DROGAS-PERÚ: De hortalizas no sólo vive el traficante

El peruano de origen holandés Ment Dijkhuizen Cáceres era un exportador estrella de espárragos, alcachofas, mangos y páprika, al punto de que representó oficialmente a su país en las ferias de alimentos de París, Madrid y Berlín. Pero detrás de la imagen de exitoso empresario se escondía un capo del narcotráfico.

La policía antinarcóticos de Rotterdam descubrió el 11 de noviembre 1,7 toneladas de cocaína en un cargamento de enlatados de espárragos enviados desde Perú por la empresa Corporación La Casita, una de las más prósperas en el emergente negocio de las exportaciones agrícolas. El dueño era Ment Dijkhuizen. Los agentes lo arrestaron.

Con este empresario cayeron también su hermano Jorge Dijkhuizen y sus primos Reynaldo, José y Augusto Martínez Cáceres. También fueron detenidos los integrantes de una organización internacional a la que esta mafia abastecía con toneladas de cocaína y que encabezaba el holandés Johnny Martin Wilson.

Agentes de la policía holandesa viajaron entonces a Perú para cruzar información con la Dirección Nacional Antidrogas de este país. Portaban valiosa documentación que hallaron entre las pertenencias de Ment Dijkhuizen, quien, desde entonces, recibió el alias de "El Holandés" por parte de policías peruanos, debido a las dificultades que tenían para pronunciar su apellido.

Las agencias de ambos países concluyeron que Ment Dijkhuizen no era un novato en el narcotráfico, aunque se trataba del primer caso de un ciudadano peruano que, sin la participación de intermediarios de México o Colombia, enviaba toneladas de cocaína directamente a Europa y Estados Unidos. Era todo un capo.
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"No estaba asociado a ningún cartel mexicano o colombiano sino que estaba vinculado con grandes traficantes estadounidenses y europeos a quienes les vendía directamente la droga. No habíamos visto un caso parecido", señaló a IPS un alto oficial de la policía antinarcóticos.

"Esto significa que han comenzado a aparecer capos de la droga peruanos que manejan millones de dólares y que están en condiciones de competir con mexicanos y colombianos. De esa manera, sin la presencia de intermediarios, evidentemente obtienen mayores ganancias", apuntó.

La información obtenida, que incluía los discos duros de las computadoras personales de "El Holandés", permitió establecer a la policía peruana que el narcotraficante operaba desde hacía más de dos años.

Documentos y correos electrónicos indicaban que Dijkhuizen estaba relacionado con Jorge Vejarano, un empresario agro-exportador que también ocupaba un cargo en la municipalidad de Trujillo, la ciudad más importante del norte de Perú, y con otro hombre de negocios, Jorge Espino.

Ambos habían sido detenidos por la policía antidroga española, después que el 3 de octubre de 2003 se descubrió un cargamento de 200 kilogramos de cocaína en un puerto de ese país, escondidos en latas de espárragos exportadas por Conservas Trujillo, una empresa cuya titularidad era de Vejarano y Espino, pero que en realidad pertenecía a Dijkhuizen.

"Quiere decir que después de la captura de Vejarano, El Holandés siguió exportando cocaína. Esto nos da una idea de la enorme capacidad que tenía para sacar droga del país usando como pantalla sus empresas de agro-exportación", dijeron las fuentes de la policía antidrogas.

Seguidamente, los agentes peruanos encontraron que Dijkhuizen contaba, además, con una decena de compañías que formalmente se dedicaban a las exportaciones de alimentos, pero que en realidad servían de pantalla para contrabandear cocaína.

"Cuando fuimos a la envasadora de Corporación La Casita, de donde salieron las latas de espárragos con droga que se detectaron en Rotterdam, los peritos descubrieron rezagos de cocaína pura. Era la evidencia de que en las mismas empresas de Dijkhuizen se enlataban los espárragos con narcóticos", informaron las autoridades.

IPS tuvo acceso a la documentación que capturó la policía de Rotterdam, en la que se incluyen los diagramas con las indicaciones a los narcotraficantes para separar las latas de espárragos de las que contenían cocaína. Se diferenciaban por su ubicación en las cajas, por el color de la lata o porque tenían un sello distintivo.

"Era un empresario respetable y muy considerado", dijo un directivo de la Asociación de Exportadores del Perú (Adex), quien accedió a hablar con IPS con la condición de no ser identificado.

Dijkhuizen, además de integrar Adex, estaba inscrito en el organismo estatal Prompex, de promoción de las exportaciones.

"Era un exportador reconocido. Nadie iba a pensar que estaba involucrado en alguna actividad ilícita. Es lamentable", señaló la fuente empresarial.

