Convocados para una reunión extraordinaria en Argentina, casi todos los gobernantes de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) cuestionaron con marcados matices el acuerdo por el cual Colombia permitirá a Estados Unidos el uso de siete de sus bases militares.
La cumbre, que se prolongó por casi siete horas cuando lo programado eran sólo tres, acordó finalmente que serán los ministros de Defensa quienes analizarán en profundidad las implicancias del controvertido acuerdo bilateral y propondrán acciones a seguir. Aún se desconoce la letra del convenio firmado entre los gobiernos de Colombia y de Estados Unidos,
Si bien no hubo el clima beligerante que se preveía en las vísperas, los presidentes y representantes de los 12 países de América del Sur reunidos en la ciudad de San Carlos de Bariloche, 1.800 kilómetros al sudoeste de Buenos Aires, expresaron sus resquemores y rechazos ante la iniciativa colombiana, algunos con moderación y otros con severas críticas.
Por pedido del presidente de Colombia, el derechista Álvaro Uribe, las deliberaciones fueron transmitidas en vivo por televisión, un hecho que luego fue criticado por su par brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, por considerar que esa decisión conspiró contra el saldo final de la cumbre.
La mayor parte de los debates se centraron en la disputa que el gobierno de Uribe mantiene con sus vecinos, Hugo Chávez, de Venezuela, y Rafael Correa, de Ecuador, a los que el primero acusa de apoyar a las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y de no cooperar con la lucha de su país contra el narcotráfico.
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Contrarreloj y tras una maratón de largos discursos, los gobernantes suscribieron una breve declaración en la que sostienen que los países de Unasur continuarán "absteniéndose de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial" de otro Estado del bloque.
También reafirman que "la participación de fuerzas militares extranjeras no puede amenazar la soberanía territorial de cualquier nación sudamericana" y llaman a los ministros de Defensa a reunirse en septiembre para diseñar "medidas de confianza y seguridad" entre los países.
A esta cita regional en San Carlos de Bariloche tampoco faltó la sociedad civil, que a través de una red de organizaciones reclamó a los gobiernos de América del Sur abordar "los temas de la paz, la seguridad regional y la lucha contra el narcotráfico de manera multilateral".
La llamada Asamblea Permanente de la Sociedad Civil por la Paz, con el respaldo de 100 organizaciones colombianas, volvió a presentar un documento de propuestas para lograr la pacificación en Colombia y "superar la crisis diplomática entre ese país, Ecuador y Venezuela". Esa petición la había entregado en la última cumbre ordinaria de la Unasur realizada el 10 de agosto en Quito, donde se pactó este encuentro extraordinario de Argentina.
"Instamos a los gobiernos de la Unasur a evaluar los resultados de la militarización de la lucha contra las drogas ilícitas y las implicaciones que tiene la prolongación indefinida del conflicto armado en Colombia para la seguridad y la integración en la región", indica la Asamblea, para luego sugerir un diálogo de esta región con Washington para hacer "una alianza entre iguales".
CRUCE SIN REMILGOS
En un ambiente de tensión, Uribe comenzó explicando que el acuerdo con Estados Unidos, que generó un rechazo airado de sus vecinos, "no implica una abdicación de la soberanía colombiana", y busca en cambio luchar contra el narcotráfico y la guerrilla de las FARC con la "corresponsabilidad" de Washington.
Pero Chávez denunció que el acuerdo sería parte "de la estrategia global de dominación de Estados Unidos". "Esa es la razón por la cual quieren establecer sus bases en Colombia", disparó.
En apoyo a sus argumentos, el presidente venezolano llevó a la cita un documento del Comando de Movilidad Aérea estadounidense que abunda en el control que proyectaría esa potencia sobre América del Sur para realizar operaciones dentro y fuera de la región.
Los gobernantes comprometieron a los ministros de Defensa a analizar a fondo ese documento para elevar un informe a sus jefes de Unasur.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, insistió una y otra vez en una declaración en la que los países sudamericanos afirmen su rechazo a la instalación de bases extranjeras en sus territorios, pero no logró que ese texto se plasme en las conclusiones del encuentro.
Por su parte, la anfitriona la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, quien llamó a dejar de lado los discursos "estridentes", recomendó en cambio fijar una "doctrina" común frente al tema de las bases militares extranjeras, a fin de que el mismo criterio impere en otros casos, independientemente del país del que se trate.
Pero estas iniciativas no prosperaron. Tampoco la propuesta de Lula que pidió a Colombia "garantías jurídicas" de que no habrá incursiones de tropas extranjeras en países vecinos.
El mandatario brasileño vio frustrada además su iniciativa de organizar una reunión de la Unasur con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que fue respaldada por Correa.
"No nos parece que debamos llamar a cuentas al presidente Obama", salió rápidamente al cruce Uribe. Y ese asunto no estuvo en la declaración final.
A todo esto, Uribe lamentó que la región se abstenga de declarar como terroristas a las FARC, como lo ha hecho Washington y la Unión Europea, y consideró necesario que sus vecinos se involucren más en la lucha contra la insurgencia.
"Nos preocupa muchísimo que no se trate con severidad a estos grupos, y que se los provea de armas desde otros países", acusó sin mencionar esta vez a ninguno.
Pero Chávez, lógicamente, se sintió aludido, pero dijo que se abstenía de responder a "infamias y mentiras".
A continuación Correa tampoco dejó pasar la acusación indirecta y respondió que, mientras en Ecuador y en Venezuela no hay cultivos de drogas, en Colombia la producción crece y el problema se expande transformando a sus vecinos en "víctimas" de un problema interno no resuelto.
La Cumbre de Bariloche fue una iniciativa que surgió en la última reunión ordinaria de la Unasur en Quito, a la que no asistió Uribe. En esa oportunidad se conoció el presunto acuerdo para la utilización de siete bases militares colombianas por parte de tropas estadounidenses.
Acosado por las críticas, Uribe realizó una gira relámpago por siete países de la región que no incluyó a Venezuela ni Ecuador— a fin de convencer a sus pares de que el acuerdo bilateral tenía el objetivo de reforzar la lucha interna en su país contra el narcotráfico y la guerrilla izquierdista y que no implicaba riesgo alguno para los vecinos.
Pero el rechazo generalizado de la región a la instalación de bases extranjeras en suelo soberano y las voces airadas de Chávez y Correa generaron un clima de tensión previo a esta reunión de Bariloche.
Caracas, que mantiene congeladas sus relaciones con Bogotá, entendió entonces que en la región soplaban "vientos de guerra".
Más moderados, la mandataria de Chile, Michelle Bachelet, y sus pares Tabaré Vázquez, de Uruguay, Fernando Lugo, de Paraguay, y Alan García, de Perú, recordaron el principio de no intervención en asuntos de otros países, pero también exigieron "apertura" y "transparencia" en el acuerdo que firme Colombia con Estados Unidos.