POLÍTICA-BULGARIA: Un ex comunista en ascenso

Georgi Petkanov renunció a su cargo de ministro de Justicia aduciendo razones de salud. «Es un trabajo demasiado pesado», explicó. A su vez, un político en ascenso que adoptó la lucha contra el delito como eje de su discurso se prepara para suceder al primer ministro Sergei Stanishev.

Los búlgaros votaron por primera vez para elegir sus 18 representantes en el Parlamento Europeo y, según analistas, los resultados fueron una muestra de la popularidad alcanzada por el alcalde de Sofía, el opositor Boiko Borisov, quien obtuvo con su partido un resonante éxito en los comicios y tiene grandes posibilidades de ser el futuro primer ministro.

Bulgaria se incorporó a la Unión Europea (UE) el 1 de enero y la renuncia de Petkanov se produce un mes antes de que la Comisión Europea, el órgano ejecutivo del bloque, efectúe su primera evaluación sobre el desempeño de este país. Los progresos realizados en materia de justicia serán uno de los temas más críticos. Bulgaria está gobernada desde agosto de 2005 por una coalición entre el Partido Socialista, el Movimiento Nacional Simeon II (NMS), de tendencia liberal, y el Movimiento por los Derechos y las Libertades (MRF), que tiene su base electoral entre los ciudadanos de origen turco.

Aunque ninguno de los tres partidos había alcanzado votos suficientes para acceder al gobierno, decidieron aliarse al calor de las negociaciones para ingresar a la UE.

El gobierno de coalición está debilitado por recientes escándalos de corrupción, que llevaron a la renuncia al ministro de Economía y Energía, el socialista Roumen Ovchearov, y en consecuencia su desempeño en las elecciones parlamentarias europeas del 20 de mayo fue más pobre que lo esperado.

La Comisión Central Electoral informó que los socialistas obtuvieron cinco bancas, el MRF cuatro y sólo una el NMS.

El partido ultra nacionalista Ataka, una de las principales fuerzas de oposición, tendrá tres diputados en el Parlamento Europeo. Sus seguidores, aunque numerosos, no están muy interesados en la UE y por lo tanto no concurrieron a votar.

El fenómeno se repitió con los otros partidos, lo que determinó una participación electoral particularmente baja: sólo 28,6 por ciento de los empadronados concurrieron a votar. La fuerte lluvia el día de los comicios no fue la única explicación para el alto nivel de abstención.

Philip Gounev, un analista político del Centro para el Estudio de la Democracia de Sofía, destacó "la falta de entendimiento del papel e importancia del Parlamento Europeo, lo que se debe en parte a la falta de efectividad de las campañas".

La gran sorpresa de las elecciones fue el número de sufragios alcanzado por un partido creado en 2006, Ciudadanos Para el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB). En su primera prueba electoral obtuvo casi el mismo porcentaje que los socialistas y también contará con cinco euro diputados.

El éxito se debe en parte a la frustración del electorado con los partidos tradicionales.

La razón principal de esa demostración de fuerza, sin embargo, es la popularidad de su fundador Borisov, que supo ganar por su capacidad para expresarse en términos sencillos, sus críticas a la coalición gobernante, aunque no a otros partidos y organizaciones y su tendencia a responsabilizar a sus oponentes por las fallas de su propio partido, indican los analistas políticos.

"Boiko Borisov es el ganador indiscutido de estas elecciones", aseguró Gounev.

"Instaló definitivamente a su partido en el mapa político. Esto le otorga un muy necesario impulso para las elecciones locales de este otoño (boreal) y le allana el camino a su futura carrera política. Salvo que algo inesperado ocurra, puede ser primer ministro en 2009", dijo Gounev a IPS.

A poco de conocerse las primeras encuestas a boca de urna, Borisov reclamó elecciones parlamentarias adelantadas, que deberían realizarse a fines de 2007, junto con los comicios locales. Si tal cosa sucede, tiene buenas perspectivas de ser electo primer ministro.

Borisov tuvo una meteórica carrera política. Se convirtió en alcalde de Sofía en 2005, no a través de elecciones sino en reemplazo de Stefan Sofianski, quien se convirtió en miembro de la Asamblea Nacional.

Antes de 1989 trabajó en el Ministerio del Interior y fue entrenador del equipo nacional de karate.

A principios de la década de 1990 fundó una agencia privada de seguridad que se encargó de la custodia del ex líder del Partido Comunista Teodor Zhivkov y del ex rey Simeon II. Luego volvió a desempeñarse en el Ministerio del Interior, como secretario general.

Borisov comenzó a construir su imagen pública cuando estaba en ese cargo, explicó Gounev. "Tiene un instinto político muy fuerte. Se construyó una muy buena imagen y cortejó a los medios. Aparecía en televisión todos los días, hablando de combatir a los grupos del crimen organizado", agregó.

Su discurso de "mano dura" es apreciado por los búlgaros. La corrupción y el delito están considerados como los problemas más graves que enfrenta el país.

Un informe de la Comisión Europea de mayo de 2006 indica que desde el año 2000 hubo más de 150 asesinatos por encargo en Bulgaria. Nadie resultó condenado.

Sin embargo, aunque Borisov se presenta como un cruzado en la lucha contra el crimen, la revista estadounidense Congressional Quarterly puso en duda, en un artículo de su edición de marzo de este año, su compromiso con la administración de justicia.

La revista cita un informe confidencial de análisis de riesgo pedido por un banco en el que se vincula a Borisov con el crimen organizado. "El político más poderoso de Bulgaria está estrechamente asociado a conocidos mafiosos y relacionado con alrededor de 30 asesinatos sin resolver en la república del Mar Negro", destacó el primer párrafo de ese estudio.

El artículo desató una locura mediática en Bulgaria. Borisov se apresuró a desmentir las acusaciones e invitó a su autor a visitar Bulgaria cuando lo considerara más conveniente. "Si usted viene a Bulgaria, tendrá la oportunidad de hablar conmigo y obtener respuesta a todas sus preguntas comprometedoras", aseguró.

Una vez más, Borisov recurrió al estilo simple y directo que los búlgaros aprecian.

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