VENEZUELA: Con destino socialista

El gobierno venezolano de Hugo Chávez decretó que los 22 institutos de su Ministerio de Cultura, dedicados a las letras, las artes plásticas, la música, la danza, el cine y la fotografía, se orienten hacia «la construcción del socialismo».

A todas las entidades se les ordena "promover medidas que garanticen la participación protagónica y la corresponsabilidad activa del pueblo en la formulación, ejecución y control de su gestión, orientada a la construcción de una sociedad socialista".

La instrucción rige para entidades como la Biblioteca Ayacucho, dedicada por décadas a editar clásicos de las letras hispanoamericanas, las compañías nacionales de Danza y Música, la Fundación Museos Nacionales o el Centro Nacional de la Fotografía.

"El pueblo, al votar por Chávez lo hizo por el proyecto bolivariano y la construcción del socialismo", había expuesto antes de la sanción de los decretos el 27 de mayo el ministro de Cultura, el arquitecto Francisco Sesto.

"Así, en el caso de las instituciones culturales, mantenemos la orientación de no dejarnos guiar por el mercado, por los dictados del capital ni por la moda, ni por la extorsión de los medios, sino por la responsabilidad de producir una mejor y una mayor cultura, que pueda contribuir a dejar atrás la pobreza material y espiritual", agregó.

Roberto Hernández, director del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg), dijo que los cambios "consolidan formalmente lo que ya se venía haciendo". "Nuestra principal línea de investigación es la integración de América Latina y el Caribe como proyecto socialista", añadió.

El Celarg otorga varios premios, entre ellos el bienal de novela Rómulo Gallegos, cuya última edición, en 2007, ganó la mexicana Elena Poniatowska y que antes han recibido otros destacados escritores como el peruano Mario Vargas Llosa, el colombiano Gabriel García Márquez, el mexicano Carlos Fuentes, el argentino Abel Posse y el español Javier Marías.

Zuleiva Vivas, responsable de la Fundación Museos Nacionales, quien articula 13 instituciones, indicó que "la idea de construcción del socialismo se origina en la palabra socializar, que todos participen". "Hablamos de socialismo en términos del uso y del servicio, del museo que se convierte en un educador no formal", apuntó.

Descartó que los decretos hagan que su fundación privilegie o vete corrientes estéticas. "Nosotros no podemos cambiar el concepto de museo, porque entonces tanto vale que lo cerremos", aclaró.

Pero el crítico Alejandro Oropeza, que conduce el no gubernamental Centro de Estudios Sociales y Culturales, comentó a IPS que, "cuando la cultura tiene apellidos, deja de serla. Y cuando es condicionada por el gobierno lo que existe es una cultura oficial".

En la Constitución vigente, argumentó Oropeza, "el Estado garantiza la difusión, la libre creación, la diversidad, la multiculturalidad. Ninguna producción de bienes y servicios culturales puede estar limitada por contenidos ideológicos y políticos".

Oropeza agregó que "como la producción cultural se relativiza en función de objetivos socialistas, me pregunto ¿quién evalúa si una obra puede o no contribuir a lograr un socialismo? ¿Dónde queda el derecho que yo tengo como venezolano a decidir cuáles bienes culturales quiero consumir y cuáles no?"

Chávez promueve el llamado "socialismo del siglo XXI", el cual, recordó el escritor Ibsen Martínez, crítico pertinaz del presidente, "jamás se ha molestado en definirlo cabalmente".

"El socialismo es un concepto ambiguo, y su ambigüedad puede llevar a que sea terrible, patético o cómico", sostuvo ante IPS Héctor Manrique, ex director de la Compañía Nacional de Teatro. "La cultura es esencialmente libertad, y se pierde si se trata de encajonarla en un concepto como el de socialismo", añadió.

Consideró, sin embargo, que la aplicación de los decretos que ordenan la construcción del socialismo en los entes culturales "va a depender en definitiva de quiénes estarán al frente de esas instituciones".

Ya antes de que se dictasen los decretos de mayo, museos y teatros, incluido el sofisticado Teresa Carreño de Caracas, cuya principal sala tiene un aforo de 2.500 localidades, abrieron sus espacios a comunidades y grupos culturales populares, y promueven espectáculos "con valores de arraigo e identidad latinoamericanista".

El trasfondo de la polémica es que la aguda polarización política que Venezuela vive desde hace 10 años ha lacerado a su comunidad de hacedores culturales, al punto de que, por ejemplo, de los encuentros e incluso ediciones de poesía se autoexcluyen los poetas que no comulgan con el chavismo.

Otro caso es el de los cineastas, que alaban la infraestructura o recursos puestos a su disposición por el Estado, pero critican que al actor estadounidense Danny Glover, estrella en la saga "Arma Mortal", amigo del presidente Chávez, se le hayan entregado 18 millones de dólares para una película, 20 o 30 veces más de lo que recibe un proyecto nacional.

Intelectuales y políticos adversarios de Chávez también llaman la atención acerca de que el mandatario fue derrotado en el referendo de diciembre, en el que puso a consideración de la ciudadanía una reforma de tinte socialista a la Constitución, pero aún así usa libre y profusamente el término al disponer cambios en sus políticas y en toda la administración pública.

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