El Llamado Mundial contra la Pobreza (GCAP) logró abrir un proceso de cambio en «el sentido de la percepción de la asistencia» internacional «desde la caridad hacia la justicia», dice una de las presidentas de esta red de la sociedad civil, Sylvia Borren.
Borren, también presidenta de la organización humanitaria holandesa Oxfam Novib, advierte que dentro del GCAP se reproducen las tensiones entre el Norte rico y el Sur pobre y entre hombres y mujeres, así como otros conflictos.
Pero "la clave es trabajar juntos de modo práctico, comunicarnos y encontrar soluciones", explica la activista, que integra la presidencia colectiva de esta red mundial junto con Kumi Naidoo, secretario general de Civicus, y Ana Agostino, integrante del Grupo de Trabajo Feminista del GCAP.
Ésta es una síntesis de la extensa entrevista de IPS a Borren.
IPS: El 17 de octubre del año pasado, GCAP y la Campaña del Milenio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) rompieron el record Guinness de la mayor movilización coordinada de la historia, cuando 23,5 millones en más de 100 países se pusieron de pie contra la pobreza. El presidente de Malawi, Bingu wa Mutharika, se unió a las manifestaciones. En Jaipur, India, 38.000 fanáticos del cricket se pusieron de pie. En Filipinas, miles de personas marcharon contra la pobreza. ¿Esperan volver a batir la plusmarca este año?
SYLVIA BORREN: Que 23,5 personas en todo el mundo se hayan puesto de pie contra la pobreza es un logro que todavía me entusiasma, pero me entristece que los medios de comunicación casi no le hayan prestado atención. Espero que eso sea muy diferente este año, pero no podría predecir la cantidad de gente que participará.
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Esta vez, los participantes eligieron diferentes maneras de demandar justicia. Habrá grupos que se pondrán de pie, otros entonarán cánticos y canciones. Y habrá partidos de fútbol en los que se "tocará el silbato" para denunciar la pobreza.
— Usted escribió la letra de una canción, el Réquiem a la Pobreza, que será interpretado por orquestas y coros en varios países el 17 de octubre. ¿De qué modo piensa usted que cantar hará una diferencia?
— Esta canción está extraída del más extenso Réquiem a la Pobreza, que escribí junto con el músico Peter Maissan. La pieza también fue coreografiada por (la compañía de danza intercultural) Le Grand Cru. Esperamos que se represente en 20 países. En Holanda, un coro de más de 700 personas lo cantará frente al Parlamento en La Haya, y también se representará en Maastricht y en Heerenveen. También nos dijeron que la entonarán en 16 lugares diferentes de India.
El Réquiem a la Pobreza es muy conmovedor, y conecta a la audiencia con la realidad cotidiana de la pobreza a un nivel emocional. Lo más importante es que cualquiera puede cantarlo, y nadie que lo haga podrá sacarse la melodía ni la letra de la cabeza. Es una pieza compuesta para coro, dos solistas y bailarines. Hemos visto gente que viene una y otra vez a cantarla en diferentes actuaciones.
— Este año, la consigna es "¡Manifiéstate!". ¿Cómo planean canalizar las opiniones y demandas del público?
— A veces, se habla y escribe sobre la pobreza con hechos y números: medio millón de mujeres muriendo en el parto cada año, 80 millones de niños y niñas que no van a la escuela y trabajan… Estos hechos se vuelven abstractos. No es conexión suficiente con cada mujer, con cada niño a quienes se les roba el futuro. Necesitamos que todos entiendan el profundo sufrimiento que la pobreza produce y cómo podemos cambiar esta situación a través de nuestra propia conducta y de nuestros reclamos políticos.
Espero que la gente se conmueva de corazón para que muchos más se conecten con nuestra causa, se manifiesten, demanden nuevas políticas comerciales y de asistencia, se conviertan en consumidores "justos"… Se trata de reconocer y sentir nuestra humanidad común y nuestra necesidad de actuar en pos de justicia.
— Se ha dicho que este año la campaña es más política. ¿En qué sentido?
— Me he convencido de que los líderes políticos necesitan que, en nuestro carácter de votantes, seamos extremadamente claros en nuestras demandas. De otro modo, promesas como los Objetivos de las Naciones Unidas para el Desarrollo del Milenio se formularán pero no se cumplirán.
La Unión y la Comisión Europea hablan mucho sobre erradicación de la pobreza, pero sus previsiones de inversión hacia ese objetivo hasta 2013 muestran una caída significativa del dinero que se asignará a la educación, a la salud, a la lucha contra el sida, y no habrá casi dinero para emplear en justicia de género, en apoyar a niñas y mujeres.
Por lo tanto, necesitamos explicar a los ciudadanos de todo el mundo cuán injustas son las reglas del comercio mundial, que van contra los agricultores y productores del Sur en desarrollo pero también contra los del Norte, en particular contra pequeñas empresas que, con frecuencia, son dirigidas por mujeres.
Necesitamos manifestar que la producción y el tráfico de armas reducen nuestra seguridad. Necesitamos demostrar cómo la asistencia todavía está atada a condiciones que favorecen a los países ricos.
Conocemos todos los hechos y las cifras para exponer estas injusticias, que literalmente matan en todo el mundo a nuestras niñas y mujeres, quienes cargan en sus espaldas las injusticias más pesadas. Antes de establecer cualquier política a nivel local, nacional y mundial, puede y debe ser evaluado su impacto sobre las mujeres. Y ése será un indicador seguro sobre el potencial de una política para llevarnos a un mundo justo y sin pobreza.
En ese sentido, GCAP es y debería ser muy político. Pero se trata de pueblos, no de partidos.
— ¿Puede mencionar efectos específicos de la campaña del año pasado?
— El movimiento GCAP es una amplia coalición de muchas organizaciones civiles, grupos comunitarios, movimientos religiosos, sociales y sindicales. Es joven, tiene pocos años de vida, y ha dejado su marca, por ejemplo, al presionar al Grupo de los Ocho (países más poderosos del mundo) para que asuman compromisos concretos sobre la asistencia en África..
El GCAP está cambiando el sentido de la percepción de la asistencia desde la caridad hacia la justicia. Expone a una audiencia mucho más amplia de ciudadanos de todo el mundo que la pobreza es una cuestión de privilegios y de explotación, de despojar a la gente de sus derechos y de sus vidas.
— La campaña comenzó en 2005. Después del enorme esfuerzo que esta alianza mundial realizó para movilizar masas en todo el mundo, ¿ya hay señales de cansancio?
— Los movimientos y redes sociales se esfuerzan mucho por organizarse, pero estoy asombrada por la energía que las coaliciones del GCAP a nivel nacional lograron generar. Por eso estoy tan convencida de que este amplio movimiento ciudadano mundial podrá conmover a políticos y empresarios como nadie más.
Dentro del movimiento tendremos que afrontar y solucionar todas las tensiones presentes en cualquier relación desigual de poder: hombres/mujeres, Norte/Sur, diferencias de clase, de raza, de edad, de religión, de educación, capacidades especiales, orientación social… no hay diferencias que no tengamos dentro del GCAP. La clave es trabajar juntos de modo práctico, comunicarnos y encontrar soluciones.
Nos dimos cuenta de que podemos ir más allá de los estereotipos y de las posturas ideológicas. Eso no es siempre fácil, pero mi experiencia en el GCAP indica que podemos hacerlo.
¿Qué podemos alcanzar en la práctica. Las metas del milenio, por supuesto, además de justicia de género, derechos humanos, cuidado del ambiente… Pero no queremos reducir la pobreza a la mitad: queremos erradicarla.