«Digan que él nos abrigaba», rogó una joven. «Cuando vas por el mundo y lo nombrás te sentís como protegido», afirmó, por su parte, el cantautor Ruben Rada. Ambas expresiones sintetizan la cercanía casi familiar que muchos, dentro y fuera de Uruguay, sentían por Mario Benedetti.
Es por eso que el Palacio Legislativo, la sede del parlamento uruguayo donde desde este lunes se velan los restos del notable escritor fallecido en la víspera a los 88 años, es visitado de continuo por personas de todas las edades y de la más variada procedencia socio-económica.
Tras el día de duelo nacional dispuesto por el gobierno de Tabaré Vázquez, escritores, músicos, otras personalidades de la cultura, activistas sociales, gobernantes y dirigentes políticos se cruzan con estudiantes, trabajadores y personas que admiten frecuentar poco el pomposo recinto parlamentario.
Será un desfile de duelo que se extenderá hasta este martes, cuando sus restos sean llevados al Panteón Nacional para rendirle honores de Estado. Allí tampoco faltarán empleados públicos, ex colegas de Benedetti a quienes éste mostró con crudeza en muchos de sus trabajos.
"Nadie mejor que Benedettí nos hizo entender el Montevideo burócrata. Él decía siempre que Uruguay era la primera oficina pública que se había convertido en república", recordó el escritor Mario Delgado Aparaín, director de la División de Artes y Letras del municipio de Montevideo.
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"Se las ingeniaba para convertir su literatura en fuente de reflexión, en visión de una tragedia, y, al mismo tiempo, hacía un empleo inteligentísimo del humor para exorcizarla", añadió Delgado Aparaín, entrevistado por IPS.
Para este narrador, ahí está "la clave de la trascendencia internacional de una obra muy urbana y local".
"A la hora de profundizar en las angustias de los seres humanos que vivían en Montevideo, las frustraciones de un montevideano eran las mismas que las de un habitante de Buenos Aires, Santiago de Chile, Madrid, Praga o Atenas es decir, las de sentirse nadie."
Benedetti "supo identificar a través de nosotros esas crisis existenciales de los habitantes de cualquier ciudad del mundo. Se trata de tragedias repetidas", resumió Delgado Aparaín, autor de la novela "Alivio de luto", finalista del premio Rómulo Gallegos en 1999.
Aludía a tragedias y vivencias viscerales que acompañaron a las decenas de miles de uruguayos y uruguayas que, por razones económicas o políticas, se vieron obligados a marchar al exilio por la dictadura militar (1973-1985), como el propio Benedetti.
Como comentó a IPS Rada, "siempre estuve cerca de Mario Cuando contaba las calles de Montevideo (en sus relatos), trataba de imaginarme cómo estaban esos lugares, igual que todos los uruguayos que debimos salir del país".
Benedetti mostró por fuera y por dentro a su ciudad de adopción, Montevideo, en particular la tranquila y "afrancesada" —al decir de Delgado Aparaín— vida urbana de los años 50 y parte de los 60, en especial en la colección de cuentos "Montevideanos" (1958), en "Inventario", "Poesía 1950-1958" y "Poemas del hoyporhoy" (1963) y en la novela "La tregua" (1960), llevada al cine en 1974 por el argentino Sergio Renán y luego nominada al premio Oscar.
UNA VIDA SIN TREGUA
Nacido el 14 de septiembre de 1920 en el norteño departamento de Tacuarembó con el nombre de Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia, se radicó desde niño en Montevideo.
Cursó parte de sus estudios secundarios en un instituto alemán del que fue retirado por sus padres cuando se enteraron por el propio hijo que eran obligados a hacer el saludo nazi.
En 1945 publica su primer libro de poemas, "La víspera indeleble", e ingresa al semanario Marcha, creado ese año por el periodista Carlos Quijano. Siguió colaborando con esa publicación hasta 1974, cuando la dictadura iniciada un año antes la clausuró.
Con 80 novelas, ensayos y libros de poesías y cuentos editados —según su propia contabilidad—, Benedetti sumó a su obra guiones de cine, crítica literaria, traducciones y trabajos específicos de periodismo, incluso en la agencia Inter Press Service (IPS).
Entre los principales galardones que obtuvo se cuentan los premios Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (1999), Iberoamericano José Martí (2001) y el Internacional Menéndez Pelayo (2005).
En diciembre de 2007, en la que fue su última aparición pública, recibió en Montevideo de manos del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, la Orden Francisco Miranda, máxima condecoración que otorga ese país.
A pesar de que su salud comenzó a resentirse en 2006 tras al fallecimiento de su esposa por 60 años, Luz López Alegre, no dejaba de escribir.
"Cada día que nos encontrábamos me decía: Tengo un poemita para que leas a ver qué te parece. Y cuando yo le decía que me costaba componer, él me alentaba: ya te va a salir", recordó este lunes el cantautor Daniel Viglietti a IPS.
Benedetti le contó en septiembre a la Asociación de la Prensa Extranjera en el Uruguay, en una entrevista por correo electrónico —una de las últimas que concedió—, que estaba trabajando en "un libro de poesía, que por ahora lleva el nombre de Biografía para encontrarme". "Estoy terminando de escribirlo y revisarlo", dijo.
