Asia meridional, que alberga a más de una sexta parte de la población mundial y está situada en la intersección de tres importantes subregiones del continente, da pasos cautos hacia una mayor integración y cooperación.
Aunque analistas moderan la retórica hiperbólica de un "nuevo amanecer" sobre el subcontinente, parece claro que la región se esfuerza por aprovechar su potencial para convertirse en una de las de más rápido crecimiento económico del planeta y en un centro de gran diversidad étnica y religiosa.
Además, los países de Asia meridional parecen decididos a lidiar en forma conjunta con ideologías políticas y conflictos que afectan a su población pero con implicancias internacionales, como el choque entre el radicalismo islámico y las pretensiones hegemónicas de Occidente.
La Asociación para la Cooperación Regional de Asia Meridional (Saarc, por sus siglas en inglés) acaba de admitir a Afganistán como su octavo estado miembro. Irán también fue invitado al bloque en calidad de observador.
Esto visto como un reconocimiento de la importancia que tiene Irán para toda Asia, en contraste con los esfuerzos occidentales de aislar a Teherán.
En la decimocuarta cumbre de la Saarc, finalizada el 4 de este mes en Nueva Delhi, los líderes de los ocho países miembro acordaron proyectos regionales conjuntos sobre agua, energía, alimentación y ambiente.
Además, crearon un Fondo de Desarrollo para la lucha contra la pobreza, con un modesto capital inicial de 300 millones de dólares. También exigieron la plena implementación del acuerdo ya firmado para la creación del Área de Libre Comercio de Asia Meridional (Safta, por sus siglas en inglés) en "letra y espíritu".
También reclamaron una convención internacional contra el terrorismo "que tome todas las medidas posibles para impedir y eliminar, en particular, el financiamiento de actos terroristas, penalizando la provisión, adquisición y recolección de fondos para tales actos".
Pero "más importante que estas declaraciones fue la combinación de dos medidas tomadas en la cumbre de Nueva Delhi", dijo Anuradha Chenoy, profesora de relaciones internacionales en la Universidad Jawaharlal Nehru.
"La primera fue el acuerdo para crear un banco alimentario de la Saarc y también una universidad. Y la segunda fue el anuncio unilateral, por parte de India, de que permitirá importaciones libres de impuestos de todas las mercaderías procedentes de los miembros menos desarrollados de la Saarc, lo que incluye a Bangladesh, Nepal, Bután, Maldivas y Afganistán", indicó.
"Si es implementado de modo eficiente y sincero, el banco alimentario de la Saarc podrá hacer frente a una importante necesidad de esta pobre región, que alberga a la mayor cantidad de personas del mundo que viven con menos de dos dólares por día", agregó.
Es probable que la oferta unilateral de India de abrir su mercado a sus vecinos más pequeños y más pobres acelere la integración económica regional. India ya tiene un acuerdo de libre comercio con Sri Lanka.
La implementación del Safta está sujeta a una resolución de las disputas políticas y fronterizas entre India y Pakistán, especialmente en relación a la fronteriza provincia de Cachemira.
Hasta ahora, el comercio dentro del bloque representa menos de cinco por ciento del intercambio total de la región.
Como la economía más grande y de más rápido crecimiento de la región, India necesita moverse más allá del principio de "reciprocidad estricta" que siguió hasta ahora, sostuvo el economista S. Akbar Zaidi, radicado en la meridional ciudad pakistaní de Karachi.
El ex primer ministro indio Inder Kumar Gujral (1997-1998) fue el primero en proponer gestos unilaterales no recíprocos hacia los países más pequeños de Asia meridional. Zaidi sostiene que esto debería ahora extenderse a Pakistán, pues ello no conllevaría pérdidas importantes para Nueva Delhi.
India necesita hacer más para equilibrar su comercio con el resto del subcontinente. Sus importaciones regionales representan apenas un cuarto de sus exportaciones a la misma zona, pese a la mutua complementariedad de las economías vecinas.
"Tan importante como las conversaciones mutuas entre los miembros de la Saarc fue la presencia de observadores en la cumbre, incluyendo a Estados Unidos, China, la Unión Europea, Japón y Corea del Sur", dijo un embajador indio ante un país vecino, que prefirió no ser identificado.
"Esto elevó el perfil de la Saarc al máximo nivel desde que fue creada en diciembre de 1978. Y no se puede dejar de destacar que las conversaciones bilaterales entre los líderes de los estados miembro fueron realizadas en un clima particularmente amistoso", añadió.
El diplomático subrayó que el ingreso de Afganistán a la Saarc fue "un logro importante" que podría cimentar el camino para el comercio y el tránsito en toda Asia meridional.
Receloso de los vínculos históricamente amistosos entre Nueva Delhi y Kabul, Pakistán hasta ahora ha rechazado el pedido de India de permitir el tránsito de bienes a Afganistán pasando por su territorio.
Paralelamente a la cumbre de la Saarc, se realizaron varias reuniones de organizaciones de la sociedad civil centradas en asuntos de cooperación, derechos humanos y medios.
Uno de los encuentros sobre derechos humanos fue convocado por la filial india de Amnistía Internacional.
Los activistas instaron a los gobiernos sudasiáticos a "crear un mecanismo regional para hacer frente a las violaciones a los derechos humanos en la región", perpetradas a través de leyes antiterroristas y de seguridad.
"La Saarc busca promover la confianza y la cooperación a través de Asia meridional. Las leyes de seguridad, justificadas en el contexto del terrorismo, reducen la libertad de expresión y la capacidad de los ciudadanos de expresar pacíficamente el disenso político. Estas leyes buscan promover la seguridad, pero la restricción del goce de los derechos erosiona la sensación de seguridad de las personas", dijo Mukul Sharma, director del capítulo indio de Amnistía.
