CHILE: Los pecados de la industria del salmón

Cuestionada por sus impactos ambientales, la próspera industria del salmón en Chile es ahora acusada de violar los derechos humanos laborales, de género y étnicos.

El informe ”Salmonicultura y derechos humanos. Violación sistemática”, presentado este mes por la Fundación Océana, tuvo una dura réplica de la empresarial Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa), que lo calificó de ”seudoestudio” y afirmó que esa organización no gubernamental (ONG) internacional es financiada por competidores de los productores chilenos.

La investigación de Océana, realizada por el abogado Ariel León con base en informes anteriores y recolección propia de testimonios, concluyó que en la industria del salmón se incumplen normas constitucionales en siete ámbitos.

Hay violación de garantías civiles, políticas, sociales, económicas y culturales según la ONG, que denunció también restricciones a la libertad de sindicalización y discriminación salarial, así como atentados a derechos de los pueblos indígenas, de las mujeres y de los consumidores en materia de seguridad alimentaria.

La salmonicultura, que se comenzó a desarrollar en 1986 en gran escala en Chile en las regiones décima y décimoprimera (de 600 a 1.000 kilómetros al sur de Santiago), es hoy el cuarto rubro de exportaciones del país, segundo productor mundial de salmones después de Noruega.

La actividad generó en 2004 exportaciones por 1.439 millones de dólares y en el primer trimestre de este año sus ventas al exterior ascendieron a casi 461 millones de dólares. según SalmonChile, que reúne a las 47 principales empresas del sector, tanto transnacionales como locales.

La salmonicultura genera 30.000 empleos directos y otros 15.000 indirectos, y SalmonChile asegura que para 2010 habrá creado otros 16.000 puestos de trabajo sólo en la décimoprimera región, donde se prevén nuevas inversiones por 1.460 millones de dólares que ampliarán la presencia de esta industria en los mares de la Patagonia austral.

La ONG Veterinarios sin Frontera, con sede en Barcelona, señaló este mes que la expansión de la salmonicultura es congruente con las previsiones de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación de que en 2030 la acuicultura proveerá casi todo el pescado consumido en el mundo.

La salmonicultura chilena es un típico caso de monocultivo que no posibilita el desarrollo sostenible y cuya capacidad de generar empleos no se traduce en mejores índices de ingreso en la décima región, donde dos de cada 10 personas viven en condiciones de pobreza, apuntó ese grupo.

De cada 100 dólares exportados de salmón chileno, solo 4,5 se destinan a salarios para la mano de obra, 42 son beneficio empresarial, 27 costos de alimentación de los ejemplares criados en cautiverio, 12,5 gastos de comercialización, siete a costos de cría y 3,5 dólares amortización de las inversiones, afirmó la ONG.

Océana sostuvo que los mayores atropellos en la industria afectan a los operarios y sobre todo a las mujeres embarazadas. ”Los trabajadores son golpeados, maltratados, degradados en su condición humana para que trabajen más del horario legal, en lugares inhóspitos”, afirmó Marcel Claude, vicepresidente de la organización para América del Sur.

La escasa capacidad de fiscalización laboral del Estado chileno permite a las empresas ”no respetar derechos fundamentales del trabajador, como contar con un ambiente de trabajo seguro, tener un horario de descanso adecuado y libertad para asociarse y sindicalizarse”, de acuerdo con el informe.

El abogado León apuntó que la industria salmonera en Chile no tiene asumido el concepto de ”responsabilidad social empresarial”.

Jaime Dinamarca, gerente de Medio Ambiente de la Sofofa, afirmó que el ”seudo estudio” de Océana ”no tiene ninguna trascendencia ni relevancia”, y además que resulta ”ingrato, arbitrario e injusto” sostener que las remuneraciones en la salmonicultura son bajas sin establecer pautas válidas de comparación.

Los salarios en esa industria son justos en un país con un ingreso por habitante de cinco mil dólares anuales, que no se puede comparar con el de 50.000 dólares en Suiza, arguyó.

”No se puede pecar de ingenuos”, y ”muchas ONG son pagadas por la competencia de la industria nacional”, agregó Dinamarca.

Rodrigo Infante, gerente general de SalmonChile, sostiene que la actividad se caracteriza ”por regular la producción del salmón con el fin de que se realice en forma sustentable, en armonía con el ambiente y de manera socialmente responsable”.

Fuentes de esa entidad empresarial dijeron a Tierramérica que el informe de Océana es desvirtuado por una encuesta que realizó la Universidad de Los Lagos en agosto de 2004 en las regiones décimo y décimo primera, donde 91 por ciento de los consultados señaló que la salmonicultura es el sector económico más relevante de sus comunas (municipios).

”Entre los efectos más favorables atribuidos a la industria del salmón, destacó en primer lugar su capacidad de dar trabajo. Los entrevistados también resaltaron su colaboración con el desarrollo económico, su rol activo en la comuna, el pagar bien a los trabajadores y el preocuparse por el ambiente.

* El autor es corresponsal de IPS. Publicado originalmente el sábado 14 de mayo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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