"Mi género preferido es la poesía. Es allí donde me siento más cómodo", admitió quien, según más de un crítico, tiene en sus novelas y cuentos su obra más profunda y sólida.
"La realidad siempre pesa sobre el autor, su propia realidad y la de su entorno. Es por eso que, en cierta forma se crean puentes entre autor y lector. Si bien por alguna razón de estudio o comercial se pueden establecer categorías, lo que existe es literatura y puede estar dirigida a personas de cualquier edad", apuntó entonces.
La generación del 45, nutrido grupo de intelectuales del cual él fue uno de sus máximos representantes "fue un conjunto de artistas con influencias diversas y con un profundo rigor crítico", recordó. "Además, en esa época había en nuestro país condiciones para la aparición de esa generación."
Aplicó ese "rigor crítico" consigo mismo y en su compromiso, tanto literario como personal, con la situación política y social que vivió, según destacó su amigo y partenaire, Daniel Viglietti, consultado por IPS.
"El ejemplo de cohesión, de imposibilidad de separación entre obra y ser es fortísimo, y el que separe el ser opinante, comprometido, cariñoso, generoso de la obra, no lo entiende y desvía la imagen de Mario", enfatizó.
Para Viglietti, Benedetti "fue un ser entrañable en esa unidad, y creo que eso generó una comunicación profunda con la gente. Eso explica el salto de fronteras y de generaciones, el cariño que se expresó en todos estos años en tantas partes del mundo, en las largas colas en sus recitales, en la firma de autógrafos".
"Como decía José Martí, una cita que usa el propio Mario, Patria es humanidad", añadió Viglietti para explicar la universalidad lograda por quien lo acompañó en múltiples recitales, primero en el exilio y luego en el propio Uruguay.
Pero, como recordó también este artista, Benedetti fue víctima muchas veces de críticas injustas y pocas veces escuchadas fuera de fronteras. "En Uruguay a veces tenemos algunas miradas cortas, algunos sectores son un poco miopes, y es muy claro en muchos medios que ahora se visten de Mario Benedetti", dijo.
Algo similar dijo a IPS el músico Garo Arakelian, del grupo de rock La Trampa: "Quizá criticar a Benedetti sea tan parte de nuestra identidad como su obra."
"Creo que los uruguayos hemos querido muchísimo a Mario y él pudo recibir en vida honores, que demoraron, pero llegaron", precisó Viglietti,
"Y él se las va a arreglar para seguir desafiándonos a pensar a creer en el cambio, que otro ser humano es posible, que otra sociedad es posible", continuó, mientras se le quebraba la voz. "Se las va a arreglar para enternecernos más y más desde sus poemas de amor. Él se las va a arreglar para hacernos llorar, como el poema sobre un hijo que ve al hombre preso y dice: Llorá, botija (niño), llorá porque es mentira que los hombres no lloran".
EL ARREPENTIMIENTO
"Para ser 'factor aglutinante' en una situación política como la actual, habría que ser un indiscutible y vocacional líder político, y yo ni siquiera estoy convencido de haber sido un pasable 'dirigente circunstancial'", escribía Benedetti en mayo de 1977 desde Cuba a su amiga, la ex actriz y dramaturga Luciana Possamay, entonces exiliada en México.
"Si de una cosa me he convencido después de la experiencia 1971/73, es que no tengo la menor vocación (ni la mínima capacidad) para ser un dirigente político. Esto no quiere decir que no pueda ser un militante, e incluso un pasable militante, y no proyecto cortarme esa coleta en el futuro", afirmaba entonces, algo que reiteró a su regreso del exilio en 1984 y en muchas otras ocasiones.
La insatisfactoria experiencia como dirigente a la que aludía fue su actuación al frente del Movimiento 26 de Marzo —brazo político del entonces guerrillero Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN)—, uno de los grupos fundadores en 1971 del izquierdista Frente Amplio, hoy en el gobierno.
"Cuando se nos venía la noche de la dictadura, se comprometió de manera práctica, tomó partido. No fue neutral y pagó las consecuencias. Tuvo que ir al exilio", comentó a IPS el senador José Mujica, en esa época dirigente del MLN y en la actualidad el precandidato frenteamplista con más posibilidades de disputar la presidencia de Uruguay.
"Todo su pensamiento es de hombre comprometido. Después se dio cuenta de que él cumplía mejor un papel como escritor, que era mucho más importante en esa acción" que como dirigente partidario, recordó.
La esposa de Mujica, la también senadora Lucía Topolansky, recordó en declaraciones a IPS que Benedetti fue muy amigo del histórico líder tupamaro, Raúl Sendic.
"Tiene un poema muy hermoso dedicado a Sendic: Porque tú te levantaste cuando todos dormíamos la fiesta cívica y el viento de la historia te dio en la nuca ", recitó.
Delgado Aparaín concluyó: "El gran legado que le deja Mario Benedetti a la cultura uruguaya y latinoamericana en particular, y del habla castellana por extensión, es haber constituido una fuente de reflexión en sí mismo, sobre las vías de entendimiento y de por qué somos como somos".