diputados son mujeres. Todavía hay mucho por hacer.
Muchas mujeres no son tan entusiastas en cuanto a participar en la esfera política. Prefieren la económica u otras. Y la política no es fácil en la región Asia Pacífico. Esto está muy vinculado al dinero, a las redes, a una demanda de tiempo.
Mientras haya una división del trabajo donde las mujeres no tengan tiempo (para ellas), donde sufran una pobreza de tiempo y no solamente de ingresos, este objetivo será un desafío. Y esto no se debe tanto los gobiernos sino a la cultura del sistema político y a cómo la sociedad se ha construido a sí misma.
IPS: Uno de los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio busca reducir la mortalidad materna para 2015. Pero las cifras en esta región son problemáticas. ¿Acaso esto no va contra el espíritu de la Conferencia de Beijing?
NH: Éste es uno de los casos más tristes. No hay ninguna razón por la que tantas mujeres tengan que morir. Las cifras conmocionan, especialmente en una región donde hay centros neurálgicos de la economía. Esto se vincula con la desigualdad en nuestra región, que todavía alberga a la mayor cantidad de pobres, especialmente de las zonas rurales.
La falta de inversiones en la atención a la salud y en un sistema de protección social es un factor. E incluso cuando se tiene acceso a un sistema de atención a la salud no es fácil que las mujeres accedan, porque si no hay suficiente seguridad en materia de ingresos, cuando algunos de los hogares más pobres tienen que tomar decisiones que involucran la vida de las mujeres o de las niñas, son éstas las que se sacrifican. La falta de sistemas de atención a la salud revela cómo se subvalora a una mujer.
IPS: ¿Es éste un fenómeno urbano o que afecta a las comunidades rurales?
NH: Los pobres de las zonas rurales no han sido una preocupación prioritaria, y las inversiones en la agricultura son bajas. Pero no son solamente comunidades rurales. También hay comunidades indígenas en lugares aislados de las montañas. Las mujeres afectadas proceden de áreas que han sido marginadas.