En 1995, sus revelaciones sobre la represión durante la dictadura argentina de 1976-1983 sacudieron al mundo. Casi diez años después, el juicio en España al ex marino argentino Adolfo Scilingo se anticipa como un nuevo hito en la historia del derecho internacional en materia de crímenes contra la humanidad.
Por primera vez un represor argentino será juzgado por ”genocidio”, una figura delictiva que no fue utilizada ni siquiera durante los juicios en Buenos Aires a los ex comandantes del régimen de Sudamérica con más detenidos desaparecidos.
También por vez primera un represor argentino será juzgado por un tribunal extranjero ”en presencia” y no ”en ausencia” como se consiguió en otros casos, es decir que su condena será de cumplimiento efectivo en ese país.
Y por primera vez la justicia de dos países (España y Argentina) trabajará concertadamente contra un delito de jurisdicción universal. En el juicio contra Sciligno habrá testigos en España y otros en Buenos Aires, que brindarán testimonio por vídeoconferencia desde una sede judicial argentina.
Así lo explicó a IPS el abogado Carlos Slepoy, argentino residente en España e integrante de la Acusación Popular, una de las partes querellantes en el juicio contra Scilingo que comienza este viernes en Madrid y podría prolongarse por varios meses hasta que se defina la sentencia.
El ex integrante de la marina de guerra había causado conmoción en Argentina y el mundo cuando confesó haber participado en los llamados ”vuelos de la muerte”, una práctica aberrante de la dictadura que consistía en arrojar al mar desde aviones militares a prisioneros clandestinos, a fin de hacerlos desaparecer.
El testimonio quedó registrado en el libro ”El Vuelo”, del periodista y activista por los derechos humanos argentino Horacio Verbitsky, que será uno de los testigos en este juicio.
En aquel momento, las leyes argentinas de Punto Final y Obediencia Debida , aprobadas durante el gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989) después de los juicios a comandantes, impedían más procesos por violación de los derechos humanos durante la dictadura. Pero en 1997, cuando Scilingo viajó a España a aportar información al juez Baltasar Garzón, quedó detenido.
Desde entonces no pudo volver a Argentina, aún cuando logró salir de prisión por algunos meses.
En vísperas del juicio oral, Scilingo inició una huelga de hambre, que ya lleva más de un mes, en rechazo a la competencia del fuero español para tratar su caso, y en reclamo de su repatriación a Argentina. Pero el pedido no tuvo eco y el marino arrepentido deberá sentarse en el banquillo con casi 20 kilogramos menos de peso.
”Será la primera vez que se consiga una condena por genocidio sobre lo que ocurrió en Argentina”, destacó Slepoy, refiriéndose a los más de 13.000 desaparecidos que figuran en registros actualizados de la Secretaría de Derechos Humanos del país. Organismos humanitarios calculan que el número fue 30.000.
La calificación de genocidio no fue utilizada nunca en juicios contra militares represores de Argentina, y la sentencia contra Scilingo puede sentar un precedente. La acusación española pide para el acusado 6.626 años de condena por la acumulación de delitos de genocidio, terrorismo y torturas perpetrados durante la represión.
El ex marino, que confesó haber participado en dos ”vuelos” en los que se arrojó al océano Atlántico ”entre 15 y 20 personas vivas” cada vez, está acusado de 30 asesinatos, 93 lesiones, 225 actos de terrorismo y 286 torturas.
”Se lo considera partícipe necesario de todos los delitos cometidos en la Esma”, precisó el abogado querellante, aludiendo a la Escuela de Mecánica de la Armada, emblemático centro clandestino de detención, tortura y asesinato durante el régimen. Se calcula que por allí pasaron unos 5.000 prisioneros.
Será la primera vez que un tribunal extranjero juzgue ”en presencia” a un represor argentino. Hasta ahora se habían realizado juicios ”en ausencia”, en Francia e Italia, pero de ese modo la pena no se puede aplicar, salvo que el reo ponga un pie en el país en el que fue condenado.
Este primer caso será seguido por otro antes de fin de año, el proceso contra el ex capitán Ricardo Miguel Cavallo, detenido en México en 2000 y extraditado a España, donde cumple arresto.
Pero además Slepoy remarcó como un baluarte ”la gran evolución” que hubo en una década en materia de colaboración judicial. En los años 90, los países eludían el trabajo en común para llevar a buen puerto estos juicios, pero ahora hubo ”plena colaboración” de la justicia y los gobiernos de los dos países, señaló.
En España, el avance se logró con el gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, y en Argentina con el presidente Néstor Kirchner, que avaló medidas para poner fin a la impunidad de la represión dictatorial e incluso ordenó que la Armada desalojara la Esma y se transformara el edificio en un ”Museo de la Memoria” sobre el terrorismo de Estado.
La justicia federal argentina, con apoyo de la cancillería, habilitará un salón de vídeoconferencias para que se acerque más de un centenar de testigos. Verbitsky se presentará en Madrid junto con Adolfo Perez Esquivel, premio Nobel de la Paz y Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo entre otros.
Abuelas de Plaza de Mayo reúne a familiares de víctimas de la dictadura.
En Buenos Aires se espera el testimonio de sobrevivientes de la Esma como Miriam Lewin y Cecilia Viñas, sindicalistas y dirigentes de derechos humanos como Nora Cortiñas, presidenta de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, otro grupo de familiares de víctimas.
”Es una causa universal y con este juicio se va marcando un camino trascendente en materia de derecho internacional. Se consolida la idea de que los genocidas no pueden tener tranquilidad porque allí donde vayan serán juzgados, y tampoco su país puede servirles de refugio”, subrayó Slepoy.
IPS le preguntó si este juicio avanzó porque Scilingo no está entre los ”peces gordos” de la dictadura, y el abogado sostuvo que se trata de un ”avance enorme” que debe ser analizado en perspectiva histórica. ”Hace unos años, los militares gozaban de total impunidad en cambio ahora encontramos un camino para avanzar”, remarcó.
Para Slepoy, ese tránsito ”no es lineal” porque el momento histórico no permite obtener resultados ”absolutos” o ”ideales”. Como ejemplo señaló el caso paradigmático del ex dictador chileno Augusto Pinochet (1973-1990), que si bien cayó en las redes de la justicia internacional, salió luego de ella y aún evade sentencias en su país.
Tras su detención en Gran Bretaña por pedido de España, Pinochet regresó a Chile, donde ahora es sometido a proceso por crímenes cometidos en el marco de la Operación Cóndor, de coordinación represiva entre dictaduras sudamericanas, el homicidio de opositores, el asesinato del general Carlos Prats y su esposa, y el hallazgo de sus millonarias cuentas en un banco de Estados Unidos.
No obstante, hasta el momento ninguno de esos procesos contra el militar de 89 años derivó en condena de cumplimiento efectivo.