AMÉRICA CENTRAL: Pobreza con velas henchidas

Las políticas oficiales contra la pobreza se aplican en América Central al ritmo de tiempos electorales y bajo una sombra de corrupción. Con alguna excepción, todas naufragan, dijeron a IPS investigadores y un activista indígena.

En un vaivén que se registra desde hace una década, los programas vigentes son reemplazados por nuevos cada cuatro o cinco años, dependiendo de los ciclos electorales o de la situación económica.

Los próximos cambios podrían suceder en Honduras, donde se celebrarán elecciones presidenciales en noviembre, en Costa Rica, con comicios en febrero, y en Nicaragua, cuyo proceso electoral será en octubre.

En América Central viven 43,2 millones de personas, y más de la mitad son pobres. Los peores grados de desarrollo social corresponden a El Salvador, Honduras y Nicaragua, países en los que la población que vive bajo la línea de pobreza, medida por la imposibilidad de satisfacer necesidades básicas, fluctúa entre 30 y 60 por ciento del total.

En Honduras y Nicaragua la situación es especialmente grave, pues 45 por ciento de las niñas y niños viven en pobreza extrema, es decir sin recursos suficientes para obtener una alimentación mínima.
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Con algunas excepciones en Costa Rica y Panamá, los países con mejor desempeño económico y social del istmo, no hay estrategias a largo plazo contra la pobreza, coincidieron en señalar Pablo Sauma, experto de la Universidad de Costa Rica, y Alfredo Ruiz, coordinador de investigación en la Universidad Centroamericana de Nicaragua.

Las políticas son coyunturales y muchas están manchadas de corrupción, dijeron.

"Si de verdad queremos arrancar de raíz la injusticia, habría que acabar con muchos de estos programas desechables que son de beneficencia y de corrupción política, pues se aplican para conseguir votos o entregar favores a empresarios", dijo el indígena Rafael González, presidente de Comité de Unidad Campesina de Guatemala.

Para El Salvador, Honduras y Nicaragua, cumplir la proyectada reducción de la pobreza extrema "no parece ser alcanzable" en los plazos previstos dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, acordados en septiembre de 2000 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Así lo indica el documento de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), "Objetivos de Desarrollo del Milenio: una mirada desde América Latina y el Caribe".

El primero de esos propósitos, erradicar la pobreza extrema y el hambre, tiene como metas específicas reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas cuyos ingresos sean inferiores a un dólar por día y que padezcan hambre.

Aunque en América Central el producto interno bruto ha crecido desde fines de los años 90 en porcentajes que fluctuaron entre 4,5 por ciento en 1999 y 3,8 en 2004, ese ritmo no se tradujo en una baja significativa de la pobreza y en mejoras en materia de empleo y educación, apuntan diversos documentos de la Cepal.

La región del istmo, la más pobre del continente americano junto a la del Caribe, arrastra las secuelas de guerras internas, problemas políticos y desastres naturales registrados en los últimos 30 años.

"Los programas contra la pobreza saltan de gobierno a gobierno, se cambian de cuando en cuando, y muchos son sólo una fachada para ganar votos", sentenció el guatemalteco González.

Guatemala vivió entre 1960 y 1996 una guerra civil con 200.000 muertos (45.000 de ellos desaparecidos), la mayoría a manos de las fuerzas de seguridad. En ese período un millón de personas fueron desplazadas, 500.000 refugiadas en México, y 250.000 niñas y niños quedaron huérfanos.

El Salvador también experimentó un conflicto armado interno en los años 80 e inicios de los 90, cuando las fuerzas de seguridad y grupos paramilitares se enfrentaron a la guerrilla izquierdista, con un resultado de 75.000 personas muertas y 7.000 desaparecidas.

Concluidos esos conflictos —incluido el levantamiento contra la dictadura de la familia Somoza en Nicaragua y la acción posterior de paramilitares, con más de 50.000 víctimas en los años 70 y 80—, nuevos gobiernos democráticos se comprometieron con una amplia agenda de paz y desarrollo, que incluía reformas a la propiedad de la tierra y la superación de diversas injusticias que habían estado en el origen de los enfrentamientos.

Desastres naturales de gran magnitud llegaron luego y barrieron con los esfuerzos, pocos o muchos, por cumplir la agenda de paz. En 1998, el huracán Mitch causó la muerte de más de 9.000 personas y daños especialmente graves a Honduras y Nicaragua.

En 2001, El Salvador fue devastado por dos terremotos. Murieron 1.142 personas, más de 8.000 fueron heridas, y los daños económicos superaron los 1.600 millones de dólares, equivalentes a 13 por ciento del producto interno bruto de ese país, según la Cepal.

La comunidad internacional prestó atención a América Central desde los años 80. Decenas de agencias multilaterales y organizaciones no gubernamentales establecieron programas de asistencia, cooperación y asesoramiento para luchar contra la pobreza.

"Lastimosamente, lo que hemos cosechado no son mejoras, sino por el contrario una profundización de la pobreza. Y es que no hay programas estructurales contra la pobreza, sino acciones aisladas y cambiantes", sostuvo Ruiz, de la Universidad Centroamericana en Nicaragua.

El experto participa de un proyecto de combate a la pobreza en América Central y el Caribe que desarrollan universidades de origen católico.

Con recursos fiscales y préstamos de organismos multilaterales, en América Central se aplican programas como el de Asignación Familiar en Honduras, Libra por Libra en Nicaragua, y Arrendamiento de Tierras en Guatemala, entre otros.

El más destacable es el programa hondureño, pues entrega subsidios a 350.000 personas a condición de que los menores de las familias concurran a la escuela y reciban atención básica de salud, dijo Sauma, de la Universidad de Costa Rica y consultor en cuestiones de pobreza.

Pero pronto habrá elecciones en Honduras, y esa política que pretende romper los ciclos intergeneracionales de pobreza podría sufrir cambios, advirtió.

Además, el programa hondureño no tiene una clara sustentabilidad financiera a largo plazo.

"Lo que detectamos es que hay recursos variables e insuficientes en la mayoría de planes oficiales contra la pobreza en América Central y que no atacan las causas del problema", afirmó Sauma.

"Pero creo que el principal problema es la corrupción". Los gobiernos no rinden cuentas, y los recursos que deberían destinarse a abatir la pobreza se utilizan con fines proselitistas, opinó.

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