ARROZ-ASIA: La amenaza transgénica

Activistas de 13 países asiáticos participarán desde este jueves en la Semana de Acción por el Arroz, mientras un campamento de jóvenes ya alerta desde la nororiental provincia tailandesa de Kalasin contra las variedades transgénicas de este cultivo vital.

Los organizadores del campamento, que comenzó este miércoles, tienen la intención de "mostrar a los jóvenes la cultura local del cultivo de arroz", dijo Janphen Ruyan, de la Fundación de Reclamo de la Agricultura Rural y Acción por la Soberanía Alimentaria.

"El arroz es nuestra vida, no algo que simplemente consumimos", sentenció Ruyan.

La Federación aspira también a que los hijos e hijas de los cultivadores de arroz de Tailandia se sientan "orgullosos de lo que sus comunidades produjeron en el pasado". "Nos preocupa que algunas variedades locales de arroz estén desapareciendo", advirtió el activista

Esta campaña es parte de un esfuerzo de concientización que abarca a todos los países arroceros de Asia, para exhibir los triunfos de las comunidades rurales y de los cultivadores que trabajan duramente para asegurar año a año una cosecha abundante.
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Los 13 países en los que se celebra la Semana de Acción por el Arroz, hasta el 4 de abril, son Bangladesh, Camboya, China, Corea del Sur, Filipinas, India, Indonesia, Japón, Malasia, Nepal, Pakistán, Sri Lanka y Tailandia.

"Esta es una lucha por la gente común", dijo Anne Haslam, portavoz de la no gubernamental Red de Acción contra los Pesticidas de Asia y el Pacífico, con sede en Penang, Malasia, que encabeza esta campaña.

"Queremos recabar un millón de firmas durante la semana para apoyar el trabajo de los cultivadores locales", agregó.

Estas jornadas son la respuesta al creciente temor de que la agricultura tradicional esté bajo amenaza por las variedades de arroz genéticamente modificado, explicó Haslam a IPS. "En algunos países asiáticos se detectó arroz transgénico", dijo.

"Los agronegocios abrieron camino para el arroz híbrido y ahora para variedades transgénicas como el 'Golden', el 'Bt' y el 'Liberty', que causaron no sólo pérdidas de variedades fuertes, únicas y tradicionales de arroz, sino también su contaminación", establece el documento para el cual se recogen firmas de adhesión.

"Los transgénicos solamente empeorarán el problema del hambre mundial", agrega el texto.

La petición también acusa al Instituto Internacional de Investigación sobre el Arroz, con sede en Filipinas, de smar esfuerzos con compañías de los agronegocios para asegurar un "control corporativo de las semillas y la agricultura", el cual, advierte, debería "pertenecer por legítimo derecho a los cultivadores de la tierra".

El Instituto fue líder en la producción de arroz híbrido de alto rendimiento en Asia durante cuatro décadas.

En los últimos 10 años, por ejemplo, desarrolló unas 20 variedades híbridas y las distribuyó por nueve países asiáticos, desde India y Bangladesh en Asia meridional hasta Indonesia y Vietnam en Asia sudoriental.

También fue pionero de la Revolución Verde, entre 1968 y 1981, periodo en el cual se distribuyeron semillas de variedades arroceras de alto rendimiento para aumentar 42 por ciento la producción.

Pero a los activistas les impresionan poco estos logros, como señala la "Declaración del pueblo para salvar el arroz de Asia".

"A través de la llamada Revolución Verde, la agricultura corporativa envenenó a la gente y a los campos de arroz con pesticidas y fertilizantes sintéticos, degradó tierras arroceras, destruyó ecosistemas arroceros, prácticas arroceras ecológicas y la cultura del arroz, y debilitó severamente la seguridad del cereal como alimento", afirma el documento.

Los activistas destacan el caso de Bangladesh. Tras la introducción de arroz híbrido, las variedades nativas se redujeron de unas 50.000 a aproximadamente 1.500.

Los participantes del movimiento acusan a la Revolución Verde de destruir la cultura agrícola tradicional que dio nacimiento a una diversidad tan abundante del cereal.

Asia es el mayor productor de este grano, alimento básico de unos 3.000 millones de personas. Bangladesh, China, Filipinas, India, Indonesia, Tailandia y Vietnam encabezan la lista de las naciones arroceras.

La región cosecha anualmente unos 500 millones de toneladas del ceral, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

Tailandia es el principal exportador de arroz del mundo: en los últimos años ha embarcado al exterior unos siete millones de toneladas anuales promedio, añadió la agencia alimentaria de la ONU. Vietnam figura en el segundo lugar de una lista que también incluye a China, India y Pakistán.

Pero la organización ambientalista Greenpeace alertó a comienzos de este año sobre las amenazas al arroz nativo por la aparición de variedades transgénicas, desarrolladas en Estados Unidos y detectadas en mercados del sudeste de este continente.

La advertencia apuntaba hacia el gobierno de Filipinas, que decidió permitir "la importación y venta continuada de arroz genéticamente modificado que, por ley, no puede ser distribuido y comercializado para consumo humano en el país".

Entre las variedades de arroz señaladas por la oficina de Asia sudoriental de Greenpeace figuraba las correspondientes a las marcas "Uncle Sam Texas Long Grain", que "contaminaba" a granos locales "con el organismo genéticamente modificado Bayer LL601".

El LL601 es arroz "genéticamente alterado para resistir el poderoso herbicida glufosinato", y su distribución y consumo humano son "ilegales en todo el mundo excepto en Estados Unidos", agregó.

"Esto es una amenaza a la biodiversidad en la región. Muestra que no hay un esfuerzo adecuado para revisar y controlar el arroz contaminado de Estados Unidos que termina aquí", dijo Neth Dano, de la Red del Tercer Mundo, en una entrevista telefónica desde Manila.

"Los gobiernos todavía no son conscientes del peligro que plantea el arroz transgénico", aseguró.

La campaña de concientización de una semana divulgará la preocupación de agricultores y comunidades de la zona, que pretenden cerrar los campos arroceros de la región a la producción transgénica, agregó. "Si las cosas cambian, será muy trágico."

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