MERCOSUR: Ambigüedades ante desafío hondureño

Si bien fue contundente la condena al golpe de Estado en Honduras por parte de los presidentes del Mercosur reunidos esta semana en Paraguay, los retos que plantea la resolución de esa crisis parecen abrir grietas en el bloque subregional entre los más radicales y los moderados.

Crédito: Presidencia de Paraguay
Crédito: Presidencia de Paraguay
En el papel, los presidentes de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, y los representantes de Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, rechazaron el golpe y pidieron la restitución del presidente hondureño depuesto, Manuel Zelaya.

Pero las diferencias emergen cuando se discute cómo seguir frente a la decidida voluntad de Zelaya de regresar a su cargo y la intransigencia de los golpistas.

En el Mercosur (Mercado Común del Su), el más tajante fue el mandatario venezolano, Hugo Chávez. Venezuela está en proceso de integrarse como socio pleno al bloque, pero el presidente no asistió a la cumbre de Asunción el viernes. Chávez, había propuesto invitar a Zelaya como señal de apoyo explícito a su gobierno, y Brasil rechazó la iniciativa.

Caracas prefirió enviar a Nicaragua a su canciller, Nicolás Maduro, para acompañar a Zelaya en su segundo intento el viernes de retornar a su país, esta vez por vía terrestre. Por momentos, el presidente hondureño conducía el vehículo que se acercaba a la frontera, y Maduro iba a su lado.
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"Con la crisis de Honduras se manifestó claramente la ambigüedad del Mercosur, donde convive un sector partidario de una política más radical en lo económico, lo social y en la inserción internacional, y otro, mayoritario, en el que predomina la mesura, que siempre pone paños fríos", dijo a IPS el politólogo Atilio Borón.

Este tipo de crisis, en las que se juega el orden constitucional, "revela los límites que tiene el bloque para actuar políticamente", añadió Borón, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Harvard y profesor de Teoría Política en la Universidad de Buenos Aires.

Para este académico, el bloque subregional, a pesar de haber cumplido 20 años, está "anclado en lo económico, no madura en lo político, y eso impide emprender acciones más fuertes", dijo.

Con distintos matices, los presidentes Luis Inácio Lula da Silva, de Brasil, Cristina Fernández, de Argentina, Tabaré Vázquez, de Uruguay, y el anfitrión Fernando Lugo, de Paraguay, coincidieron el viernes en condenar el derrocamiento de Zelaya por un golpe cívico-militar el 28 de junio.

Fernández ya había viajado a Nicaragua y a Estados Unidos para acompañar las gestiones del presidente destituido por la fuerza en las primeras semanas tras el golpe, tanto para conseguir el repudio internacional a la asonada como para respaldar su restitución.

La presidenta argentina cree, y lo señaló en Paraguay, que si el presidente hondureño no es restituido de inmediato hay riesgos de crear el precedente de un "golpe benévolo" que luego sea legitimado mediante elecciones "libres". En este punto, Buenos Aires quiso emplazar a los golpistas a abandonar el poder en 96 horas, pero su moción no prosperó.

El repudio al golpe, expresado en una declaración, también lleva la firma de los presidentes Michelle Bachelet, de Chile, y Evo Morales, de Bolivia. Ambos países son socios pero no miembros del bloque.

Pero mientras Bachelet insistió en la necesidad de promover una solución negociada que "evite el derramamiento de sangre", Morales fue muy crítico con Estados Unidos, y exigió al gobierno de ese país que, si realmente quiere la restitución de Zelaya, ponga a disposición su base militar en Honduras para un regreso seguro del presidente.

Como observadores participaron además en la cita representantes de Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. El mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, tampoco asistió a la cumbre en un gesto de mayor compromiso con Zelaya y de rechazo a la ambigüedad del Mercosur.

Los gobiernos del bloque exigieron la restitución de Zelaya —paso que los golpistas se niegan a aceptar— y advirtieron que no reconocerían a ninguna autoridad que surja de la ruptura del orden constitucional ni de un llamado a elecciones hecho por un gobierno ilegítimo.

