SOCIEDAD-VENEZUELA: Crímenes y balas hasta en los velorios

Rezos, lágrimas, algunas flores: velaban a Yeison Mendoza, albañil de 25 años baleado en una barriada de Petare, este de la capital venezolana, cuando pistoleros encapuchados llegaron a bordo de motocicletas y dispararon a los presentes en la funeraria Zambrano, dejando otros tres muertos y cinco heridos.

Los amigos de Yeison habían jurado vengarse, pero los rivales de la banda "Los Picachú" se les adelantaron ese domingo. "Unos y otros son víctimas de ellos mismos", dijo a IPS Antonio Zambrano, gerente de la funeraria, lamentándose porque la violencia se adueña de "este espacio de recogimiento, de dolor, de sentido de familia".

En Catia, barriada del oeste caraqueño, Carlos Estévez, de la funeraria El Cristo, recordó a IPS que "por la inseguridad cerramos a las 10 de la noche y hacemos acuerdos con los amigos del deudo cuando quieren desviar el recorrido, para respetar los horarios de sepelio en los cementerios".

A veces, los grupos violentos "secuestran" las carrozas fúnebres para llevar al difunto, en camino a su sepultura, a visitar lugares que frecuentaron: la esquina de juegos, el bar o el prostíbulo favorito. "Con eso lidiamos todos los días", dijo Estévez.

Erick pasaba un martes frente a una panadería en la céntrica esquina de Albañales cuando vio en el interior a Manuel Díaz, "Carlitos", a quien atribuía la muerte de su hermano dos años atrás. Buscó a su amigo "El Nani" y, desde una moto, dispararon contra el establecimiento, matando a Díaz, a una anciana y a una adolescente.
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"Las masacres se han incrementado en lo que va de año: si hay alguien con quien ajustar cuentas, los delincuentes se presentan en la fiesta, la panadería, la esquina o la funeraria donde está el buscado y disparan fuego graneado a todos los presentes", dijo a IPS el analista de seguridad Marcos Tarre.

Otro martes de este agosto tres camiones que transportaban valores fueron atacados en vías de Maracaibo, ciudad del noroeste, El Vigía, suroeste, y Charallave, al oriente de Caracas. En este último caso mataron a dos motociclistas de la Guardia Nacional que hacían de escolta.

"Registramos una especie de horizontalidad del delito, que se extiende a partir de los delincuentes que están en tope de la pirámide, los más osados, los que asaltan bancos o camiones blindados con armas largas y sopletes, hasta quienes se aventuran en el pequeño robo o el secuestro express", dijo Tarre.

El último lunes de agosto en el sector Ribas de Petare, cuatro ladrones, entre ellos una mujer, mataron a golpes dentro de su humilde vivienda a Ana Leal, de 77 años, devota católica entregada a la oración contra la violencia en su barrio, y quien ya había sido despojada en anteriores robos de enseres como una licuadora y una pieza de tubería.

"Hay un incremento de la violencia innecesaria, de la saña, como una descarga de odio y de poder. Hace dos meses mataron a un muchacho de 62 tiros, y a un taxista de 40", recordó Tarre. "Eso dice de la facilidad para conseguir armas y municiones. El revólver y los homicidios de uno o dos tiros son cosa del pasado", agregó.

Venezuela, de 27,5 millones de habitantes, el año pasado tuvo el récord de 12.257 homicidios, contra 9.964 en 2005 y menos de 5.000 10 años atrás, según estadísticas de la policía judicial. Pero además hubo 1.192 muertes por "resistencia a la autoridad" y otras 4.165 que están bajo averiguación, lo que hace un gran total de 17.614 abatidos.

Esos números se traducen en 45 homicidios por cada 100.000 habitantes, si sólo se consideran los 12.257 así tipificados por la policía, pero con las otras categorías de muertes provocadas pasa de 65 por 100.000, mucho más que los 38 ó 22 por 100.000 habitantes de sus vecinos y muy violentos Colombia y Brasil.

También observó Tarre que, de manera creciente, los muy jóvenes o adolescentes aparecen implicados en la espiral de violencia como víctimas o victimarios.

El auge de la violencia delictiva ha desplazado al desempleo como la principal preocupación de los venezolanos, según las encuestas de opinión pública. De las pequeñas pero muchas protestas populares que se registran a diario, generalmente con bloqueos de vías, la mayoría son contra la inseguridad y la falta de viviendas.

El fenómeno trasciende la polarización política presente desde hace una década. El 17 de agosto, vecinos de 27 sectores de Los Jardines del Valle, en el suroeste de Caracas, bloquearon las vías durante más de tres horas, en protesta por la inseguridad y capitaneados por Evelyn Uzcanga, portavoz del comité de madres del barrio.

Con gorra y franela rojas con las siglas PSUV (del Partido Socialista Unido de Venezuela que quiere crear el presidente Hugo Chávez), Uzcanga dijo a IPS que "lo que estamos reclamando es el derecho a la vida, porque los delincuentes de aquí y de otros sectores asaltan, secuestran, matan y roban a la gente cuando sale a trabajar".

Ramificaciones de la delincuencia son los secuestros, de 176 personas entre enero y julio de 2007, según el ministro del Interior, Pedro Carreño, y en el sicariato que ha cobrado decenas de vidas de sindicalistas del sector de la construcción, donde chocan grupos por el control de asignaciones de plazas en obras públicas y privadas.

Un estudio encargado por Leopoldo López, alcalde de Chacao, uno de los cinco municipios de Caracas, mostró que apenas siete por ciento de los homicidios se resuelven con una sentencia sobre su autor o autores. El resto quedan impunes.

Entretanto, en 30 prisiones se hacinan unos 19.500 presos, 57 por ciento de los cuales son procesados sin sentencia y donde también se manifiesta la violencia, con más de 400 muertos por año. "En las prisiones se refleja el tipo de sociedad que niega voluntad política para erradicar la violencia", dijo a IPS Humberto Prado, director del no gubernamental Observatorio Venezolano de Prisiones.

Medios de prensa y dirigentes políticos de oposición critican a Chávez porque, en su propuesta de reforma a la Constitución presentada este mes, se centre en buscar la reelección presidencial continua, pero ignore asuntos como la acuciante violencia que azota a sus gobernados.

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