ARGENTINA: Mujeres crean alimentos y empleo en el humedal

Con cofia y delantal blanco, Melina Lucero corta cabezas y colas de los pescados capturados en el río Paraná. Luego filetea la carne con habilidad. Sus compañeras de labor la procesarán y envasarán para venderla como conserva artesanal en ferias del litoral fluvial de Argentina.

Las trabajadoras elaboran alimentos artesanales de pescado. Crédito: Gentileza Fundación Proteger
Las trabajadoras elaboran alimentos artesanales de pescado. Crédito: Gentileza Fundación Proteger
Lucero trabaja en una iniciativa para agregar valor a la pesca artesanal en humedales del Paraná, un río que se abre en muchos brazos en el extremo nororiental argentino, conformando una delicada región, rica en biodiversidad.

El programa, impulsado por la Fundación Proteger, con sede en la provincia de Santa Fe, capacita a mujeres de varias comunidades pesqueras de la región.

"El plan consiste en cursos en diferentes comunidades de pescadores y, después, en los lugares de mayor interés y posibilidades de desarrollo, darles la posibilidad de trabajar en esta actividad", explica a Tierramérica Julieta Peteán, coordinadora del programa Agua, Humedales y Pesca de Proteger.

Por seguir los cursos y elaborar conservas de pescado dos veces por semana, las mujeres reciben 250 pesos mensuales (85 dólares) de un fondo que administra Proteger con apoyo de la Fundación Interamericana, que otorga donaciones para programas participativos y sostenibles en América Latina.
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Ese apoyo económico continuará hasta diciembre. Para entonces, Proteger espera tener listo un plan de negocios que permita colocar los productos en distintos mercados. "Los involucrados recibirán un porcentaje de las ventas, tendiendo a que el emprendimiento sea autosustentable", añade Peteán.

Algunas de las mujeres sólo trabajan en sus hogares y cuidan a los hijos, mientras los hombres van "a la ranchada", el campamento que los pescadores instalan en una de las islas del Paraná, donde permanecen dos o tres semanas buscando captura.

Lucero, hija de un pescador, sí trabajaba fuera de casa, y mucho. "Era acopiadora. Ellos (los pescadores) se iban a la isla —a unos 45 minutos de navegación desde Alto Verde, tendida sobre uno de los brazos del Paraná— y yo iba con la lancha, les llevaba la 'provista' (comida), herramientas y combustible, y me iba con el pescado para vender", cuenta a Tierramérica.

Pero hace cuatro años, el acopio comenzó a mermar. "Antes venía con 1.000 o 2.000 kilogramos, pero últimamente había veces en que volvía con 50 kilos y la cabeza gacha. Además, mi mamá decía que no era trabajo para una mujer", señala Lucero. Muchos pescadores se emplearon como albañiles o peones ganaderos.

La pesquería está amenazada por las grandes represas en el curso norte del alto Paraná, que retienen agua y afectan zonas de reproducción y cría de especies. Y también por la explotación intensiva iniciada una década atrás por grandes empresas orientadas al mercado externo, y que tuvo un fuerte aumento en los últimos cinco años.

El pez más capturado es el sábalo (Alosa alosa), especie clave en la cadena trófica porque de sus larvas se alimentan la boga, el dorado, el surubí, el patí y muchas otras apetecidas por la pesca comercial. Según datos de Proteger, la exportación de pescado del Paraná aumentó de poco más de 3.000 toneladas en 1993 a casi 40.000 en 2004.

Ante este panorama, la Fundación cedió parte de su sede para poner en marcha un programa piloto de capacitación de mujeres de comunidades ribereñas. Aquí, en Santa Fe, capital de la provincia homónima, la experiencia avanzó más y ya se elaboran distintos alimentos, como pescado ahumado, en escabeche y en pasta.

"Preparamos escabeche y conservas ahumadas de amarillo, patí, moncholo, mandubé, boga, armado y sábalo", enumera a Tierramérica Nelson Peteán, ingeniero en alimentos, encargado de la capacitación y supervisión del procesamiento en Santa Fe.

"Aprovechamos toda la carne y se incorpora hasta 300 por ciento más de valor", asegura.

La comunidad de pescadores de Puerto Reconquista, junto a otro brazo del Paraná en el norte santafecino, intenta replicar la idea. Las mujeres tramitan el permiso de venta en la oficina de bromatología, mientras la elaboración de conservas se lleva a cabo en casa de una de ellas, Mónica Farías.

Casada con un pescador, Farías trabaja en forma honoraria desde hace 12 años en el comedor comunitario infantil del puerto local. Ahora tendrá también un trabajo rentado, del que participan su madre, una tía y otras mujeres de la comunidad.

El municipio ofreció un espacio en el puerto donde se levanta un modesto local para procesar la carne y curtir la piel, que se utilizará en artesanías. Será el primer sitio con certificación para funcionar como planta de elaboración.

Puerto Reconquista se encuentra en una zona de 492.000 hectáreas de ríos, lagunas, madrejones y pastizales declarada en 2001 sitio Ramsar Jaaukanigás (en lengua indígena "gente de agua").

La decisión fue de la Convención de Ramsar sobre los Humedales, adoptada en la ciudad iraní de ese nombre en 1971 para conservar la biodiversidad y promover el uso racional de estos ecosistemas.

En las islas hay variedades de monos, yacarés y aves y se estima que el agua dulce alberga unas 300 especies ictícolas.

La capacitación de Proteger también llegó a Puerto Antequera, en la provincia norteña del Chaco, donde las mujeres se aprestan a elaborar sus conservas. Estamos en el corazón de otro sitio Ramsar, Humedales Chaco, declarado en 2004, y con 508.000 hectáreas.

La iniciativa de valorizar la pesca artesanal de humedales del Paraná fue una de las tres elegidas por Ramsar para prestarle apoyo, junto con proyectos similares en Nepal y Tailandia, explica a Tierramérica la suiza Natalie Rizzotti, oficial de la Convención.

"La idea es que las propias comunidades se ocupen de los recursos, por eso es importante que el proyecto cuente con participación comunitaria, aporte educación y valor agregado", precisa Rizzotti, tras recorrer las comunidades que forman parte del programa desde hace dos años.

La iniciativa también cuenta con apoyo del comité holandés de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), organismo internacional de conservación integrado por estados, asociaciones no gubernamentales y expertos, que la presentará en su próximo congreso mundial a celebrarse en octubre en Barcelona.

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