POLÍTICA-CHILE: Concertación al rojo vivo

Mientras la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, ostenta un inédito 74 por ciento de popularidad, su coalición de gobierno afronta, paradójicamente, uno de los momentos más complejos de su historia, con pérdida de votos, fuga de militantes y un candidato segundo en las encuestas.

"Hace tiempo que se plantea que la (centroizquierdista) Concertación de Partidos por la Democracia está en crisis, pero no tengo tan claro si lo está o si está pasando por un momento de cambio y de adaptación a un nuevo contexto", señaló a IPS la politóloga María de los Ángeles Fernández, cercana al oficialismo.

En este nuevo escenario, "evidentemente salen algunos de sus miembros pero, por la vía de otras dinámicas, logra vincularse con otros" partidos como el Comunista a través de un pacto electoral parlamentario, acotó la directora ejecutiva del centro de estudios Fundación Chile 21.

Sobre la posibilidad de lograr un quinto periodo consecutivo de gobierno, Fernández reconoció que "está claro que el oficialismo enfrenta la elección presidencial (de diciembre de este año) con el mayor nivel de incertidumbre de toda su existencia". Pero eso no implica necesariamente una derrota electoral, observó.

La Concertación, que gobierna Chile desde la recuperación democrática en 1990, está formada por los partidos Socialista (PS), Demócrata Cristiano (PDC), Por la Democracia (PPD) y Radical Socialdemócrata (PRSD). La otra gran fuerza política del país, la opositora y derechista Alianza por Chile, está conformada por la Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN).

La académica del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, Stéphanie Alenda, también relativizó la crisis de la Concertación y su eventual pérdida del poder. "Eso no significa que no padezca los males típicos de una coalición que se mantuvo 20 años en el poder", dijo a IPS.

"Me refiero en particular al control de los recursos estatales por los partidos a través del 'spoil system' (expresión en inglés usada en ciencias políticas), que permite un financiamiento indirecto tanto de las colectividades como de las campañas a las que contribuyen activamente los funcionarios públicos. Estas prácticas no facilitan la victoria de la Alianza (de derecha) en la próxima elección presidencial", arguyó.

Aunque las dos últimas elecciones presidenciales fueron estrechas, definidas en segunda vuelta en 2000 y 2006, la primera gran señal de alerta para la Concertación fueron los resultados de los comicios municipales de diciembre, cuando por primera vez la oposición derechista obtuvo mayor porcentaje de sufragios que el oficialismo en alcaldes.

Este avance derechista se suma a una creciente fuga de militantes de los partidos oficialistas. Desde 2007 han salido de la Concertación cinco senadores y ocho diputados, más otras figuras históricas que renunciaron o fueron expulsados tras denuncias de corrupción, ausencia de espacios de debate o falta de democracia interna.

El 27 de junio renunció al PS el vicepresidente de esa colectividad, el senador Carlos Ominami, el lunes hizo lo propio el ex vicepresidente de la DC, Marcelo Trivelli, y un día después tomó igual camino el senador PPD Roberto Muñoz Barra.

El partido más cuestionado es el PS, ya que tres ex militantes de esta colectividad hoy son candidatos presidenciales: el ex ministro Jorge Arrate, el senador Alejandro Navarro y el diputado Marco Enríquez-Ominami, quien figura tercero en los sondeos de opinión.

El candidato oficialista, el ex presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000), secunda en las encuestas al postulante de la derecha, el acaudalado empresario y ex senador Sebastián Piñera.

Aunque Frei Ruiz-Tagle ha estrechado considerablemente las diferencias con su oponente, aún está lejos de capitalizar la enorme popularidad de la presidenta Bachelet.

Además del desgaste propio de 20 años en el gobierno, otros antecedentes explicarían el complejo momento que vive la Concertación.

Entre ellos figuran los casos de corrupción conocidos en los últimos años, el surgimiento de dirigentes con agendas personales y la falta de una institucionalidad interna que permita resolver sin traumas las nominaciones de los candidatos presidenciales y parlamentarios, sobre todo si se considera el restrictivo sistema binominal que rige estas últimas elecciones.

"Por otra parte, se han dado cambios generacionales al interior de la Concertación y las nuevas no comparten las vivencias ni lazos transversales que unieron a las fundadoras", agregó Fernández.

La heterogénea composición del conglomerado centroizquierdista, con un bloque "progresista" conformado por el PS, el PPD y el PRSD, versus la más conservadora Democracia Cristiana, también es fuente de numerosos conflictos.

Cuando el enemigo a derrotar era la dictadura del hoy fallecido Augusto Pinochet (1973-1990) y el proyecto primario era la transición a la democracia, las diferencias ideológicas se podían sopesar, sostienen los analistas.

"La dirigencia política se auto-confió en la existencia de una serie de factores de contexto que, durante los primeros años, contribuyeron al clima de disciplina y de entendimiento, pero esos factores ya no existen", explicó la politóloga Fernández.

Aunque es considerada la coalición más exitosa de la historia de Chile, por sus logros políticos, económicos y sociales en dos décadas de gobierno, hay quienes dudan de su capacidad para dar el salto al desarrollo.

Desde diferentes sectores, principalmente desde la izquierda, se le acusa de falta de un proyecto de desarrollo ambicioso, creativo y sustentable, que asegure crecimiento económico, redistribución de la riqueza, profundización de la democracia y protección del ambiente.

El continuo choque entre las "dos almas" de la Concertación, una más cercana al libre mercado y otra que apela a un Estado fuerte, se evidencia sobre todo en la economía y en el debate sobre algunos derechos como el aborto, la eutanasia y las uniones homosexuales.

La politóloga Alenda ve el aspecto ideológico desde otro punto de vista. "Me parece más interesante analizar cómo el partido supuestamente más progresista de la Concertación (el PS) se fue progresivamente moderando y adaptando a las reglas del juego de una coalición inédita, en la que la negociación para el control de las nominaciones partidarias en el gobierno terminó ocupando buena parte de la dinámica partidista", comentó.

"El debate ideológico cedió progresivamente terreno a las preocupaciones electoralistas y los partidos —no solamente el PS, obviamente— se fueron construyendo como redes gubernamentales", explicó.

"En este sentido, el mal momento de la coalición puede ser interpretado como el resultado de este proceso de acomodación de las diferentes fuerzas que la integran, lo que merece ser estudiado en toda su complejidad", acotó.

Sobre el rol de la mandataria, Fernández cree que "ha sido una inmejorable jefa de Estado y una muy buena jefa de gobierno, a juicio de lo que expresan las encuestas, pero no ha podido responder del todo a la expectativa de ser jefa de la coalición, cosa que, por lo demás, y quiero ser enfática en señalar, tampoco hicieron ni (Ricado) Lagos (presidente de Chile de 2000 a 2006) ni Frei".

Si la Concertación pierde las elecciones presidenciales del 13 de diciembre "es altamente probable que no tenga mucho sentido la sobrevivencia de la coalición, la cual se tendrá que reinventar desde los think tanks (grupos de pensamiento) progresistas", planteó Alenda.

Sin embargo, los analistas advierten que la oposición derechista no ha sabido capitalizar del todo el complejo momento del oficialismo, por lo que sigue reinando la incertidumbre.

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