Convertir las lluvias en manantiales es una preocupación creciente en Brasil, país de enormes recursos hídricos, pero mal distribuidos. Los expertos recomiendan represas subterráneas para evitar la evaporación y el arado con surcos sin inclinación, para no escurrir el agua. La Asociación Brasileña de Captación y Manejo de Agua de Lluvia, creada en 1999 por investigadores y activistas, ya tiene 120 socios, según su presidente Joao Gnadilinger, experto que apoya la pequeña agricultura en el noreste del país.
En la zona rural del noreste semiárido brasileño se construyen un millón de cisternas en un plazo de cinco años, para almacenar como potable el agua captada en los tejados. El uso del agua pluvial empieza a interesar en otras áreas del país y existen muchas experiencias en Asia y Alemania, dijo Gnadilinger.
