La exitosa telenovela brasileña América no parece haber contribuido en un mes de emisión a incrementar el flujo migratorio a Estados Unidos. La protagonista, que quiere emigrar, no obtuvo visa y fracasó en cruzar la frontera mexicana en medio de muertes, represión y la maldad de los coyotes.
Además, una pareja de inmigrantes legales vive en crisis por no adaptarse a las costumbres estadounidenses y por chocar con la educación que recibe su hijo.
Pero eso podría cambiar. En algún momento aparecerá un inmigrante exitoso, que ganará mucho dinero para construir su casa o iniciar un buen negocio de regreso a Brasil, lo cual estimulará la emigración, dijo a IPS el sacerdote Luiz Bassegio, secretario nacional del católico Servicio Pastoral de los Migrantes.
La telenovela principal de la cadena brasileña TV Globo acapara audiencia desde hace un mes con el tema central de la búsqueda de Eldorado estadounidense. Es un arma de doble filo, la definió Bassegio.
Brasil, un país de inmigrantes que tiene ahora más de 182 millones de habitantes, se convirtió en exportador de mano de obra en los años 80 por el estancamiento de la economía.
Se estima que dos millones de brasileños viven en el exterior, casi la mitad en Estados Unidos. Pero las cifras son inciertas, ya que gran parte de la emigración es indocumentada.
Eso flujo se podría haber evitado si el país hubiese invertido lo que paga de deuda externa, generando empleos acá, dijo Bassegio, quien coordinó en enero el Foro Social de las Migraciones en el ámbito del Foro Social Mundial, celebrado en la meridional ciudad brasileña de Porto Alegre.
Entre 1960 y 2000 la cantidad de migrantes en el mundo aumentó de 76 a 175 millones. El flujo se invirtió. Los países industrializados, que antes acogían menos extranjeros que las naciones en desarrollo, en 2000 ya concentraban 63 por ciento del total de inmigrantes.
En consecuencia los países ricos intentan bloquear la inmigración clandestina. La cortina de oro tendida en la frontera entre países ricos y pobres es mucho más letal que la cortina de hierro que separaba el antiguo bloque comunista del capitalista, destacó el senador del gobernante Partido de los Trabajadores, Cristovam Buarque, en un seminario sobre democracia en la sede de la Organización de las Naciones Unidas, en Nueva York.
De hecho, en la frontera entre México y Estados Unidos murieron unas 1.200 personas entre 1996 y 2001, contra menos de 200 en los casi 30 años en que estuvo en funciones el Muro de Berlín, destacó Bassegio.
El cruce hacia Estados Unidos se hizo más peligroso desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra Washington, pero el flujo sigue siendo intenso. Los crecientes obstáculos para obtener visas aumentan la demanda de traslados ilegales desde México. Por lo menos tres brasileños ya murieron este año en esa línea fronteriza.
Al senador Helio Costa, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño, le preocupa la situación de unos 1.000 brasileños presos en Estados Unidos y la aparición de milicias de voluntarios paramilitares estadounidenses que anunciaron dispararían contra quienes intentaran cruzar ilegalmente la frontera.
Por su iniciativa, la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado promoverá el 2 de mayo una discusión sobre la migración y las bandas de criminales, los coyotes, que trasladan inmigrantes a través de México, cobrando hasta 10.000 dólares por persona.
Aunque las milicias armadas, como el Proyecto Minuteman del meridional estado de Arizona, tienen pocos voluntarios y hasta ahora no han demostrado poseer los aviones o helicópteros que habían anunciado, su presencia y su mensaje xenófobo preocupan a organizaciones no gubernamentales y a gobiernos como el de México.
Más de 300.000 mexicanos logran burlar cada año los controles migratorios y cruzar la frontera con Estados Unidos.
En Brasil hay una propensión a migrar y la simple difusión de informaciones sobre oportunidades y mecanismos que la telenovela América ofrece, puede estimular nuevas emigraciones, dijo a IPS la socióloga y autora del libro Brasileños lejos de casa (Brasileiros longe de casa), Teresa Sales.
No es tanto el desempleo lo que fomenta el éxodo, sino el deseo de ascenso económico, de mejores ingresos, pues la mayoría de los brasileños que emigran son de clase media, observó.
Es el caso de Tiago Oliveira, hijo de un arquitecto, que vivió cinco de sus 30 años sin documentos en Estados Unidos y en 2004 emigró a España para trabajar como especialista de comida japonesa en restaurantes. Es mucho mejor acá, hay más respeto por la persona, y (los españoles) aman a los brasileños, dijo por teléfono a IPS.
Su situación mejoró mucho pues ahora es un inmigrante legal, con posibilidades de viajar a otros países. Pero Oliveira destaca las diferencias. En Estados Unidos vivió preso del sistema de consumo, con grandes compras y atado por las deudas. Acá no necesito automóvil, hay eficientes autobuses, ejemplificó.
Además, los estadounidenses solo ven el propio ombligo, discriminan a los extranjeros, en el país escasea la información sobre el resto del mundo, dijo. Y señaló haber sentido la falta de algo fundamental, el fútbol que apasiona a los brasileños, es marginal en Estados Unidos y muy popular en España.
Aún así, muchos brasileños se quedan definitivamente en Estados Unidos. Esa tendencia se acentúa cuanto mayor es el tiempo de permanencia y si hay hijos creciendo y estudiando en el país norteamericano, explicó Sales. La residencia ilegal de los padres no impide que los hijos nacidos en Brasil asistan a la escuela primaria y secundaria, pero sí a la universidad.
Ese es un constreñimiento que se tolera, ante la esperanza de obtener la green card (en inglés, cédula verde que se otorga al residente legal).
En las primeras oleadas migratorias, quienes se iban eran principalmente jóvenes solos, ahora se les suman familias. Las dificultades culturales se han reducido bastante gracias a las comunidades brasileñas formadas en varias ciudades, que son pedazos de Brasil en el exterior, señaló la socióloga.
Según sus observaciones, los brasileños crearon en Estados Unidos la imagen de ser los que trabajan duro, en contraposición a los hispanoamericanos, que suman casi 40 millones, de los cuales unos 35 millones residen legalmente.
La minoría de los llamados hispanos lleva afincada en Estados Unidos hasta dos y tres generaciones, muchos de ellos son residentes legales o ciudadanos y disponen de beneficios como el seguro de desempleo, por lo cual dejan los trabajos menos calificados para los nuevos inmigrantes, explicó Sales
Los brasileños buscan ganar más dinero aun sujetándose a una rebaja social: son profesores, universitarios o profesionales que aceptan trabajar como basureros, mozos de restaurantes o repartidores, añadió Bassegio.
El motor de la migración internacional es la desigualdad entre los países, sostuvo. Mientras dos millones de brasileños buscan ganar miles de dólares al mes en países ricos, en Brasil, miles de bolivianos se satisfacen con un salario de 25 dólares, trabajando en condiciones precarias, comparó.
La Pastoral de los Migrantes, con sede en Sao Paulo, estima que hay un millón de inmigrantes latinoamericanos y asiáticos en Brasil.


