AMBIENTE: Convenio contra desertificación en riesgo de vida

Los gobiernos, en especial los de países industrializados, deberán dar pasos concretos, sólidos y efectivos para que se cumpla la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación, cuya octava conferencia inauguraron este lunes en la capital española los Príncipes de Asturias.

Teo Oberhuber, coordinador general de la organización no gubernamental Ecologistas en Acción (EenA), así lo señaló a IPS porque, según entiende, "si no se marca un punto de inflexión, que otorgue capacidad real a la Convención, ésta morirá".

Los países del Norte deben comprometer una fuerte financiación y en especial debe hacerlo Estados Unidos, "al que lo demás tienen que presionarlo fuertemente porque, de lo contrario, seguirá como hasta ahora, siendo un miembro inoperante de esta Convención que debería ser una herramienta eficaz para combatir la desertificación y todavía no lo es", dijo Oberhuber, quien participa de la reunión.

El objetivo de la Convención, adoptada por la Asamblea General de la ONU reunida en París el 17 de junio de 1994 y entró en vigor dos años después, es la lucha contra la desertización y la reducción de los efectos de la sequía en los países más afectados por este problema, en particular de África, promoviendo e impulsando una cooperación mundial y medidas en todos los niveles.

A la Conferencia, que finalizará el 14 de este mes, asisten dos millares de personas, entre representantes de 191 países y de organizaciones no gubernamentales, además de funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de otros organismos internacionales.

Acompañaron a los príncipes de España en la inauguración la ministra de Medio Ambiente de este país, Cristina Narbona, el secretario ejecutivo de la Convención, Gregoire de Kalbermatten, y el presidente de la Conferencia, David Mwiraripa.

Narbona manifestó a IPS su esperanza de que, además de discutir las causas y las consecuencias de la desertificación, se acuerden acciones concretas, ya que se trata de un problema que requiere soluciones urgentes pues afecta a una tercera parte de la tierra y amenaza a la vida de 1.200 millones de personas.

Para colaborar más eficazmente, España ofrecerá que Barcelona, ubicada en el noreste de este país, sea la sede de un Centro Temático (europeo) contra la Sequía y la Desertificación. La Convención fue adoptada por la Unión Europea el 9 de marzo de 1998.

La Red Europea sobre la Desertificación (EniD, siglas en inglés de European networking initiative on Desertification) y EenA convocaron una concentración bajo el lema "Una convención sin acción causa desertificación", que se realizó mientras se inauguraba la Conferencia, frente al Palacio de Congresos, donde se celebra la misma.

El príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, heredero de la Corona de España, subrayó en su discurso que, para dar fuerza al cumplimiento de los derechos medioambientales, es necesario prevenir y actuar efectivamente contra la pobreza.

Eso, puntualizó, implicará "una ampliación de los derechos medioambientales en todo el mundo".

Delegados y expertos asistentes a la Conferencia, en el almuerzo que compartieron al término de la inauguración, coincidieron en que la desertificación es un problema muy grave en Asia Central y en el Sahel, la enorme zona árida situada al sur del desierto del Sahara, en África.

El hecho de que el desierto se vaya extendiendo sobre naciones tan pobres hace muy difícil que se luche efectivamente contra él.

EenA y EniD afirmaron en un comunicado distribuido en la movilización que "los africanos que atraviesan el mar para alcanzar las Islas Canarias o las costas continentales europeas, lo hacen a menudo obligados por la desertificación: la degradación del suelo de las regiones áridas".

Por eso instan a la Conferencia que se adopten medidas de aplicación inmediata sobre el terreno e involucren a la sociedad civil para alcanzar el desarrollo sostenible en zonas secas, una fórmula adicional para combatir la desertificación.

Respecto de Europa, los ecologistas señalan que "España es un excelente ejemplo de lo que esta pasando a nivel global. Está experimentando una severa degradación y pérdida del suelo fértil, y además esta sufriendo las consecuencias desestabilizadoras del mismo fenómeno que encontramos en todas partes: la migración".

Según información del Ministerio de Medio Ambiente, la desertización amenaza a un tercio del territorio español: 159.000 kilómetros cuadrados de los 506.000 del país se encuentran en una situación de riesgo alto o muy alto. En tres de las 17 comunidades autónomas que integran este país: Murcia, Valencia y Canarias, ese riesgo afecta a más de 90 por ciento del territorio.

Los ecologistas añaden que "más de 2.000 millones de personas en zonas secas de América Latina, África y Asia dependen sobre todo de la agricultura para ganarse el pan diariamente. 1.200 millones de ellos se encuentran afectados por la desertificación, según las fuentes de la ONU".

Por ello sostienen que, "si los países desarrollados continúan ignorando el problema de la degradación del suelo, pagaran en última instancia un alto precio económico y social".

Ello porque "se ha estimado que el coste económico anual de la desertificación en el mundo excede los 42.000 millones de dólares, incluyendo las perdidas de bienes producidos y el daño a los recursos naturales, mientras que el coste de combatir la desertificación está estimado entre unos 10.000 millones y 22.000 millones de dólares al año".

Y culminan con una frase de relativo optimismo: "Si se actúa ya, la rehabilitación del suelo todavía es posible". El día 14, cuando concluya la Conferencia, se podrá saber si se confirma el optimismo, como muchos esperan, o si se continuará por el camino de la inacción.

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