LÍBANO: La crisis se parece cada vez más a la de Iraq

Líbano sobrevivió a la guerra civil que transcurrió entre 1975 y 1980 y a los conflictos de diverso calibre que sobrevinieron luego. ¿Podría sobrevivir a una segunda guerra interna, como la que ahora se insinúa?

El estallido de violencia ocurrido en la zona oeste de Beirut la semana pasada amenaza ahora con destruir el país.

Los acontecimientos de los próximos días permitirán pronosticar con más certeza si esta nación de Medio Oriente terminará disuelta en un baño de sangre o si una tregua empujará a los bandos en pugna a la mesa de negociaciones.

"Es una época histórica de reflexión para Líbano y ahora la población tiene la oportunidad de hacerlo", señaló en conferencia de prensa Rami Khouri, director del diario Daily Star, de Beirut.

"¿Líbano tomará el camino de Bagdad, incluida limpieza étnica, combates y guerra permanente, o el de Belfast (Irlanda del Norte), donde las partes beligerantes se sentaron a negociar y llegaron a un acuerdo político inclusivo y justo para todos?", añadió.
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La decisión del gobierno de cerrar una red de telecomunicaciones el 5 de este mes, operada por el islamista, chiita, proiraní y prosirio Partido de Dios (Hezbolá), fue la chispa que encendió la llama.

El líder de Hezbolá jeque Hassan Nasrallah, consideró la medida como una "declaración de guerra". Al otro día, la "resistencia", integrada por las milicias de ese partido y la del también chiita Amal y el Partido Nacionalista Sirio, se dirigieron a las calles del oeste de Beirut, donde derrotaron a incapaces combatientes afines al gobierno.

Los combates prosiguieron en todo el país entre las fuerzas de la oposición, lideradas por Hezbolá, y partidarios del gobierno que se alinearon con el líder druso Walid Jumblatt y al del oficialista Movimiento Futuro, con mayoría parlamentaria, Sa'ad Hariri, hijo de Rafik Hariri, ex jefe de gobierno asesinado en 2005.

Los enfrentamientos comienzan a desvelar una polarización entre corrientes religiosas que parece reflejar la existente en Iraq, según periodistas presentes en el terreno.

"Cada vez se parece más a un conflicto entre sunitas y chiitas. Realmente se parece a Iraq", señaló el periodista Nir Rosen en conferencia con colegas suyos y analistas del centro de estudios New American Foundation.

"Las milicias sunitas, respaldadas por el Movimiento Futuro, formadas el año pasado, resultaron un completo fracaso, quizá porque luchaban por dinero. Sólo desaparecieron, despertaron un gran sentimiento de traición y golpearon a esa comunidad musulmana", señaló Rosen.

La percepción de los sunitas como víctimas instigó a más círculos radicales en la libanesa ciudad de Trípoli contra los "chiitas apóstatas", que parecen "deseosos de iniciar una batalla", añadió.

Hezbolá sigue siendo un movimiento político popular y tiene amplio reconocimiento por su "resistencia" contra Israel. Ésa es su razón de ser.

Líbano y el gobierno estadounidense tratan, sin éxito, de contener la cantidad de armas y milicias en el país.

La presión ejercida por Estados Unidos sobre Hezbolá e Irán y la "asistencia práctica" al ejército libanés para lidiar con amenazas a la seguridad interna, como declaró el presidente George W. Bush, no impidió que el movimiento chiita cruzara la línea roja.

Por ahora, el ejército se contiene.

En los últimos días también se vio en las calles cierto grado de connivencia entre el ejército libanés, considerado como la única fuerza imparcial capaz de unir al país, y Hezbolá.

Luego de cubrir en el terreno los combates desde la trinchera de los chiitas de Amal, Rosen informó desde Beirut que los de Hezbolá actuaban "codo con codo" con el ejército en la zona comercial de la calle Hamra, en el oeste de la capital.

La mayoría de los objetivos capturados por Hezbolá y sus aliados eran, por consiguiente, entregados al ejército.

"No están tratando de cambiar el equilibrio demográfico en Beirut. Lo hacen para demostrar su fuerza, de modo que las milicias rivales sepan que Hezbolá puede tener un verdadero impacto político", señaló Rosen.

"La principal preocupación de Hezbolá es mantener las armas. No tiene mucho interés en controlar la situación de Líbano", sostuvo.

Muchas veces tildada de "democracia frágil", Líbano es más un microcosmos de la incoherencia del poder estatal que ha asolado a muchos países en la región.

Símbolo de transformación democrática para el gobierno de Bush, ese país tiene su parlamento paralizado hace más de un año. Las posiciones internas se vuelven más duras cada día, así como su dependencia de actores externos para que propicien la paz.

"En el periodo posterior a Hariri, Líbano no ha sido una democracia en ningún sentido significativo. Su orden político está arraigado en la división por valores políticos según líneas sectarias", señaló Flynt Leverett, ex asesor sobre Medio Oriente del Consejo Nacional de Seguridad del gobierno estadounidense.

"Y los patrones de esa división están lejos de funcionar dada la realidad demográfica, en especial en lo que respecta a los chiitas", apuntó.

La situación política de Líbano es secundaria en comparación con los verdaderos intereses estratégicos del gobierno de Bush para la región, sostuvo Leverett.

Washington aboga por un diálogo vacío sobre la "democracia" como baluarte contra las influencias radicales, pero en realidad esa política —calificada por Leverett como súmmum de la mala estratégica— sólo sirve de excusa para que Estados Unidos no establezca un contacto diplomático directo con los países con los que debería tenerlo: Irán y Siria.

"Estados Unidos cometió un error al apegarse en Líbano a la llamada coalición 14 de Marzo —que encabezó la Revolución del Cedro de 2005— y tratar de usarla para impulsar varios de sus objetivos políticos", añadió.

"Lo que hicimos aquí es básicamente lo mismo que en los años 80. Elegimos a un grupo de políticos libaneses occidentalizados que nos simpatizaban porque se parecían a nosotros y hablaban como nosotros", explicó Leverett.

"Decidimos ponerlos contra gente que goza de verdadera credibilidad entre la población. Los resultados de entonces fueron desastrosos y creo que los actuales, por ahora, son muy malos", añadió.

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