Los presidentes Néstor Kirchner, de Argentina, y Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, entraron acelerados en una de las oficinas del hotel donde acababa de terminar la cumbre de presidentes del Mercosur, el jueves en la nororiental ciudad argentina de Puerto Iguazú. "¿Dónde está Lavagna? ¡Lavagna!", gritaba uno de los hombres de Ceremonial, del gobierno argentino, en alusión al ministro de Economía, Roberto Lavagna. "Traigan al canciller", ordenó otro, en medio de una maraña de funcionarios de nueve países. De improviso, en el último hueco de su estada aquí, los presidentes de la Argentina y Brasil acordaron una fugaz reunión para desactivar el conflicto bilateral originado a partir de los límites a las importaciones de electrodomésticos dispuestos esta semana por Buenos Aires. "Heme aquí", bromeó el ministro Roberto Lavagna, cuando al fin se enteró de la reunión y pidió permiso para entrar en la sala en la que también estaban su par Antonio Palocci y el canciller brasileño Celso Amorim. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, se sumó de inmediato y el canciller Rafael Bielsa, que estaba en otro piso, no llegó a tiempo. En menos de 10 minutos, Kirchner y Lula dieron el respaldo político a la negociación que iniciaron anteanoche Lavagna y Palocci, tendiente a eliminar las salvaguardas si los empresarios brasileños y argentinos del sector llegan a un acuerdo. Y coincidieron en promover "un desarrollo industrial conjunto" y sin asimetrías.
