Con la tercera reforma de gabinete dispuesta por la presidenta chilena Michelle Bachelet desde su investidura en marzo de 2006, la jefa de Estado pretende enfrentar la segunda mitad de su accidentado mandato.
Pero analistas advierten que el nuevo equipo no garantiza el éxito, considerando la crisis interna que vive la coalición de gobierno.
La mandataria socialista se vio forzada a adelantar el nuevo ajuste ministerial que tenía previsto realizar este año, cuando el jueves 3 el ministro del Interior (jefe de gabinete), Belisario Velasco, presentó su renuncia indeclinable, en un hecho calificado por algunos como un "autogol" del gobierno, incapaz de evitarla.
Velasco es una figura importante de la Concertación de partidos de centroizquierda que gobierna el país desde 1990, cuando finalizó la dictadura de 17 años del fallecido general Augusto Pinochet (1973-1990). En las dos primeras administraciones posteriores al régimen militar, se desempeñó como subsecretario del Interior.
La Concertación está integrada por los partidos Demócrata Cristiano (DC), Por la Democracia (PPD), Socialista (PS) y Radical Social Demócrata (PRSD).
Aunque el ex secretario de Estado no quiso explicitar las razones de su renuncia, versiones de prensa señalan que no soportó presuntos desaires de la mandataria, quien parecía no confiar ni delegar funciones en su jefe de gabinete.
En el último tiempo, Bachelet lo habría marginado de decisiones importantes, privilegiando la opinión de otros ministros, como el titular de Hacienda, Andrés Velasco, de corte más liberal, quien es criticado por una parte del oficialismo por la gran influencia que ejercería sobre la mandataria.
Los nuevos integrantes del gabinete, presentados en la noche del martes, son Edmundo Pérez Yoma (DC) en Interior (tercero que ocupa ese cargo en el mandato de Bachelet), Sergio Bitar (PPD) en Obras Públicas, Hugo Lavados (DC) en Economía, Santiago González (PRSD) en Minería, Paula Quintana (PS) en el Ministerio de Planificación, y Marigen Hornkohl en Agricultura.
Varios analistas coincidieron en que Bachelet cedió a las presiones de la DC al nombrar a Pérez Yoma, una figura de gran experiencia política, que fue ministro de Defensa del ex mandatario Eduardo Frei-Ruiz Tagle (1994-2000), pero que, como Velasco, no tendría sintonía con ella.
El gabinete de Bachelet dejó de ser paritario, pese a su promesa de campaña, en el segundo ajuste ministerial de 2007. Y ya en el primer cambio, a cuatro meses de iniciado su mandato, se había roto su máxima de que ningún ministro de la administración anterior se "repetiría en el plato".
A comienzos de diciembre también renunció el portavoz de gobierno, Ricardo Lagos Weber, hijo del antecesor de Bachelet, Ricardo Lagos, argumentando aspiraciones senatoriales para los comicios de 2009.
En su reemplazo, la jefa de Estado nombró al ex portavoz de Lagos, Francisco Vidal (PPD).
Con el cambio de gabinete, "Bachelet claramente está tratando de marcar una diferencia con la primera mitad de su gobierno, tratando de arreglar algunos puntos que ella considera débiles de sus ministerios", dijo a IPS el politólogo Robert Funk, presidente de la Asociación Chilena de Ciencia Política.
"Sin embargo, es muy probable que los problemas de fondo no sean del ministerio, de los ministros ni del gobierno. Es decir, si bien ésta es una crisis importante, no es responsabilidad de Bachelet, sino más bien de los partidos oficialistas", acotó.
El martes, antes del cambio de gabinete, cinco diputados de la DC renunciaron a su colectividad luego de la expulsión de su líder, el senador Adolfo Zaldívar, quien se negó a aprobar un proyecto de ley clave elaborado por el Poder Ejecutivo para financiar el cuestionado plan de transporte capitalino.
Zaldívar también acusó a la actual dirección de su partido, encabezada por la senadora y ex precandidata presidencial Soledad Alvear, de estar "coludida con la corrupción" al defender a otros correligionarios involucrados en irregularidades públicas. El senador anunció la creación de un "nuevo movimiento".
