FRANCIA: Vuelve a arder la periferia de París

La comisaría de este poblado a 10 kilómetros de París está convertida en una ruina incandescente. Las paredes están chamuscadas. Las tejas están desperdigadas por el patio. El techo desapareció.

Desde adentro, el viento lleva a la calle el olor a madera y plástico quemados.

Este destacamento fue saqueado e incendiado el domingo por manifestantes furiosos por la muerte de dos adolescentes, muertos cuando la motocicleta en que viajaban chocó con un vehículo policial.

La policía aseguró que los agentes ayudaron a los dos jóvenes (Laramy, de 16 años, y Moushim, de 15), pero vecinos del lugar afirman que los abandonaron en la escena luego de atenderlos.

La batalla callejera entre manifestantes que arrojaban cócteles Molotov y botellas y los policías que disparaban balas de goma y gases lacrimógenos continuó el lunes de noche. Algunos de los participantes en las protestas portaban armas de fuego, en una escalada potencialmente letal.

Según la versión oficial, 80 policías se habían registrado con heridas —algunas de ellas serias— hasta el martes de mañanay y al menos 63 vehículos en Villiers-le-Bel y comunidades vecinas fueron incendiados.

Muchos residentes se preguntan si se repetirán los disturbios que conmocionaron Francia durante semanas enteras hace casi dos años.

"La comisaría fue incendiada en la primera noche", dijo a IPS Chanay Mahalinsnam, inmigrante de Sri Lanka que dirige el pequeño supermercado Ocean Tropical, en la misma calle y a poca distancia del edificio destruido.

"Anoche hubo muchos problemas. Arrojaron una enorme cantidad de botellas, incendiaron muchas cosas, intentaron prenderle fuego a la biblioteca. Tenemos miedo", agregó.

Los "banlieues", como son conocidas los poblados periféricos de muchas ciudades francesas donde viven muchos inmigrantes pobres, fueron foco de conflicto en el pasado.

En 2005, los jóvenes Bouna Traore y Zyed Benna murieron electrocutados, cuando se ocultaban de la policía en un local de distribución de energía del banlieue de Clichy-sous-Bois.

Los disturbios terminaron con 9.000 vehículos y docenas de edificios incendiados, 130 policías y bomberos heridos, 2.900 civiles arrestados y el asesinato de un jubilado en una golpiza cuando intentaba apagar un incendio cerca de su casa.

A pesar de su cercanía con las grandes ciudades, los banlieues están separados física y socialmente del resto de Francia. El desempleo de 20 por ciento de la fuerza de trabajo más que duplica el promedio nacional, y en el caso de los jóvenes de entre 21 y 29 años asciende a más de 30 por ciento.

Marginados del sistema de transporte público, la ida a las ciudades insume largas caminatas y el uso de autobuses suburbanos impuntuales y atestados.

Los solicitantes de empleo con apellidos que suenan "franceses" y códigos postales "atractivos" tenían cinco veces más posibilidades de encontrarlo que aquellos con apellidos de apariencia árabe o africano y domiciliados en los banlieues, según un estudio del sociólogo Jean-François Amadieu.

En 2005, el actual presidente de Francia y entonces ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, calificó en 2005 a los participantes en los disturbios de "racaille" (escoria).

Sarkozy prometió reformas para reducir el desempleo y la discriminación de los inmigrantes y sus descendientes, problemas que, según muchos, están en la raíz del malestar.

El jefe de Estado aseguró que presentará un plan al respecto en enero. Mientras, la vida sigue igual para la población de los suburbios, en especial los más jóvenes.

"El racismo institucional sigue igual", dijo Patrick Weil, del Centro Nacional de Investigación Científica. "Cuando uno sufre el acoso de la policía cinco veces al día, la discriminación laboral y en la vivienda, se crea una muy mala atmósfera."

El alcalde de Villiers-le-Bel, Didier Vaillant, dijo el martes a la prensa que la localidad "sufrió un trauma". "Pero esta violencia es inaceptable. Hay policías y bomberos heridos. Estamos llamando a la calma."

Mientras, Dilain Claude, alcalde de la localidad donde comenzaron los disturbios de 2005, Clichy-sous-Bois, declaró: "Dos años después de la revuelta, se acabó el tiempo de la compasión y empezó el tiempo de la acción."

Mientras Vaillant y Claude se dirigían a la prensa en la municipalidad de Villiers-le-Bel, niños en edad escolar llevaban fuera del local carteles con la foto de Laramy y Moushim.

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