Los presidentes Néstor Kirchner, de Argentina, y Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, celebrarán este miércoles los 20 años de una difícil sociedad que los encuentra hoy, una vez más, envueltos en discrepancias comerciales.
En 2002, Argentina tuvo un superávit de 2.400 millones de dólares en el intercambio comercial con Brasil, pero la balanza se invirtió a un déficit de 1.800 millones de dólares en 2004 y de unos 3.000 millones de enero a octubre de este año, según datos brasileños.
Estas cifras ilustran el por qué de los reclamos argentinos en vísperas de la cumbre este miércoles en la fronteriza ciudad argentina de Puerto Iguazú para celebrar el Día de la Amistad Argentina-Brasil y firmar nuevos acuerdos de cooperación.
En esa misma fecha hace 20 años, los entonces presidentes Raúl Alfonsín (1983-1989), de Argentina, y José Sarney (1985-1990), de Brasil, celebraron una cumbre histórica en el mismo punto turístico de la frontera, pero del lado brasileño, en Foz de Iguaçu.
Con la Declaración de Iguaçu formalizaron un nuevo período en las relaciones bilaterales, sustituyendo "una política de confrontación por una de acercamiento y solidaridad", al decir de Alfonsín en una entrevista publicada el viernes por el diario brasileño Valor Económico.
[related_articles]
Los dos países vecinos, que alimentaban desconfianzas mutuas y rivalidades, pasaron a cultivar relaciones de cooperación en distintos sectores. Como consecuencia de este cambio, seis años más tarde, nació el Mercado Común del Sur (Mercosur) con la adhesión adicional de Paraguay y Uruguay.
Desde entonces, el intercambio comercial argentino-brasileño, principal indicador del cambio, registró una expansión espectacular, pasando de 2.000 millones de dólares en 1990 a cerca de 16.000 millones este año.
Sin embargo, la vida en común entre los socios del bloque nunca fue tranquila, especialmente entre los dos mayores, Argentina y Brasil. Las frecuentes quejas, disputas comerciales y discrepancias en cuestiones internacionales provocaron varias crisis y retrocesos en la integración.
La discordia actual, que podría enturbiar las celebraciones de este miércoles, se originó por la propuesta argentina de crear una "Cláusula de Adaptación Competitiva", que permitiría la adopción de cuotas y aranceles para proteger un sector de la economía amenazado por el ingreso de productos de otro socio del bloque.
El objetivo inmediato de Buenos Aires sería contener la "invasión" de productos brasileños que estaría dañando la "reindustrialización" argentina.
Según trascendió en los últimos días, Brasil estaría dispuesto a aceptar la cláusula, pero a condición de crear un mecanismo para juzgar si se justifican las medidas de salvaguardia en cada caso específico, permitiendo la defensa del país afectado y una posible revisión de las acciones, para así evitar abusos.
Pero esas barreras "son contrarias al espíritu" de un bloque de libre comercio y de unión aduanera como el Mercosur, sostuvo Rubens Barbosa, ex embajador de Brasil en Estados Unidos y actual presidente del Consejo de Comercio Exterior de la Federación de las Industrias de Sao Paulo (FIESP).
Para casos de comercio desleal ya existen las medidas "antidumping", dijo a IPS.
Barbosa sostuvo que el Mercosur marcha bien en su dimensión comercial, ya que el intercambio entre los cuatro socios crece en forma acelerada y las controversias se solucionan entre los propios sectores empresariales involucrados.
Últimamente, las amenazas de imposición de barreras a productos de Brasil, como calzados, textiles y refrigeradores, se resolvieron por medio de acuerdos en los que las empresas brasileñas aceptaron limitar sus exportaciones.
"El problema del Mercosur es institucional", esto es, las constantes violaciones "por todos los socios, incluso Brasil", de los tratados y normas del bloque, sostuvo el presidente del FIESP.
"Falta voluntad política de los gobiernos" para cumplir las reglas establecidas por ellos mismos, añadió.
Barbosa citó como ejemplo el arancel externo común, componente clave de una unión aduanera, "perforado por todos" con centenares de excepciones que deberían eliminarse pero que Argentina quiere prorrogar por muchos años más.
La Unión Industrial Argentina acusó a Brasil de competencia "desleal" al conceder "incentivos fiscales y financieros a la producción, a la exportación y también, en los últimos años, a la compra de empresas en el exterior".
Los industriales argentinos arguyen que un bloque con asimetrías contradice los objetivos originales del Mercosur.
Pero las "asimetrías actuales son favorables a Argentina" y no al revés, respondió Barbosa, destacando que la moneda brasileña está sobrevaluada y el crecimiento económico argentino es muy superior al brasileño, casi el triple este año.
Brasil tiene superávit comercial en el intercambio bilateral desde el año pasado, pero en los 10 años anteriores acumuló un déficit gigante, acotó.
El Mercosur sufre de "problemas estructurales" que no se resuelven por "falta de capacidad en la planificación de un desarrollo integrador" y fondos para inversiones en la reestructuración económica, dijo a IPS el experto en asuntos internacionales Tullo Vigevani, profesor de la Universidad Estadual de Sao Paulo.
Los socios compiten ferozmente en la agricultura. Los arroceros del sur brasileño bloquean importaciones de arroz argentino y uruguayo, mientras los gobiernos de Argentina y Brasil se disputan mercados para la carne y la soja, señaló.
Las iniciativas integradoras, como en el área energética, son sectoriales e insuficientes, sin avances en lo fundamental, que es un desarrollo industrial conjunto, sostuvo Vigevani.
Además, "se acumulan situaciones no resueltas", lo que debilita la unión entre los socios, que toman rumbos propios, señaló el experto, y citó como ejemplo la intención de Uruguay de firmar un acuerdo de inversiones con Estados Unidos y la presencia de militares estadounidenses en Paraguay.
El Mercosur no desaparecerá, pero puede sufrir retrocesos y quedar como una simple área de libre comercio "parcial", lo que frustraría las expectativas originales, alertó.