ECONOMÍA-BRASIL: Crisis aleja mal venezolano

La crisis financiera mundial corrigió en Brasil la excesiva sobrevaluación de su moneda, provocada por la política del Banco Central, alejando temporalmente los temores de la «enfermedad holandesa», que bien podría llamarse venezolana en el mundo en desarrollo.

El cambio de nombre para los países del Sur del particular "mal que ataca a la economía" tiene su fundamento en el trabajo del extinto Celso Furtado (1920-2004), quien en 1957 identificó en Venezuela el fenómeno del "subdesarrollo con abundancia de divisas", una singularidad latinoamericana, en una época en que se lamentaba la escasez de capitales para avanzar en el desarrollo industrial.

El estudio, realizado por el mayor nombre de la economía política brasileña para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), sólo es publicado ahora por el Centro Internacional Celso Furtado, como parte del primer libro de una serie organizada a partir de sus archivos personales y que incluye otro ensayo suyo sobre Venezuela, de 1974, y comentarios de otros especialistas.

Las "peculiaridades" analizadas entonces en Venezuela descubren problemas que sólo casi dos décadas después serían conocidos como la "enfermedad holandesa", destacó Carlos Aguiar de Medeiros, el profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro que comenta los dos estudios de Furtado.

La gran cantidad de divisas generada por la exportación de un recurso natural no renovable, como el petróleo, cuyo precio nada tiene que ver con los costos de producción, lleva a una "sobrevalorización externa de la moneda" que "tiende a provocar la desorganización de importantes sectores productivos" en un país que tiene baja actividad a excepción del sector de hidrocarburos, escribió Furtado.
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La ocurrencia de esa enfermedad es apuntada en Brasil desde el año pasado por Luiz Carlos Bresser-Pereira, ex ministro de Hacienda y de la Reforma del Estado, quien atribuye al abultado superávit comercial obtenido por las exportaciones agropecuarias un papel idéntico al del petróleo en Venezuela y el gas natural en Holanda.

Brasil obtuvo en 2006 un superávit de 46.456 millones de dólares que bajó a 40.039 millones el año pasado. Todo ese saldo se obtuvo gracias a las ventas agrícolas y de minerales, que compensaron también déficits registrados en varios rubros industriales, como el electrónico y el petroquímico.

La consecuente sobrevaluación del real, la moneda nacional, estaría "desindustrializando" a Brasil, al restar competitividad al llamado sector de transformación, obligándolo a importar cada vez más componentes y convirtiéndolo en "maquiladora", empresas asentadas en zonas francas que importan insumos en condiciones preferenciales para armar productos con mano de obra barata, sin agregar valor ni tecnología.

Esa era la tendencia, pero una situación grave de verdadera "enfermedad holandesa" sólo podría aparecer hacia el fin de esta década si se mantuviera el tipo de cambio en el nivel de hace tres meses, de poco más de 1,50 reales por cada dólar, comentó para IPS Julio Gomes de Almeida, profesor de la Universidad de Campinas y consultor del Instituto de Estudios para el Desarrollo Industrial (IEDI, creado por empresarios en 1989).

Desde 2006 y hasta el primer semestre de este año, "el mercado interno en expansión redujo el impacto del tipo de cambio apreciado" en el sector industrial.

La apreciación de la moneda nacional es "el canal de transmisión de la enfermedad", pero el fuerte crecimiento del consumo interno "compensó en gran parte" el real excesivamente valorizado, explicó.

El dólar, cuyo costo en Brasil estuvo en torno de tres reales en 2003, bajó a 1,56 reales por unidad a comienzos de agosto de este año. La continuación de ese tipo de cambio provocaría "daños brutales" en la industria, según el economista.

Pero la fuga de capitales producida por la crisis financiera internacional, nacida en Estados Unidos, depreció fuertemente el real desde septiembre. Cada dólar se cotizó a más de 2,30 reales la semana pasada en Brasil, alcanzando en algunos momentos del día 23 hasta los 2,52 reales.

Ante esa alza, el Banco Central intervino vendiendo dólares, tras ser autorizado a usar hasta 50.000 millones de dólares de las reservas internacionales del país, que alcanzaban a 207.000 millones de dólares al comienzo de este mes.

Esa movida logró hacer bajar la cotización del dólar a casi 2,10 reales por unidad, y gracias también a las medidas anticrisis adoptadas en Estados Unidos y Europa.

Brasil fue uno de los campeones mundiales de la volatilidad del tipo de cambio en estos tres últimos meses, si no el campeón absoluto, con fuertes alzas y caídas en la cotización del dólar en un mismo día.

Son "golpes brutales" que dañan los negocios, que provocan pérdidas de un momento al otro, ya que "todas las grandes empresas tienen deudas en dólares" y los beneficios de la devaluación cambiaria en las exportaciones "sólo vendrán a largo plazo", criticó Almeida.

Muchas empresas brasileñas, empero, hicieron negocios especulativos con el tipo de cambio a futuro, apostando a la persistente sobrevaluación del real. Esa actitud puede llegar a grandes pérdidas, agravando el contagio de la crisis en Brasil.

De todas maneras, Almeida cree que la crisis produjo una "corrección" en la política monetaria que parecía "desear la enfermedad holandesa", permitiendo una libertad de entrada y salida de capitales especulativos que no se acepta en otros países considerados emergentes al igual que Brasil. Pasada la actual turbulencia, habrá que imponer alguna restricción, aunque temporal, opinó.

Ahora "nació una nueva economía internacional y nacional" y pasó la sobrevaluación exagerada del real, aunque queda la incertidumbre de cómo quedará el tipo de cambio cuando se supere la crisis, indicó el economista.

Su temor ahora es que, en un futuro que la crisis financiera es posible que haya alejado varios años, Brasil se transforme en potencia petrolera, exportando los abundantes hidrocarburos descubiertos este año a miles de metros bajo la superficie del océano Atlántico, debajo de una capa de sal y a unos 250 kilómetros de la costa sudeste.

Se discute la creación de un fondo similar al de Noruega para transformar la riqueza petrolera en beneficios para toda la población, especialmente las futuras generaciones, invirtiéndola en educación y evitando la "maldición" del petróleo o la "enfermedad holandesa".

Pero "Brasil no es Noruega, aquí será más difícil" que se tenga la capacidad de "hacer del petróleo una fuente de desarrollo", concluyó Almeida, sugiriendo que estamos mas cerca de Venezuela no solo geográficamente.

En los años 80, Furtado sorprendió a muchos afirmando que la suerte de Brasil era no tener abundancia de hidrocarburos. En aquella época el país vivía, junto con un proceso de redemocratización, la "década perdida" a causa de una deuda externa provocada en gran parte por el alza de los precios petroleros en la década anterior.

Brasil importaba tres cuartos del petróleo que consumía entonces, pero la gente no había leído los estudios de Furtado sobre Venezuela.

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