POLONIA: Gobierno promete liberalismo con sensibilidad social

El flamante gabinete del primer ministro Donald Tusk prometió la renovación de Polonia, luego de dos años de conservadurismo puro y duro, pero su partido deberá procesar su entusiasmo liberal con pragmatismo.

"Tusk todavía no tiene nada claro sobre reformas financieras", dijo a IPS Lena Kolarska-Bobinska, directora del Instituto de Asuntos Públicos en Varsovia. "Esto significa que actuará al respecto en silencio o que, simplemente, no actuará."

El partido de Tusk, Plataforma Cívica (PO), formó el sábado con el Partido Campesino Polaco (PSL) una coalición de gobierno que obtuvo el sábado la confianza del parlamento por 238 a 204 de los votos en la Cámara de Diputados.

PO logró 206 escaños, y se requieren 231 para alcanzar la mayoría en la cámara baja parlamentaria. Este partido liberal deberá prestar atención a las demandas de votantes conservadores, sobre todo las de aquellos que se han beneficiado menos por las reformas económicas liberales impuestas tras la caída del régimen comunista, o las de quienes sienten que los liberales son insensibles a las necesidades de la mayoría.

"Queremos ofrecer a los polacos una política económica liberal y una política social basada sobre la solidaridad", anunció Tusk.

"Él habla de bajar impuestos, elevar los salarios de médicos y educadores y de reducir el déficit fiscal", explicó Kolarska-Bobinska. "Parece difícil, pero Tusk se propone combinar lo liberal con lo social, la libertad con la solidaridad."

Las expectativas son elevadas. La economía polaca crece y el desempleo cae. En la campaña electoral se prometió un milagro económico influido en el "ejemplo irlandés".

Pero las prioridades programáticas de Tusk, como la reducción del déficit fiscal, son, a primera vista, incompatibles con tales compromisos.

Analistas aplaudieron la constitución del gabinete, al que consideraron más estable que el antecedente, comandado por el conservador Jaroslaw Kaczynski en alianza con extremistas de derecha y populistas.

Las discordias de Jaroslaw Kaczynski con los partidos más pequeños de su coalición condujeron, finalmente, a la realización de elecciones anticipadas el 21 de octubre.

El temor al retorno de los conservadores al gobierno será un fuerte factor de unidad.

PO parece dispuesta a hacer concesiones, en especial con su plan de establecer un flat tax (la unificación de la tasa de los impuestos a los ingresos personales, a los ingresos corporativos y al consumo) de 15 por ciento.

Muchos expertos atribuyen la derrota electoral de PO en 2005 a su acérrima retórica liberal, y consideran que, para evitar otro traspié, en la campaña de este año el partido mostró mayor sensibilidad social.

La coalición, que acordó no dar control pleno de ningún ministerio a un solo partido, deberá hallar un terreno común en cuestiones como la simplificación de la burocracia, la reducción de impuestos, la reforma del Estado, incluida la del Poder Judicial, y la privatización del sistema de salud.

Pero economistas presionan al gobierno para que implemente reformas impopulares con el fin aprovechar las oportunidades económicas que brinda el favorable clima de negocios actual.

El Partido Ley y Justicia (PiS) de Jaroslaw Kaczinski intentará mantener las divisiones en la mente de los polacos.

De todos modos, PO, que combina en su plataforma una visión conservadora del mundo con el liberalismo económico, comparte algunas de posiciones del gobierno que le precede.

El abuso de los medios de comunicación del Estado y de los servicios secretos en la lucha contra la corrupción, proceso en el que muchos analistas vieron un intento de perjudicar a rivales políticos, serían objeto de investigaciones en el nuevo periodo de gobierno.

En ese sentido, la coalición de Tusk se propone reformar las agencias de inteligencia.

El vínculo de Tusk con el presidente Lech Kaczyinski —hermano gemelo del ex primer ministro— promete ser problemático.

La Constitución asigna al presidente amplias facultades en la representación de Polonia en el extranjero y en la política exterior. Lech Kaczynski, además, podría apelar al poder de veto contra leyes controvertidas.

El presidente dijo confiar en que Tusk lo consulte en las cuestiones que constitucionalmente le conciernen. El parlamento puede levantar un veto presidencial, pero la coalición de gobierno no cuenta con los tres quintos de los escaños necesarios para eso.

El presidente Kaczynski se resiste a la implementación de algunas de las medidas de política exterior anunciadas por el nuevo gobierno, como una postura más exigente ante Estados Unidos, la mejora del vínculo con Rusia y la retirada de las tropas polacas de Iraq.

"Hay un enorme desequilibrio y asimetría en las relaciones entre Polonia y Estados Unidos", dijo Tusk al respecto.

"Kaczynski conservará absolutamente su influencia", dijo Kolarska-Bobinska. "Tusk prometió consultar a la oposición en cuestiones de relaciones exteriores. Y el presidente no puede oponerse a todo lo que haga el gobierno, porque sería mal visto por la opinión pública."

"Probablemente, habrá choques, pero a puertas cerradas", concluyó.

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