El izquierdista José Mujica fue elegido este lluvioso domingo presidente de Uruguay, con alrededor de 51 por ciento de los votos y una diferencia de entre cinco y siete por ciento respecto de su competidor, el derechista Luis Alberto Lacalle, según proyecciones de escrutinio primario trazadas por las encuestadoras.
Mujica sucederá a partir del 1 de marzo al actual mandatario Tabaré Vázquez, abriendo el segundo periodo de gobierno de la coalición Frente Amplio (FA).
En una jornada casi sin respiro de las intensas lluvias que azotan a este país desde hace semanas, y que han afectado a más de 6.000 personas, la ciudadanía concurrió masivamente a las urnas, en una proporción cercana a 90 por ciento de los casi 2,4 millones de habilitados para votar. El sufragio es obligatorio en Uruguay.
El ambiente de la jornada fue muy calmo, en contraste con los comicios generales del 25 de octubre, cuando el FA obtuvo poco más de 48 por ciento de los votos y por tanto la mayoría parlamentaria por segunda vez consecutiva, pero no pudo consagrar presidente a Mujica, mientras el Partido Nacional, liderado por Lacalle, recibía 29 por ciento de los sufragios.
La tranquilidad, según fuentes consultadas por IPS, se vincula a la sensación generalizada entre los votantes de la izquierda de que la segunda vuelta presidencial era poco más que un trámite, en función del alto porcentaje obtenido en octubre y los escenarios previstos por las encuestas.
[related_articles]
No habría que esperar sorpresas a partir del 1 de marzo, cuando Vázquez entregue la banda presidencial a Mujica. Más allá de la impronta personal del mandatario electo, la continuidad de la política económica, con fuerte énfasis en lo social, y de las posturas internacionales parece un hecho, a juicio del politólogo César Aguiar y del economista Marcel Vaillant.
La vestimenta informal y el hablar coloquial y a menudo desbordado del cultivador de flores y ex guerrillero Mujica, muy distante del circunspecto oncólogo Vázquez, no constituye un anuncio del cambio de rumbo, como el mismo presidente electo se ocupó de reiterar en su prédica en busca de votos.
"Si en algún momento mi temperamento de combatiente mi hizo llevar la lengua demasiado lejos, pido perdón, y mañana andaremos juntos", dijo Mujica este domingo en el estrado montado ante el hotel NH Columbia frente a la rambla montevideana, bajo una intensa lluvia y un viento inclemente que soplaba desde el Río de la Plata sobre miles y miles de seguidores.
La frase iba dirigida a la oposición, a la cual el FA ha propuesto acordar políticas de Estado para el nuevo período. "Ni vencidos ni vencedores, apenas se ha elegido un nuevo gobierno", insistió Mujica.
La calma fue reforzada por las palabras de Lacalle, que saludó a su contrincante y llamó a sus seguidores a una "respetuosa consideración de este éxito" del FA.
El mandatario electo basó su campaña en los logros del gobierno actual, como la reducción de 12 por ciento de la pobreza, que en 2004 llegó al récord histórico de 32 por ciento de los 3,3 millones de los habitantes, y el abatimiento de la indigencia de cuatro a 1,5 por ciento.
También fue un gran fundamento de la campaña el crecimiento económico del periodo, de entre 12 y siete por ciento anual hasta el año pasado, antes de la crisis económica mundial, y la caída del desempleo, que había llegado a 21 por ciento de la población económicamente activa en 2002, cuando colapsó el sistema financiero, al actual ocho por ciento.
Otros logros del gobierno —que ejecutó una importante reforma fiscal destinada a imponer una buena carga sobre los hombros de los sectores medios, medio altos y altos del país— fue el Plan Ceibal, que entregó una computadora a cada escolar de la enseñanza primaria pública y se extenderá a la educación secundaria.
A PRUEBA DE PERSONALISMOS
"Mujica es una gran incógnita, pero si nos atenemos a la campaña, los cambios respecto del actual gobierno van a ser mínimos", dijo a IPS Aguiar, profesor universitario y presidente del grupo Equipos MORI.
Aguiar entiende que la personalidad del ex guerrillero puede hacer variar algunos aspectos, pero no espera cambios muy radicales, sino "un periodo apaciguado".
Esa opinión, coincidente con la de otras fuentes requeridas por IPS, deja de lado su pasado guerrillero de los años 60 y 70, una imagen que convoca con más insistencia los análisis que se efectúan desde fuera del país.
