El derrocamiento del gobierno de Manuel Zelaya en Honduras revivió el temor de que ocurra algo similar en la vecina Guatemala, aunque analistas y dirigentes políticos y sociales, sin bajar la guardia, aún ven lejana esa posibilidad.
Honduras afronta días dramáticos con la dictadura de Roberto Micheletti impuesta el 28 de junio tratando de consolidarse, pese al aislamiento internacional, y Zelaya pugnando por volver al país, de donde fue expulsado por los militares, para así reinstalarse en la presidencia para completar su mandato democrático en enero de 2010.
En ese marco, en el resto de América Central surgen voces de preocupación sobre la estabilidad de la democracia en la región, aún débil tras décadas de dictaduras y guerras civiles. A ello se suman declaraciones alarmantes de los mandatarios de Bolivia y Venezuela sobre supuestos preparativos golpistas contra el gobierno guatemalteco del socialdemócrata Álvaro Colom.
Mientras, todos miran al presidente de Costa Rica, Óscar Arias, aún con esperanzas pese a su hasta ahora fracasada negociación en busca de la normalización institucional en Honduras.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, en el marco del comienzo este mes de las celebraciones por el bicentenario de la independencia de España, acusó a "la oligarquía guatemalteca" de "inventar un muerto", en alusión al asesinato el 10 de mayo del abogado Rodrigo Rosenberg. "Ellos lo mataron para acusar y sacar a Colom", afirmó en un discurso.
[related_articles]
Rosenberg había dejado grabado un vídeo en el que, en caso de ser asesinado como ocurrió, señalaba como culpables al presidente Colom y a altos funcionarios de su gobierno. Esto generó una crisis política interna de proporciones, y aún la justicia no ha dilucidado el caso.
A las expresiones de Morales se le sumó su par de Venezuela, Hugo Chávez, quien fue más lejos aún. "Me consta que hay en marcha un plan golpista contra el presidente de Guatemala. Están buscando que militares sigan el patrón de Honduras", afirmó en una rueda de prensa.
Dentro de Guatemala, Rigoberta Menchú advirtió que el poder económico nacional puede orquestar un plan para derrocar a Colom. Según la dirigente indígena ganadora en 1992 del premio Nobel de la Paz, esta situación se evidenció con la muerte de Rosenberg, tras lo cual sectores conservadores apoyaron manifestaciones en las que pidieron la renuncia del mandatario.
"Existen algunas condiciones que se dieron en Honduras para que esto se pueda concretar en Guatemala", admitió ante la consulta de IPS Iduvina Hernández, directora de la no gubernamental Seguridad en Democracia.
"Hay un ejército que sigue planes de formación con viejos contenidos de la doctrina de la seguridad nacional utilizados durante la Guerra Fría (en toda América Latina) y eso alimenta una oficialidad que en la práctica contribuye a que esto (de un golpe militar) se produzca", indicó.
Además, Hernández señaló que se practica un ejercicio periodístico afín al conservadurismo y a los procesos de "deconstrucción" de la institucionalidad democrática, razón por la que se ha creado una imagen adversa de la democracia.
No obstante, a diferencia de Honduras, "este país no tiene a la justicia y al Poder Legislativo comprometidos con una opción golpista, que fueron los factores que le dieron la mascarada pseudolegal al golpe allá" contra Zelaya, aclaró.
Las razones que existen para creer en la posibilidad de un golpe de Estado en Guatemala no son vanas si se considera que este país tiene una democracia relativamente joven. En 1986 se eligió por primera vez en las urnas a un presidente civil, el democristiano Vinicio Cerezo, quien gobernó hasta 1990.
Anteriormente, el país fue gobernado por dictaduras militares impuestas por los grupos de poder económico locales con el respaldo de Estados Unidos. En ese marco, nace en los años 60 la guerrilla izquierdista y la guerra civil que finalizó en 1996 con los acuerdos de paz, dejando tras de sí unos 200.000 personas muertas y desaparecidas, la mayoría de ellos indígenas civiles masacrados por fuerzas militares.
