La designación del socialista José Luis Rodríguez Zapatero al frente del gobierno español va más allá de un simple cambio de partidos en el poder: puede implicar la transformación económica y social del país y el relanzamiento de la socialdemocracia internacional.
Lo anticipado respecto de su gestión tiene un sentido progresista cuyos efectos concretos se harán sentir en todos los ámbitos del país, en las relaciones internacionales e, ideológicamente, dentro de la Internacional Socialista (IS) de la cual forma parte el ahora gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que este 2004 celebrará sus 125 años de existencia.
Los actos conmemorativos de la fundación del PSOE reunirán en España a líderes de la IS de todo el mundo. Y se prevé que la mayoría dejará solo al primer ministro británico Tony Blair (cuyo Partido Laborista también integra la Internacional) en su respaldo a la invasión estadounidense de Iraq.
El compromiso que Zapatero expuso en el parlamento el jueves y este viernes -y que aplicará a partir del sábado, cuando sea investido presidente del Consejo de Ministros por el rey Juan Carlos-, provocó una reacción optimista de sindicatos y organizaciones no gubernamentales y de varios partidos nacionalistas que otorgaron los votos necesarios a su nombramiento en la primera votación parlamentaria.
Dos elementos del discurso parecen haber movido esa reacción.
En primer lugar, compromisos específicos sobre democracia, combate al terrorismo, educación, relaciones internacionales, ambiente, género y derechos de las minorías sexuales.
En segundo término, el talante negociador de Zapatero, que le permitió llegar a acuerdos con partidos a su izquierda y con nacionalistas catalanes, canarios, aragoneses y gallegos, así como sostener un diálogo cordial con los independentistas vascos moderados.
Al PSOE le faltaban nueve votos para alcanzar la mayoría absoluta en el Congreso legislativo, necesaria para la designación del presidente y para la aprobación de leyes en los próximos cuatro años.
Ante la radical oposición del derechista y saliente Partido Popular (PP), la segunda fuerza más votada, Zapatero redobló sus contactos, acercamientos y acuerdos con los demás partidos con representación parlamentaria.
De 350 diputados que integran la cámara baja, el PSOE tiene 164, el PP 148, el nacionalismo moderado catalán de Convergencia y Unión (CiU) 10, la también independentista Izquierda Republicana de Cataluña (ERC) ocho, y el Partido Nacionalista Vasco (PNV) siete.
Izquierda Unida (IU, basada en el Partido Comunista) cuenta con cinco diputados, tres corresponden a la nacionalista Coalición Canaria (CC), dos al nacionalista Bloque Gallego (BG) y uno, respectivamente, a los nacionalismos moderados de Junta Aragonesa (CHA), País Vasco, Eusko Alkartasuna (EA), y Nafarroa Bai (NA-BAI), de Navarra.
Zapatero obtuvo este viernes 183 votos, todos los de su partido y los de IU, CC, BG, CHA y ERC. En contra votaron los 148 legisladores del PP, y se abstuvieron los de CiU, EA, PNV y NA-BAI.
Un aspecto clave de sus compromisos fue acceder a los reclamos nacionalistas de reformar la Constitución de 1979, que algunos pretenden amplíe la competencia de los gobiernos de las comunidades autónomas, y otros que consagre el derecho a la autodeterminación e incluso la independencia.
Estas demandas recibieron una negativa rotunda del gobierno saliente, sin margen para ninguna negociación. Zapatero, en cambio, cree que esa reforma debe abordarse cuanto antes.
Pero pone una condición indiscutible: respeto a los mecanismos constitucionales vigentes para efectuar los cambios y búsqueda de un rápido consenso "para una reforma concreta y limitada".
Entre las modificaciones propuestas por el líder socialista, se destaca la eliminación de la discriminación de sexo en la sucesión dinástica, que en la actualidad privilegia a los varones, y la reforma del Senado para transformarlo en una cámara representativa de las 17 comunidades autónomas.
