Por suerte para la población de Timor Oriental, el suministro de electricidad se estabilizó este año. En 2008, había hasta dos o tres apagones por día. Pero todavía resta mucho por hacer para que los 13 distritos del país tengan luz constante las 24 horas.
"La electricidad era un gran problema. Había apagones todos los días. Solían empezar a las seis de la tarde y duraban como tres horas", dijo Maria Ucabere, de 44 años, que vive en Santa Cruz, Dili. "Ahora los apagones son raros."
"Este año no hubo problemas con la electricidad", coincidió Guilherme da Costa, residente en Lurumata.
Pero todavía falta mucho por hacer. El gobierno planifica importar fueloil pesado, una solución de emergencia que le permitirá resolver una de las principales necesidades del país y, de paso, ganar puntos.
"Podemos distribuir electricidad muy rápidamente a la sociedad. ¿Cómo podemos desarrollar a este país si no hay luz? No vendrá ningún inversor", sostuvo el secretario de estado para la Electricidad, el Agua y la Urbanización, Januario da Costa.
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Pero organizaciones de la sociedad civil y observadores hicieron sonar la alarma por los efectos ambientales del uso de fuel pesado.
La producción de electricidad con este combustible aplica "una tecnología altamente contaminante y difícil de manejar, de la cual la mayoría de los países se están apartando o a la que ya han dejado de usar", señaló la organización no gubernamental La'o Hamutuk en su sitio web.
El fueloil pesado contiene contaminantes, en particular sulfuro, partículas y óxidos de nitrógeno. Aparte de eso, Timor Oriental actualmente produce electricidad usando motores diésel que consumen combustible importado. Las nuevas centrales funcionarán a base de combustible importado.
El presidente José Ramos-Horta propuso el mes pasado una evaluación del impacto ambiental del proyecto a cargo de alguna organización independiente.
La 22 Compañía de la Construcción de la Industria Nuclear China prevaleció en octubre sobre 15 firmas que se presentaron a una licitación para la instalación de centrales eléctricas.
El 2 de marzo, La'o Hamutuk reveló una copia de la propuesta que la empresa había presentado al gobierno en junio. La firma recomendaba comprar motores de segunda mano y generadores diésel, ahorrando unos 70 millones de dólares para el gobierno. Pero, según la organización, eso provocará grandes problemas ambientales.
La infraestructura energética en el país es escasa. Gran parte fue destruida en 1999 por el ejército indonesio y sus milicias, al irse de Timor Oriental tras 24 años de ocupación.
Para las autoridades timorenses es todo un desafío abastecer de electricidad a los 1,1 millones de habitantes. Sin embargo, el gobierno se ha embolsado unos 4.000 millones de dólares a partir de sus reservas petroleras.
Se ha asignado un presupuesto de 375 millones de dólares para una red eléctrica nacional y tres plantas que funcionen en base a fuel pesado, con la capacidad de producir unos 180 megavatios.
Las centrales eléctricas serán construidas sobre la costa sur en Manufahi y en Hera, y sobre la costa norte, en el distrito de Manatuto y al este de Dili, donde en febrero comenzó el despeje de tierras.
El Plan 2004 de Desarrollo del Sector Eléctrico para Timor Oriental, del Banco Asiático de Desarrollo, calculó que la máxima demanda de electricidad en el país en 2002 fue de unos 18,6 megavatios, con un pronóstico máximo de alrededor de 108,6 megavatios para 2025, mucho menos que los 180 megavatios que podrían producir las plantas de combustible pesado del gobierno.
El noruego Alf Adeler, asesor de la firma HydroTimor, está convencido de que la solución hidroeléctrica es la mejor. Aunque costosas de construir, esas centrales son limpias y eficientes, su fuente se renueva, y podrían, según calculó, producir electricidad por hasta 100 años.
Adeler llegó a Timor Oriental con un equipo en 2002, luego que el primer ministro Mari Alkatiri (2002-2006) visitó Noruega para solicitar asistencia en la materia.
El experto quiere desarrollar un proyecto en el lago Iralalaru, en el oriental distrito de Lautem.
"Con el actual consumo, la planta abastecerá de electricidad a todo el país. Insumirá cuatro años y medio construir la central y, mientras, aumentará la demanda, así que habrá que depender de insumos procedentes de otras fuentes", indicó.
La construcción de la central hidroeléctrica costará 125,1 millones de dólares, mientras que una línea de transmisión a Dili costará 33 millones de dólares.
"Luego que se amortiza totalmente la planta hidroeléctrica, se produce electricidad por menos de un centavo por kilovatio/hora. Sólo se puede manejar el combustible pesado por 25 a 30 años. Luego, se vuelve realmente costoso", dijo.
El estudio de impacto ambiental del proyecto de Iralalaru concluyó que éste tendrá un efecto "menor" sobre el ambiente y que la mayor parte se originará en el despeje de la línea de transmisión de 158 kilómetros, desde Los Palos (capital del distrito de Lautem) a Dili.
En cuanto a esa línea, el estudio señaló que "no se identificaron impactos importantes para la operación".
La construcción del proyecto puede iniciarse ya en junio.
El gobierno debería limitar el uso de combustible pesado a la producción de 40 megavatios y usar motores nuevos, además de continuar con el proyecto hidroeléctrico de Iralalaru, reducir al máximo la energía producida por fuentes fósiles y aprovechar los yacimientos de gas metano del país, dijo Adeler.
Actualmente el gobierno está embarcado en una licitación para el proyecto Aliambata de Cosecha de Filtraciones de Gas, que buscará suministrar electricidad a las aldeas rurales del sudoriente del país, cimentando el camino para futuras iniciativas similares.
Pero aunque el gobierno se ha mostrado interesado en las energías de fuente renovable, también se resiste a comprometerse plenamente con lo que podría ser una solución redituable y ecológica.
