IRAQ-EEUU: Errores que se reiteran

Los aspirantes a la presidencia de Estados Unidos tratan de mitigar los temores de la ciudadanía sobre la guerra de Iraq, que, según casi todas las evaluaciones, estuvo plagada de errores a lo largo de cinco años.

El debate al respecto parece haberse desvanecido. Las encuestas muestran a la población cada vez más preocupada por la caída de la economía nacional en una casi segura recesión.

Pero para cualquier ciudadano atento a las noticias del fin de semana, la ofensiva militar atribuida al gobierno del primer ministro iraquí Nouri Al-Maliki recordó que la situación en ese país no se había "dado vuelta", como el presidente George W. Bush aseguró el 20 de marzo, al cumplirse cinco años de la invasión.

Los combates duraron más de cuatro días desde que Maliki ordenó la incursión de las fuerzas de seguridad a bastiones de milicianos chiitas leales al clérigo Moqtada Al-Sadr en la meridional ciudad de Basora, el martes pasado.

El domingo, Sadr ordenó a sus milicias cesar la batalla, pero hasta ese día ya habían muerto 488 personas y más de 900 resultaron heridas, según informó el Ministerio del Interior iraquí.

El presidente Bush consideró a la ofensiva un "impulso positivo" y la demostración de que el gobierno iraquí podía defenderse por sus propios medios. Estrategas conservadores continuaron esgrimiendo la caída de la violencia como prueba del éxito del aumento de las tropas estadounidenses en Iraq.

Así, al menos en el discurso, el "éxito" de la ofensiva en Basora reflejaría que, en el largo plazo, el incremento del despliegue militar estadounidense dispuesto desde el año pasado fue una estrategia adecuada.

El aumento de las tropas "abrió la puerta a una gran victoria estratégica en la guerra del terror" en todo el mundo, según Bush. "Somos testigos de la primera rebelión árabe a gran escala contra Osama bin Laden, su lúgubre ideología y su red terrorista" Al Qaeda, sostuvo.

"La importancia de este proceso no puede subestimarse", añadió el mandatario.

Si bien es cierto que el aumento de tropas ayudó a contener la violencia, en su origen fue implementada para abrir un espacio de reconciliación entre facciones rivales en Iraq, lo cual aún no ha ocurrido.

"Los avances en materia de seguridad son reales pero perecederos", dijo Michelle Flourney, del Centro por una Nueva Seguridad Estadounidense (CNAS), institución académica especializada fundada en Washington el año pasado.

"Las cosas parecen haberse estabilizado, y parece muy difícil reducir más la violencia", dijo Flourney en un debate realizado en el Centro para el Progreso Estadounidense en Washington. "La única manera de hacerlo es a través de acuerdos políticos."

Los combates de la semana pasada revelaron una realidad aun más problemática: la retórica de la Casa Blanca no pudo ser confirmada en el terreno y, en el largo plazo, tendrá un impacto perjudicial sobre los objetivos estratégicos y de seguridad nacional estadounidenses.

A pesar de la fuerza militar utilizada por Maliki —y del apoyo aéreo brindado por la coalición internacional que encabeza Estados Unidos—, el conflicto tendría más posibilidades de ser mitigado mediante la negociación.

La cadena estadounidense de periódicos McClatchy Newspapers informó el domingo que legisladores iraquíes viajaron a la ciudad sagrada de Qom, en Irán, para requerir apoyo al comandante de las Brigadas Quds iraníes, con el fin de persuadir a Sadr de detener las operaciones militares contra el gobierno de Maliki.

La influencia iraní, que no puede ser subestimada, contraría los objetivos políticos y militares de la Casa Blanca, en especial pacificar Iraq limitando el predicamento de Teherán.

Pero el gobierno iraní parece haber usado los últimos acontecimientos para fortalecer su propia posición, al mismo tiempo que socavó la de Maliki y la de Estados Unidos.

"Las discusiones en Qom podrán acabar o no con los combates, pero casi con certeza ya debilitaron a Maliki, quien declaró reiteradamente que no habrá negociaciones y que tratará como renegados a quienes no dejen sus armas a cambio de dinero", según McClatchy.

"Esta pérdida de credibilidad se ve empeorada por el hecho de que los miembros de su propio partido ayudaron a organizar la visita a Qom", añadió el periódico.

En su columna de opinión publicada el domingo por el diario The New York Times, el experto Anthony H. Cordesman anotó: "Gran parte de la cobertura de los combates en Basora y en Bagdad, iniciados por el gobierno iraquí, parten de la base de que el señor Sadr y sus seguidores son los chicos malos que impiden la pacificación, y que las fuerzas del gobierno son el bando legítimo que trata de poner orden."

"Se trata de una simplificación exagerada, y Estados Unidos debería cuidarse mucho de apoyarla", sostuvo Cordesman, del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales.

Luego de haber sobrepasado el hito de 4.000 muertes estadounidenses en Iraq, los políticos en este país se han embarcado en un debate que parece dejar de lado los profundos desafíos de Washington, no sólo en Bagdad sino en todo Medio Oriente para los próximos años.

"El problema no es Iraq, sino lidiar con las consecuencias de nuestro fracaso en Iraq", dijo el veterano de Vietnam Andrew J. Bacevich, hoy profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Boston.

Para Bacevich, la Doctrina Bush de seguridad nacional seguirá en pie mientras su mentor siga en la Casa Blanca.

Y la última vez que la Casa Blanca cambió su estrategia bélica para adaptarla a las condiciones en el campo de batalla fue en la guerra civil de los años 1860.

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