GANADERÍA: Banco con paredes de cuero

La ganadería es básica para la supervivencia de la mayoría de los pobres del mundo, pero las campañas para reducir la pobreza no prestan atención a la salud de rebaños y manadas del Sur en desarrollo.

Las enfermedades no sólo diezman el ganado de África y Asia, sino que impiden la venta de carne, lácteos y otros derivados a los mercados nacionales e internacionales, según un informe de Science, publicación de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia.

"El ganado es extremadamente importante para el sustento y la economía de las naciones en desarrollo", advirtió el cirujano veterinario Brian Perry, del Instituto Internacional de Investigación del Ganado (ILRI), organización independiente con sede en Nairobi.

Alrededor de 70 por ciento de los pobres del mundo dependen del ganado para sobrevivir. Estos animales representan la única posesión real de la población de casi todas las comunidades pastoriles, dijo a IPS Perry, coautor del informe de la revista científica publicado el día 19.

"El ganado representa una cuenta bancaria caminante", apuntó.

Además, los animales sirven en África y Asia para arar la tierra, trillar semillas y como medio de transporte, entre otras muchas funciones. Las enfermedades del ganado suelen ser desastrosas.

Un brote de fiebre del Valle del Rift le cerró en diciembre al Cuerno de África los mercados de exportación de ganado de pie y de carne, con serias consecuencias para la economía local, señaló Perry.

Para las comunidades de zonas áridas y semiáridas de África, los sistemas de producción que dependen del ganado son la salida más segura de la pobreza, según otra investigación publicada el año pasado.

"El pastoreo es una estilo de vida muy racional", dijo Ernestina Coast, experta de la Escuela de Economía de Londres, quien estudió las tradiciones de los maasai, pueblo nómada y pastor que habita en Kenia y Tanzania.

Pero muchas comunidades son forzadas a abandonar sus costumbres ancestrales y sus miembros terminan ocupando empleos zafrales no calificados y mal remunerados como la extracción de miel, la fabricación y venta de bebidas alcohólicas ilegales o el comercio de leña y carbón, según Coast.

Muchos servicios estatales de salud animal estatales fueron demolidos hace 20 años por las presiones por la privatización que ejercieron el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.

Eso ocasionó "drásticos recortes en los programas sociales que nunca se recuperaron, en especial en algunas zonas de África", sostuvieron Perry y Keith Sones en su estudio.

Además, escasea la inversión de la industria farmacéutica animal en la investigación de enfermedades del ganado predominantes en el mundo en desarrollo, pues los pastores y pequeños agricultores no pueden pagar medicamentos ni vacunas, indicó Perry.

De los 15.000 millones de dólares gastados en 2005 en medicamentos veterinarios, sólo tres por ciento correspondió a África y el sur de Asia.

El gasto dedicado a la investigación revela inequidades similares.

Sólo el año pasado, Gran Bretaña invirtió 25,7 millones de dólares en investigar la encefalopatía espongiforme bovina (más conocida como enfermedad de las vacas locas), y apenas 20 millones en 10 años para estudiar epizootias en el Sur en desarrollo.

Muchas enfermedades animales, como la fiebre de la Costa Oriental —infección del ganado de la costa oriental y central de África— y la tripanosomiasis son específicas de las naciones en desarrollo.

No existen vacunas y se invierte muy poco en investigación. El dinero se destina principalmente a la aftosa, que supone un riesgo mundial, señaló Perry.

Pero soluciones como las vacunas, que deben refrigerarse o que tienen un breve plazo de vencimiento, sólo funcionan para las naciones industrializadas.

Al igual que en el caso de la salud humana, hay gestiones en curso para cambiar este panorama.

GALVmed, por ejemplo, es una "pequeña gran iniciativa" que reúne esfuerzos públicos y privados en Gran Bretaña para aumentar el acceso a medicamentos, vacunas y equipos de diagnóstico, indicó Perry.

Este emprendimiento intenta dar respuesta al fracaso del mercado, financiando investigaciones que adapten las tecnologías de sanidad animal a las necesidades del Sur.

En cuanto a la creación de oportunidades, Perry también aplaudió el proyecto Biociencias, dirigido a las comunidades pastoriles de África oriental y central y financiado por Canadá.

El centro de investigación de Biociencias abrirá sus puertas en 2008 en Nairobi y se dedicará a las necesidades de la producción agrícola contratando investigadores locales.

Esa iniciativa procura evitar la emigración de expertos, pues la fuga de cerebros hacia el Norte industrial paraliza el desarrollo científico de África, añadió Perry.

Además de vacunas, medicamentos e investigación, las naciones pobres requieren de infraestructura para la atención veterinaria.

Eso no necesariamente implica más veterinarios sino más técnicos que brinden asistencia comunitaria eficaz y barata, sostuvo. Con algunas pocas excepciones, el respaldo internacional para ello es mínimo.

"Sectores del mundo rico siguen basando sus aportes científicos para la reducción de la pobreza sobre sus propios intereses. Los pobres, actualmente, solo reciben migajas", concluye el informe publicado por la revista Science.

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