Esto se suma a la expulsión, en 2007, de un emblemático militante del PPD, Jorge Schaulsohn, por señalar que en la Concertación existía una "ideología de la corrupción".
En solidaridad con el ex parlamentario, el senador Fernando Flores renunció voluntariamente al PPD. Ambos crearon Chile Primero, que podría participar en las elecciones municipales de diciembre de este año. Del PPD también se desligaron los diputados Esteban Valenzuela y Álvaro Escobar.
Todos estos movimientos han afectado la mayoría parlamentaria que logró el gobierno en las elecciones de 2005. Ese año, la Concertación obtuvo 65 de 120 escaños, pero la expulsión y renuncia de los siete legisladores de la DC y del PPD, más dos desaforados por problemas judiciales, reducen el bloque oficialista a 56 diputados contra 55 de la oposición derechista.
A la crisis política se suma la reactivación de la violencia en la región de la Araucanía, donde reside gran parte del pueblo mapuche, la principal etnia del país, que demanda derechos territoriales, políticos y culturales.
El mismo día en que renunciaba el ministro del Interior, un efectivo de Carabineros (policía uniformada) mató al joven universitario de origen mapuche Matías Catrileo que participaba junto a un grupo de comuneros en la toma de un predio privado.
La fiscalía militar que lleva el caso sometió a proceso a un policía.
El hecho provocó una escalada de violencia en la Araucanía —como atentados a predios y camiones y corte de carreteras— y declaraciones y manifestaciones de repudio de organizaciones mapuches y humanitarias chilenas y extranjeras.
El clima se volvió más tenso con el atentado sufrido el lunes por un ejecutivo de la empresa NS Power, de origen noruego, que pretende construir centrales hidroeléctricas en la localidad de Panguipulli, en la Araucanía, a la que se oponen comunidades mapuches.
Mientras pretendía subirse a un automóvil frente a su casa, un hombre le disparó dos balazos que impactaron en su vehículo. Al escapar, el atacante lanzó panfletos con las letras CAM, siglas de la radicalizada organización mapuche Coordinadora Arauco Malleco, que, no obstante, negó responsabilidad en el frustrado atentado.
En un discurso pronunciado luego del juramento de los nuevos ministros, Bachelet agradeció el "compromiso" y la "lealtad" de los que colaboradores salientes y señaló que "gobernar es una tarea compleja, pero hermosa".
Además, aseguró que el balance de 2007 es positivo, principalmente por los acuerdos establecidos con los dos partidos de la oposición derechista, Renovación Nacional (RN) y Unión Demócrata Independiente (UDI), en materia de educación, seguridad y probidad.
"Antes de que termine mi gobierno, por primera vez las mujeres dueñas de casa recibirán una pensión", dijo, en referencia al proyecto de ley que reforma el sistema previsional de capitalización individual, que podría ser aprobado este año.
Al finalizar su mandato, el 11 de marzo de 2010, habrá sentado las bases del sistema de protección social (desde la cuna a la vejez) que se propuso construir como sello de su gobierno, agregó la mandataria.
"Bachelet está en un punto de inflexión, pues está en medio de su mandato. El rol de su gobierno irá perdiendo capacidad de ejecución, porque se concentrará la época de elecciones. Es una etapa compleja", avizoró Tomás Duval, politólogo del Instituto Libertad, ligado a la oposición derechista.
El problema de la presidenta es que ha privilegiado criterios de forma en la elección del gabinete, como caras nuevas y la mentada paridad de género, que no han dado resultados, en vez de enfocarse en la conducción política propiamente tal, dijo Duval a IPS.
A juicio del analista, la opositora Alianza por Chile "tiene muchas posibilidades de acceder a la presidencia. La Concertación muestra un período de desgaste. El gobierno está anclado en lo que pasó, no en lo que viene", si bien las encuestas señalan que las fuerzas opositoras no han podido capitalizar el desorden oficialista.
