DIBUJOS ANIMADOS-MEXICO: El Santo contra clones

”Le aplica una tijera en la cabeza, lo somete con una rana y finalmente cae enredado en un doble medio cangrejo”. Tal relato es incomprensible para un neófito en lucha libre, pero en México miles lo entienden desde la llegada a la televisión internacional en forma de animación del Santo, su máximo ídolo.

Con el apoyo de los familiares del luchador, que protagonizó cientos de peleas y más de 50 películas, el canal de televisión internacional para niños Cartoon Network lanzó a fines de octubre una miniserie animada sobre el personaje, mientras productores estadounidenses trazan planes de llevarlo otra vez al cine.

”Que bien que el Santo haya sido considerado para una serie animada para niños” de México y toda América Latina, pues ”el enmascarado de plata”, es ”el exponente supremo de la lucha libre”, dijo a IPS René Herrera, un joven que, como otros cientos, acude cada fin de semana a diferentes escenarios para ver a luchadores que sobre un ring (cuadrilátero) intercambian golpes, llaves, tijeras, ranas y cangrejos.

Para los atletas de la lucha como el Hijo del Perro Aguayo, Cien Caras, Zumbido, Virus y Doctor X, entre otros personajes, el Santo es toda una leyenda. Pero su fama va más allá. De hecho, junto con el cantante Pedro Infante y la actriz María Félix, este luchador es una figura de culto del cine mexicano.

El Santo murió de un infarto en 1984 tras una carrera de más de 40 años, en la mayoría de los cuales mantuvo su identidad oculta tras una máscara plateada y una capa del mismo tono. Su nombre real era Rodolfo Guzmán.

Cada aniversario de su muerte se realizan diversos actos en México y hay monumentos, cines y plazas que llevan su nombre. Su hijo, Rodolfo Guzmán Junior, quien también es luchador, indicó que varios productores de Hollywood se le han acercado para proponerle hacer una película sobre su padre y que pronto habrá noticias al respecto.

En ”El Santo contra los Clones”, producida por Cartoon Network, una miniserie de cinco capítulos de alrededor de dos minutos y medio de duración cada uno, el luchador se enfrenta en una ciudad de México del futuro con el doctor Clon, un malvado científico alemán.

Clon revive al hombre lobo, a mujeres vampiro, momias y a Frankestein con la idea de que esos personajes atrapen al Santo para poder clonarlo y formar un ejército que domine al mundo. Pero el Santo, el paladín de la justicia, es poderoso y bueno, por lo que siempre sale triunfante.

El Santo de la caricatura tiene el apoyo del ”Santomóvil”, un carro especial, botas que le permiten volar, un reloj láser digital y el jet anfibio Mantarraya 1.

Los productores indicaron que, si la serie animada tiene éxito, prepararán una nueva de mayor duración donde habrá más aventuras del ”enmascarado de plata”.

”Esperamos que después de la serie animada vengan nuevos productos. Queremos que el Santo siga vivo y luchando como siempre lo vimos, con las ganas de acabar con lo malo”, expresó Antonio Camacho, un hombre de 65 años que afirma asistir regularmente junto a sus nietos a los espectáculos de lucha en la capital mexicana.

Fue en esos escenarios donde Rodolfo Guzmán inició su carrera en 1935, encarnando primero a los luchadores ”Rudy”, al ”Hombre Rojo” y el ”Murciélago”, personajes que no tuvieron mayor trascendencia. En 1942 se presentó como el Santo y ahí empezó a forjar su fama.

Entre los años 30 y 80, subió cientos de veces a los escenarios para enfrentarse a rudos contrincantes y protagonizó en el cine películas de bajo presupuesto en las que combatió poderes satánicos, hombres lobo, cazadores de cabezas, momias de cartón, vampiras de senos descomunales y peligrosos alienígenas multicolores.

Además, era la figura de una exitosa fotonovela que llegó a tener un tiraje de casi un millón de ejemplares por mes.

”Patrono del kitsch, (el Santo) le aplicó una quebradora a la estética y logró que lo pésimo se vuelva clásico”, opina el escritor mexicano Juan Villoro.

”El Santo fue un accidente colectivo, forjado por una larga nómina de cronistas, guionistas y directores, y por el público que abarrotaba la arena (los escenarios de la lucha libre) para gritar: ”san-gre, san-gre”, sostiene.

Según el escritor Carlos Monsiváis, ”'uno ve las películas del Santo con el propósito de pasarla bien, sabiendo que eso no es cine, sabiendo que no ha cumplido ni siquiera con el mínimo decoro, sino (sólo) con las exigencias inmediatas de producción”.

”Las películas de El Santo no engañan, no llevan mensaje, no pretenden ser cine y quieren ser discretas, pero le han permitido a uno sumergirse en el mundo de la niñez sin riesgos”, agregó.

Diversos intelectuales sostienen que el Santo y los misterios que lo rodearon al cubrir su rostro con una máscara hicieron soñar a miles de mexicanos con un héroe autóctono indestructible, que al igual que Superman o Batman, venciera siempre con inteligencia, destreza y fuerza física a las distintas variantes del mal.

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