"Creíamos que habíamos desterrado los golpes de Estado, pero hoy nos damos cuenta que los ejércitos tienen posibilidades muy fuertes de tomar acciones como éstas", dijo a IPS, Renzo Rosal, director adjunto del Instituto Centroamericano de Estudios Políticos (Incep).
Este analista no descartó que en Guatemala pueda darse una situación como la ocurrida en Honduras. Sin embargo, "en este momento las condiciones no se dan", puntualizó.
Entre otras razones, Rosal citó el hecho de que el presidente Colom no ha hecho intentos de reformar la Constitución, lo cual pretendía Zelaya y que dio pie a los responsables del golpe para justificar su acción al señalar que la intención final del mandatario perpetuarse en el poder.
Además, "Zelaya compró la agenda de Chávez, mientras que Colom está entre si y no", dijo en referencia a que, a diferencia de Guatemala, Honduras sí adhirió plenamente a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, conformada, además de Venezuela, por Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominica, Honduras, Nicaragua y San Vicente y Granadinas.
Según Rosal, la situación en Honduras "ha demostrado que el fantasma de los golpes está más cerca de lo que creíamos, que nuestros textos constitucionales tienen pocos mecanismos para resolver las ilegalidades cometidas por el presidente y que los organismos internacionales, como la Organización de los Estados Americanos (OEA), se han quedado cortos en su capacidad de prevenir y manejar los conflictos".
Para Marta Altolaguirre, ex presidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la situación hondureña y la guatemalteca son muy diferentes. "No veo ni voluntad ni interés ni apoyo popular para un golpe en Guatemala", dijo a IPS.
No obstante, reconoció que el país arrastra desde 1985 una ineficacia absoluta del sistema de justicia y del estado de derecho. "Hay un irrespeto casi generalizado de las leyes, empezando por las máximas autoridades, y no es ninguna gracia rescatar un estado fallido a costa de un golpe militar", advirtió.
Pero "la solución no es un recambio por la vía de la fuerza, sino progresivo pero acelerado hacia ese fortalecimiento del estado de derecho", expresó la ex funcionaria.
Altolaguirre señala que, de la crisis hondureña, se debe rescatar la enseñanza de que el respeto al estado de derecho es imprescindible para lograr una vida civilizada. "Por un lado el presidente (Zelaya) le estaba jugando la vuelta al sistema legal, luego viene el error garrafal de no seguirle el proceso judicial cuando la Constitución sí lo contempla", explicó.
La llegada de un golpe militar a Guatemala se ve lejana, incluso para dirigentes de izquierda, quienes más asediados se han visto por este fenómeno. Miguel Ángel Sandoval, ex candidato presidencial por la alianza izquierdista Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) y la agrupación Maíz, dijo a IPS que en este país no hay condiciones para un golpe.
"Todos los sectores sociales condenamos cualquier intento de desestabilización y llamamos a fortalecer los procedimientos democráticos, esto es un indicador de que no se está pensando en un golpe, aunque siempre hay nostálgicos del golpismo que quieren aprovechar cualquier coyuntura y tocar puertas en los cuarteles para ver si suenan las flautas", expresó.
Según Sandoval, Guatemala tiene un ejército más centrado en su papel institucional y existe un rechazo mundial a la práctica de los golpes a través de instituciones como la OEA y la Organización de las Naciones Unidas.
Además, "hay que reconocer que el gobierno aumentó sus niveles de popularidad y esto disuade cualquier intento de golpe", sostuvo. Es que el porcentaje de aprobación de la gestión de Colom creció de 44,8 por ciento inicial a 46,2 por ciento, según una encuesta realizada entre el 4 y el 10 de este mes por Vox Latina para el diario Prensa Libre.
Así, con diferentes argumentos, los expertos creen que en Guatemala no hay condiciones hoy para un golpe de Estado. El ejército, el poder económico, los políticos, el pueblo y el tiempo lo dirán.
