Hastiada de los golpes que le propinaba su pareja una madrugada, Josefina resolvió marcharse. Pero, ¿a dónde ir a esa hora y en la zona tan peligrosa donde vivía?, la barriada de la capital de Venezuela cuyo control efectivo se han disputado bandas que a tiro limpio saldan sus diferencias.
"Como pude llegué a donde una amiga vecina", antes de acudir a instancias oficiales para buscar ayudas, necesariamente fuera de su familia. Es que Josefina desde niña fue golpeada por su madre y por sus hermanos. Su padre dejó la casa, y su concubino, bajo el influjo de alcohol o drogas, la golpeaba como esa madrugada, con puñetazos y patadas, tal como relató a IPS.
En el marco de un seminario para conocer experiencias españolas en casas de refugio para la mujer, Manuel Rodríguez, jefe de la unidad de atención a víctimas en la policía de El Hatillo, sudeste de Caracas que comprende un área rural, contó a IPS que "atendí el caso de una mujer aterrorizada que rechazaba volver a su casa pues su marido la mataría a machetazos".
"¿A dónde llevarla?", se preguntó el agente. "Sólo me quedó ir a Negra Hipólita, donde la recibieron, pero por unos días". Negra Hipólita es un programa gubernamental de atención y refugio para indigentes que sobreviven en las calles.
La demanda de atención está reflejada en las llamadas a la línea telefónica con servicios de información dispuesta por el gubernamental Instituto Nacional de la Mujer. "Desde que hace cuatro meses la convertimos en una línea de 24 horas diarias, pasamos de un promedio de 11 llamadas por día a otro de 300 ", dijo Florángel Parodi, directora en esa entidad.
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Aunque de unas 34.000 llamadas sólo una porción, aún no precisada, se refiere a casos de violencia, su sola disposición como un servicio de 24 horas "da una idea de la magnitud e impacto que tiene este problema en Venezuela", de 28 millones de habitantes, señaló Parodi.
En 2005, organizaciones no gubernamentales (ONG) contabilizaron en un ejercicio estadístico 36.777 denuncias de violencia contra mujeres. Por cada caso denunciado, señalan las ONG, hay otros nueve que no son reportados.
Un informe de Amnistía Internacional (AI) señaló el año pasado que en este país cada 15 minutos una mujer sufre abusos de su pareja o ex pareja.
AI destacó que las denuncias se multiplicaron al amparo de la Ley Sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, de 2007, pero al mismo tiempo subrayó que Venezuela es terreno fértil para su lema internacional "Existe la ley, toca aplicarla".
A LA LEY LE FALTA PRÁCTICA
Es el criterio que sostuvo, a su paso por Caracas la primera semana de marzo, la ugandesa Winnie Byanyima, directora del grupo de género en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. "Venezuela es un país avanzado en materia de legislación, pero la ley debe ejecutarse para que no exista impunidad", dijo a periodistas.
"El sistema judicial debe cambiar, pues no se trata sólo de castigar al violador, sino de rehabilitar a la víctima", dijo Byanyima, "y tenemos los retos de ofrecer servicios a las víctimas, como asesoría y refugios, y de evitar que la violencia suceda, lo que implica movilizar también al hombre para el cambio de actitudes", señaló. El seminario caraqueño, organizado por el sistema de agencias de la Organización de las Naciones Unidas y la Agencia Española de Cooperación Internacional, se enmarcó en la campaña internacional que conmemora en este 8 de Marzo, Día de la Mujer, bajo la consigna "Mujeres y hombres unidos contra la violencia hacia mujeres y niñas".
"Existe una especie de permiso social otorgado a los agresores por personas que no ejercen la violencia, pero que con su conducta u omisión se comportan como guardianes del patriarcado", señaló en el foro Rafael Soto, de la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género, basada en Málaga, España.
"Trabajar con los hombres denunciados es urgente. Lo urgente es el cese de la violencia, pero lo importante es el compromiso con la igualdad, porque el referente igualitario es escaso y alejado ideológicamente de muchos hombres", postuló Soto.
Para la atención urgente "en España se trabaja un esquema de tres niveles, con centros de emergencia, por ejemplo para la mujer que llega a la medianoche corriendo de su casa, casas de acogida, donde se les presta atención integral durante un promedio de cuatro meses, y luego pisos (viviendas) tutelados, donde viven un período más prolongado", relató Ana Alcázar, responsable del área en la Junta de la región de Andalucía.
En España existen 31 centros de emergencia, 149 casas de acogida y 280 pisos tutelados. Un tercio de las mujeres beneficiarias son extranjeras.¨
REFUGIOS SON PROYECTO
La legislación venezolana establece que debe existir al menos un refugio o casa de abrigo en cada uno de sus 23 estados y el Distrito Capital, pero sólo se han creado dos, uno en el área metropolitana de Caracas y otro en el vecino estado de Aragua.
"El de Aragua se está cerrando por problemas materiales de funcionamiento, y el de Caracas, donde hay más de 30 familias, está prácticamente colapsado", dijo a IPS una funcionaria de la municipalidad capitalina, que requirió el anonimato.
"Crear esos centros es costoso, no es fácil, mantenerlos tampoco, pero vamos a desarrollar al menos otros 10 en el mediano plazo", señaló Parodi.
Los centros de refugio o casas de abrigo "son doblemente necesarios cuando se da el caso de que la mujer no quiere o no puede apelar a su familia", comentó Alcázar.
Un informe del Instituto de la Mujer de 2007 mostró que frente a 13 por ciento de casos de violencia extrafamiliar contra mujeres, 87 por ciento fueron de violencia intrafamiliar.
"La base de la violencia doméstica es psicológica, porque luego de los golpes, la segunda arma que tiene el agresor es el silencio del agredido, lo que hace necesario el acompañamiento", dijo a IPS la psicóloga Yurbin Aguilar, del Instituto de la Mujer.
Según Aguilar, factores que mantienen a las mujeres atrapadas por años con su problema son el económico, "en los muchos casos en que la mujer tiene años sin trabajar", y el social "si el hombre logra alejarla de su entorno", pero el de mayor fuerza es "el temor a nuevas agresiones".
En el caso de Josefina, los golpes y agresiones verbales de su familia materna, con la que permaneció aún cuando hacía vida de pareja y tuvo un hijo que ya cuenta siete años, remachaban su inhabilidad para buscar otro lugar donde vivir o conseguir un trabajo.
Ha acudido a especialistas para que la ayuden a recobrar el control sobre su vida, sostener un empleo que sustente su independencia y recuperar a su hijo, que permanece en manos de la abuela y en una región del país distinta a donde ella expuso su testimonio.
"Tu vida es importante y puedes perderla al permanecer en una situación de violencia. Tienes que superarla, y vas a seguir viviendo", dijo Byanyima a modo de mensaje a las mujeres que soportan violencia. "En muchos casos es un problema de simplemente apartarte del abusador y darte cuenta de que sin él hay mucha vida nueva", agregó.