Pero esto no alcanzó a conformar a aquellos que quieren más que una declaración formal. "Chávez propuso invitar a Zelaya, aunque sea en la primera mitad de la jornada, y eso hubiera sido muy fuerte, pero Brasil se negó", indicó Borón.

Efectivamente, según trascendió en Asunción, el canciller brasileño Celso Amorin dijo que su país "hizo lo que pudo contra los golpistas", y remarcó que sólo Estados Unidos tiene el poder de doblegarlos mediante la asfixia financiera.

"A Brasil le interesa jugar fuerte en la región, pero como un exponente de la mesura, y nunca enfrentado a Estados Unidos", interpretó el politólogo, que descartó que el gigante sudamericano vaya a asumir en la crisis de Honduras un papel de mediador o de gestor de una salida del atolladero.

Por su parte, Venezuela, una vez rechazada la propuesta de llevar a Zelaya a la cumbre, promovió dentro del bloque acciones más fuertes contra el régimen para evitar que se consolide y quiso acelerar el retorno del mandatario depuesto.

La representante venezolana, Isabel Delgado, pidió que el Mercosur tomara "acciones concretas" fuertes, como impedir el ingreso de integrantes del régimen golpista a los países miembros, pero su iniciativa tampoco prosperó.

Zelaya fue depuesto el 28 de junio, cuando militares fuertemente armados ingresaron a su residencia, lo arrestaron y llevaron por la fuerza a Costa Rica. El Congreso legislativo aceptó una supuesta renuncia presidencial y designó al jefe del parlamento, Roberto Micheletti, como gobernante interino.

La Organización de Estados Americanos (OEA), la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas y diversos países en forma aislada o en bloques exigieron la restitución de Zelaya y la vuelta a la normalidad institucional en Honduras. Estados Unidos promovió la mediación del presidente de Costa Rica, Oscar Arias.

Pero las gestiones de Arias, ganador del Premio Nobel de la Paz en 1987, han sido infructuosas. En diversas rondas de encuentros, el mediador presentó dos proyectos de acuerdo que fracasaron por la negativa del régimen de Micheletti a aceptar el regreso al cargo del presidente depuesto.

La representante de Chávez en el Mercosur quiso vetar un párrafo de la declaración que respaldaba la gestión de Arias y que tenía apoyo de Chile, Brasil, Uruguay y Colombia. Para la venezolana, esa mediación, que su país cuestiona por considerarla favorable a los golpistas, está ya terminada.

Finalmente, se optó por incluir en el documento un agradecimiento a Arias por la tarea desarrollada, sin definir si se da o no por concluida.

Borón también ponderó el hecho de que no es fácil encontrar una estrategia para devolver la institucionalidad a Honduras. Es probable, dijo, que los países de la región prefieran por eso no ir más a fondo. "Las palancas para inducir cambios de comportamiento de parte de los golpistas son pocas y hay riesgo de un ‘declaracionismo’ vacío para aquellos que procuren una resolución diplomática a la crisis", advirtió.

Pero para este académico, la mediación no es el camino. La intervención de Arias "jugó a favor de los golpistas", criticó, porque el mediador reconoció a ambas partes en el conflicto "como si tuvieran la misma legitimidad y dignidad", cuando en verdad, son "victima y victimario", corrigió.

En cambio, sostuvo que si Estados Unidos retira su embajador en Honduras, suspende la asistencia económica militar y "amenaza" con un bloqueo a las remesas hacia ese país centroamericano, "el régimen se disuelve en tres horas". Pero hasta el momento, Washington se expresa "con ambigüedad", dijo.

En esta misma ambigüedad, que campeó en el Mercosur, se apoya Colombia, explicó, que debió desmentir su supuesto apoyo al golpe. El canciller designado por el régimen de facto, Carlos López, había revelado que, en privado, el gobierno de Álvaro Uribe le había manifestado su "simpatía".

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