El mayor asentamiento irregular de Kenia y quizá de toda África, Kibera, atrajo la atención de la prensa mundial en las últimas semanas, cuando sus residentes elevaron la voz para quejarse por su miseria y reclamar mejoras urgentes.
Durante el Foro Social Mundial realizado en este país del 20 a 25 de enero, miles de delegados de todo el mundo marcharon por el tugurio para reclamar a los gobiernos más atención a la difícil situación de sus pobladores.
Luego fue el flamante secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, quien recorrió el 30 de enero el asentamiento, ubicado unos siete kilómetros al sudoeste de Nairobi.
Allí no hay saneamiento ni agua potable y las chozas tienen paredes de barro y techos de chapas oxidadas, polietileno y cartón.
Es imposible que Ban no haya reparado en las bolsas de plástico cerradas encima de los techos. Dentro de ellas hay excrementos.
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Las moscas vuelan sobre lo que ahora se conoce como "retretes voladores". Ante la falta de inodoros, la gente defeca en bolsas de plástico y las arroja tan lejos como pueden, sobre los techos vecinos.
"La visita me permite ver directamente los desafíos y problemas que debe afrontar la gente. Me siento muy humillado por lo que veo. Debemos mejorar las condiciones de vida, agua y saneamiento. Son los desafíos que tenemos que superar", indicó Ban en Kibera.
Esta fue la primera visita de Ban a Kenia desde que sustituyó el 1 de enero al frente de la Secretaría General de la ONU a Kofi Annan, que ocupó el cargo 10 años.
El secretario general llegó a este país del cuerno de África desde Adís Abeba, capital de Etiopía, donde participó en la cumbre de la Unión Africana, y partió este miércoles tras reunirse con el presidente keniata Mwai Kibaki.
Ban señaló que si se mejoran las condiciones de vida en los tugurios se estará en camino de erradicar la pobreza y cumplir con las Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio (ODM).
La ONU aprobó los ocho ODM, que deben cumplirse para 2015, en las instancias inaugurales de la sesión de la Asamblea General correspondiente a 2000, en presencia de numerosos jefes de Estado y de gobierno, en lo que se conoce como Cumbre del Milenio.
Los objetivos incluyen reducir a la mitad la proporción de personas que viven en la indigencia y padecen hambre, así como lograr la educación primaria universal, promover la igualdad de género, reducir la mortalidad infantil en dos tercios y la mortalidad materna en tres cuartos, respecto de las cifras registradas en 1990.
También combatir la expansión del VIH/sida, la malaria y otras enfermedades, asegurar la sustentabilidad ambiental y generar una sociedad global para el desarrollo entre el Norte industrializado y el Sur en desarrollo.
Esos son problemas que aquejan a los asentamientos irregulares que no reciben una atención adecuada. Casi 1.000 millones de personas viven en el mundo en condiciones de extrema pobreza en tugurios.
Ban aplaudió el proyecto conjunto del gobierno keniata y el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (Hábitat) para de mejorar las condiciones de vida de la población de estos asentamientos, construyendo viviendas permanentes, caminos y sistemas de saneamiento y agua potable.
El proyecto se lanzó en Soweto, uno de los 12 barrios de Kibera, en 2004. El ministro de Vivienda de Kenia, Soita Shitanda, dijo a IPS que las primeras 600 casas iban a poder ser ocupadas en noviembre.
Sus residentes no pueden esperar. "Las necesidades humanas deben estar en primer lugar. Es muy importante mejorar las condiciones de vida de la gente para que puedan vivir con dignidad", indicó Raphael Ganda, presidente de la comunidad de Soweto.
En este momento, las 71.000 personas cuentan con sólo 50 baños y 110 inodoros, según Handa. "No basta, por eso tenemos inodoros voladores", arguyó.
Las condiciones insalubres y la falta de agua potable hacen que la población viva con peligro de contraer enfermedades que se transmiten por la falta de sanidad e higiene.
El asentamiento irregular se vuelve virtualmente intransitable en la estación de lluvias, cuando, además, las aguas servidas inundan las chozas, poniendo en peligro la salud humana. El deficiente suministro de agua y las montañas de basura no hacen más que agravar la situación.
"El agua es todo un problema, pues las cañerías están tendidas sobre aguas servidas y por eso la mayoría de la población, 85 por ciento, se enferma de fiebre tifoidea, cólera y diarrea. Necesitamos, de forma urgente, agua potable y saneamiento", reclamó Handa.
Pero algunos expertos consideran que no sólo con mejorar la infraestructura se va a elevar el nivel de vida de los residentes.
Se requiere de un plan de acción exhaustivo que incluya el problema del desempleo, de primordial importancia en una estrategia sustentable de erradicación de la pobreza urbana.
"La mayoría de los jóvenes no tienen trabajo. Conseguimos empleos zafrales aquí y allá y ganamos como un dólar por día. Eso no basta para vivir un mes. Tenemos que pagar alquiler y familias que mantener", dijo a IPS James Nzioka, residente de Soweto que vive de trabajos temporales en la construcción.
Gerald Maingi, otro joven de Soweto está casi entregado.
"No tengo trabajo ni formación, tengo que tomar 'chang'aa' (una cerveza barata ilegal) para olvidar mis frustraciones", relató.
Sesenta y uno por ciento de los desempleados son jóvenes, 90 por ciento de los cuales no tienen formación, según cifras oficiales.
Muchos cayeron en la delincuencia.
El ministro de la Juventud, Mohammed Kuti, señaló el año pasado que 60 por ciento de los presos del país eran jóvenes de entre 16 y 24 años.
Ban se comprometió a mejorar la situación en el asentamiento.
"Traigo un mensaje de esperanza. Por favor, no pierdan la fe. Como secretario general, haré todo lo que pueda para mejorar vuestras condiciones de vida ", expresó.