Según datos disponibles por la dirección de Aduanas peruana, Corporación La Casita exportó entre enero y febrero de 2004 casi 678 toneladas de conservas, y en abril y mayo de 2005 cerca de 610 toneladas. Otras de sus compañías, River Valley Farms, envió al exterior 953 toneladas de alimentos enlatados sólo en enero de 2005.

"Esas cifras nos dan una idea de la cantidad de droga que pudo haber contrabandeado con los espárragos o las alcachofas. Es impresionante la cantidad de cocaína que podría haber exportado de Perú", indicó a IPS una fuente de la Fiscalía de la Nación que se encarga del caso.

"Estamos hablando de un capo que trabajaba por su cuenta y que, por lo tanto, movilizaba una mayor cantidad de dinero. Recién hemos terminado la primera etapa de la investigación y sólo hemos descubierto la punta de un iceberg", aseguró.

El último informe de la a Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito indica que la producción potencial de cocaína en Perú se ha mantenido estable en los últimos cinco años en torno de las 141 toneladas a las 190. De ese modo se ha constituido en el segundo mayor exportador mundial de esta droga después de Colombia.

De acuerdo con la propia Dirección Nacional Antidrogas, de la totalidad de cocaína que se procesa en Perú, sólo consigue intervenir alrededor del 20 por ciento. Y de toda la cocaína que los narcotraficantes consiguen exportar, el 70 por ciento sale por los puertos. "El Holandés" sacaba la droga en barcos.

"Aquí hablamos de la presencia de los carteles mexicanos de la droga, pero poco o nada se dice de los carteles que han comenzado a organizar los peruanos. El Holandés exportaba cocaína a Estados Unidos y Europa, como los grandes", afirmó a IPS la fuente de la Fiscalía de la Nación.

Efectivamente, Ment Dijkhuizen no sería el único peruano que exporta cocaína a escala industrial.

Las autoridades antidrogas de Nigeria descubrieron el 24 de julio en un contenedor procedente de Perú 16,3 toneladas de cocaína encubierta en bolsas de cemento blanco. Cuatro días después, la policía de la ciudad canadiense de Vancouver decomisó 1,1 toneladas de la misma droga a una organización liderada por el peruano Daniel Fernando Ledesma.

"Esa droga pudo salir de Perú porque ya existen carteles con capacidad de exportar directamente la cocaína", dijeron funcionarios de la Fiscalía de la Nación.

El Holandés reinvertía parte de sus ganancias en nuevas compañías agro-exportadoras y potenciando las existentes para mantener la apariencia de un negocio legal exitoso, según las investigaciones.

La policía antidrogas descubrió que en Perú había organizado una red de testaferros liderada por su abogado, Eduardo Gallardo, quien, según las investigaciones policiales y judiciales, montó un sistema de lavado de dinero tan enmarañado que sólo ha sido descubierto en parte.

Gallardo contaba con 20 poderes para efectuar transacciones en todo el mundo a nombre de empresas extranjeras de fachada, inscriptas en el sudoriental estado estadounidense de Florida, en Aruba y en Panamá.

Un reporte de la policía al que tuvo acceso IPS señala que Gallardo contrató al español Jorge Landaeta, para que administrara el dinero de Dijkhuizen.

Landaeta, de acuerdo con las instrucciones de El Holandés, hacía millonarias transferencias bancarias de de dinero procedente del comercio de de la droga.

Siguiendo la pista de esas operaciones, los agentes detectaron a una red de empresas "lavadoras" que dirigía William Salazar Cáceres, primo de Dijkhuizen, y los hijos de éste, John, Hebert, Wilfredo y Hernán Salazar Paredes.

Hasta ahora siguen fugados William y Hernán Salazar.

"Han lavado en los últimos años alrededor de 150 millones de dólares, con la adquisición de campos de cultivos, maquinarias sofisticadas, vehículos de transporte pesado, propiedades inmuebles, vehículos, y otros bienes", informaron las fuentes de la fiscalía.

Ment Dijkhuizen intentó de distintas formas evitar que las autoridades levantaran el secreto bancario de sus cuentas. Pero sólo consiguió que un juez –luego separado del caso y ahora bajo investigación— rechazara el pedido de la fiscalía para detener a sus cómplices e intervenir sus manejos financieros.

Su testaferro más importante, Gallardo, que está prófugo, ha sido detectado intentado sobornar a las autoridades. "Se está movilizando de un lado a otro para entorpecer las investigaciones", dijo una fuente de la fiscalía. "Tiene muchos contactos y está manejando bastante dinero", agregó.

La identificación de Ment Dijkhuizen, "El Holandés", ha cambiado la percepción de las autoridades peruanas sobre el narcotráfico. Perú ha pasado de ser productor de pasta básica en los años 80, y de proveedor de cocaína en los 90, a ser un vendedor internacional de clorhidrato en la primera década del nuevo milenio. Perú ha ingresado a las ligas mayores del narcotráfico mundial.

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