La tercera es incorporar a la Carta Magna una referencia a la próxima Constitución Europea "como signo solemne de nuestro compromiso definitivo con Europa".
Uno de los temas más conflictivos durante el gobierno del saliente José María Aznar fue la relación con los partidos nacionalistas y en especial con aquellos que gobiernan el País Vasco y Cataluña.
Zapatero, en cambio, se comprometió a reunirse con los 17 presidentes autónomos antes de julio, y anticipó que propondrá que la Constitución Europea, probablemente aprobada antes del 30 de junio, sea traducida a las lenguas catalana, vascuence y gallega, oficiales en España tanto como el español.
El presidente designado también prometió detener el trasvase de aguas desde el río Ebro, que nace en Los Pirineos y desemboca en el mar Mediterráneo, una demanda de la comunidad de Cataluña respaldada por todas las organizaciones ambientalistas.
Esta es la primera vez que un candidato a la presidencia plantea ante el parlamento cuestiones ambientales, "como el abandono del trasvase del Ebro, el cumplimiento del Protocolo de Kyoto (sobre cambio climático), la lucha contra la especulación del suelo y el abandono progresivo de la energía nuclear", dijo a IPS Teo Oberhuber, coordinadora general de Ecologistas en Acción.
La organización no gubernamental se mantendrá vigilante, "porque a veces los políticos prometen y no cumplen", dijo Oberhuber.
Pero se manifestó optimista en que el nuevo gobierno cambie otras cuestiones, en contraste con "lo sufrido estos últimos ocho años", bajo el mando del PP.
En la misma línea se expresó el secretario general de la Unión General de Trabajadores, una de las dos centrales sindicales mayoritarias, Cándido Méndez.
"Es muy positivo que de manera llana, directa y muy entendible, se apueste inequívocamente por el diálogo social y porque se plantee un pacto de Estado para resolver el problema de la inmigración, con integración social y laboral de los inmigrantes", sostuvo.
La otra central, Confederación Sindical de Comisiones Obreras, de origen comunista, destacó el anuncio de Zapatero respecto de un diálogo social fecundo para poner fin "a la escandalosa e injustificada precariedad del mercado laboral español".
Otro asunto subrayado por el futuro presidente, y bien valorado por organizaciones de la sociedad civil, fue la propuesta de modificar el Código Civil.
Esa modificación incluiría una ley integral contra la violencia doméstica y otra sobre homosexuales y transexuales.
Se modificará el Código Civil para "reconocerles, en pie de igualdad, su derecho al matrimonio con los efectos consiguientes en materia de sucesiones, derechos laborales y protección por la seguridad social", dijo Zapatero.
Respecto del terrorismo, la propuesta es procurar consenso con todas las fuerzas democráticas, un cambio radical respecto de la gestión del PP, cerrado a dialogar con el nacionalismo vasco moderado sobre el grupo ETA.
Además, España afronta desde el 11 de marzo, día en que explotaron trenes en Madrid matando a 200 personas, la amenaza del terrorismo islámico.
Estas posiciones y el tono del recién designado jefe de gobierno en el debate de investidura del jueves y este viernes, están haciendo crecer su figura ante los medios de comunicación.
Zapatero se puede convertir "en uno de los líderes destacados de la nuevo centroizquierda europea y en un referente ideológico tan poderoso al menos como el de la Tercera Vía" del británico Blair, dijo el director editorial del Grupo Zeta, Miguel Angel Liso, con sede en Cataluña.
Zapatero era hasta hace poco visto por algunos como persona de carácter débil, y era el candidato derrotado, según las encuestas de una semana antes de las elecciones del 14 de marzo.
Pero sus puntos de vista no son nuevos. Y hasta parecen tener orígenes remotos.
Zapatero terminó su discurso en el parlamento citando a su abuelo, Juan Rodríguez Lozano. Este escribió, minutos antes de ser fusilado por la dictadura franquista (1939-1975), que mantenía como ideario "un ansia infinita de paz, el amor al bien y el mejoramiento social de los humildes".