"Hay que hacer notar" que "si bien Mujica tiene en su pasado haber sido uno de los líderes del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T), eso ocurrió hace cuatro décadas, tras lo cual estuvo 13 años preso, y ahora lleva nada menos que 25 años de vida cívica normal, la mayoría de los cuales los ocupó como parlamentario", describió Aguiar.
La ciudadanía uruguaya conoce que, desde la recuperación de la democracia en 1985, Mujica se dedicó a consolidar un fuerte movimiento político dentro del FA y a cultivar flores en su "chacra" (pequeña finca) en las afueras de Montevideo, donde seguirá viviendo cuando sea investido presidente y donde ha prometido montar una escuela agraria que financiará con su salario de presidente.
Además, "el personalismo en Uruguay está neutralizado por un sistema de partidos muy institucionalizado, con muchas tradiciones muy firmes y muy difíciles de romper", insistió Aguiar.
"En Uruguay no pasa como en otros países de América Latina, donde la política se hace más inestable porque tienen proporciones muy grandes de población joven o de población migrante hacia las ciudades, o que están incorporando población indígena a la ciudadanía, es decir cambios sociales relevantes", indicó.
"Aquí el único cambio relevante es que cada año cumplimos un año más ", agregó con humor, en referencia al persistente envejecimiento de la población de este país.
Para Aguiar, "ni siquiera la llegada al gobierno por primera vez de la izquierda, en 2005, significó un cambio radical, no fue una ruptura, sino un cambio largamente anunciado que se resolvió de una forma muy tranquila".
Esa noticia anunciada tuvo su origen en la unidad de partidos y movimientos de izquierda, de matriz filosófica e ideológica diversa, gestada a fines de la década del 60 y concretada en 1971 con la creación del FA.
Aunque la guerrilla tupamara fue renuente inicialmente al camino político y electoral trazado por el FA, el MLN-T pidió el ingreso formal a la coalición en el proceso democrático que se abrió en 1985, tras el fin de la dictadura iniciada en 1973.
La pluralidad ideológica y el complejo modo de llegar a acuerdos internos, muchas veces difícil de explicar fuera de fronteras uruguayas, son la base de la perdurabilidad del FA, según politólogos e historiadores.
El CAMINO DEL MEDIO
Podrá cambiar la estética y los gestos, pero la política exterior no cambiará, se animan a decir las fuentes.
Mujica ha cosechado vínculos con la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, y su esposo, el influyente ex mandatario Néstor Kirchner (2003-2007), y con los gobernantes Hugo Chávez, de Venezuela, y Evo Morales, de Bolivia, pero también ha señalado diferencias con ellos y ha buscado mostrarse gran admirador del brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.
"En cuanto al perfil de la política económica y al relacionamiento externo, preveo una continuidad con Vázquez, más allá de una estética distinta, que pueda emparentarlo más con Chávez o Morales", comentó a IPS el economista Vaillant, profesor de comercio internacional de la estatal Universidad de la República.
"Su reiterado alineamiento con las propuestas de Lula abarca este asunto y por tal la continuidad", explicó. Su camino es el del medio también en las relaciones regionales, apuntó.
"Sería ilógico que se tomara otro rumbo cuando éste ha permitido a Uruguay un crecimiento alto y una gran atracción de la inversión extranjera directa, que es lo que traccionó la economía" y habilitó pasar la crisis global con pocos daños, puntualizó.
Para este experto en integración regional, "la inversión extranjera ha llegado en este periodo de gobierno a cifras absolutamente históricas y aparece un proceso de continuidad".
"Este aspecto está también entre los componentes del conflicto con Argentina porque el mundo nos ha preferido, siendo muy parecidos. Argentina siempre ha sido 10 o 12 veces más importante en cualquier área, pero hoy Uruguay capta la cuarta parte de lo que logra Argentina", sostuvo.
Aguiar recordó que Mujica ha insistido en dialogar con Argentina para resolver el problema externo mayor que afronta Uruguay, un aspecto positivo, pero que puede resultar delicado ante una opinión pública que no toleraría ninguna actitud considerada débil frente a Buenos Aires.
"La sociedad uruguaya, según los estudios que hemos hecho, sólo aceptará un diálogo con Argentina si antes se levanta el bloqueo que llevan adelante ambientalistas argentinos en uno de los tres puentes sobre el río Uruguay que unen a ambos países. Por eso es difícil que el futuro presidente pueda hacer uso de esa empatía", precisó.
Esa protesta, inicialmente aplaudida por el gobierno argentino, es contra la instalación de una planta procesadora de celulosa cercana a la occidental ciudad uruguaya de Fray Bentos, a la que pobladores de la vecina ciudad argentina de Gualeguaychú consideran contaminante. El conflicto se dirime aún en la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya.